Brasil. Torres. Fiesta Gaúcha.

Recuerdos de mis Viajes por Brasil.

 

Nuestro transporte cargado de hambrientos periodistas Internacionales iba serpenteando buscando las mejores calles para acomodar su tamaño. La noche ya se había recibido de nocturnidad. El cielo nos recibía con miles de lucecitas en el horizonte en un titilar sin fin. Pasamos por la playa muy iluminada y me pareció el momento oportuno para hacer un repaso de todo lo visitado y encontrar la explicación de por qué Torres es tan atrayente para el Turista. Esta ciudad es un paso obligado para llegar a las playas del norte. Es por ello que cada vez más son los turistas deciden quedarse programando unos días en ella.

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Brasil. Torres. Una muy buena vista desde el morro “Do Farol”.

De esta manera le agregan una opción muy interesante a sus vacaciones. Está localidad está muy bien ubicada y solamente la separan 200 km de Canela y Gramado. Un lugar distinto e inimaginable. Realmente cuesta pensar que este paisaje pueda existir en Brasil, que siempre en nuestro pensamiento está atado al mar. Es para no perdérselo. Los más pequeños siempre se lo van a agradecer.

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Brasil. Torres. El dominio del hombre sobre el Parapente. Fotos: Marta Paoli.

El que así lo decida y desee pasar unos días en Torres, encontrara una maravillosa ciudad, que parece siempre preocupada en resultar un polo atractivo para la visita del Turismo. De esta manera se reinventa año a año, este es el gran secreto del Turismo y su población así lo entiende y se esfuerza en lograrlo. Se practican deportes ligados a las playas y el mar. Un calendario anual importante de: Surf, Kite Surf o Fly Surfing, Capoeira, Balonismo -Vuelos en globo – parapente, motocross.

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Brasil. Torres. Las playas muy apacibles.

Sus Fiestas de fin de año son multitudinarias para el famoso Reveillón- Noche Vieja-con Fuegos Artificiales en la Playa y además sus Carnavales.  Si analizamos esta propuesta salta a la vista que esta ciudad no es solamente Verano. Torres es Turismo todo el año. Los argentinos deben subrayarlas con rojo, para no olvidarse. Y si esto fuera poco ¡Toman mate y se visten como paisanos de tierra adentro!

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Brasil. Torres. Hay que inflar bien la tela para volar. Fotos: Marta Paoli.

Teníamos la promesa de que esa noche nos agasajaban con una fiesta Gaúcha. El acento en la “U” y el arrastrar el final de la palabra en un “sha” le dan a la situación un estilo muy especial. Un manera bien compartida con mi país y solo nos separa gramaticalmente un acento. Para ambos países son los primeros pobladores de nuestro territorio. Los Gauchos vestidos con bombacha y chambergo, con una faja alrededor de su cintura y un cuchillo o facón para nosotros y una faca para ellos.

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Brasil. Torres. Las playas con una de las Torres que le dan nombre al lugar. Fotos: Marta Paoli.

Para no ser menos… También toman mate. Debo confesar que no había tenido el privilegio de conocer el asado brasilero. En mi país todos los domingos carne a las brasas, gran motivo para juntar a la familia y brindar con buenos tintos. En Brasil estuve en muchos espetos corridos. Y debo sacarme el sombrero con el punto de cocción que logran. Jugosa… como a mí me gusta. Sobre todo la picaña – nosotros la conocemos como tapa de cuadril- Es un corte excelente y sobre todo a las brasas.

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Brasil. Torres. Los espetos se quejaban del fuego.

Me había preparado con una reparadora siesta. Me imagine que esa noche además de comer muy bien íbamos a tener un buen maridaje de bebidas…como debe ser. Subíamos al micro con muy buen ánimo y las carcajadas eran bastante estridentes. Como al pasar escuche un comentario mal intencionado como siempre. Si es así con agua a la vuelta con las bebidas esto va explotar. A medida que avanzábamos nos fueron dando instrucciones. Que el micro iba a parar sobre la ruta. Y debíamos descender rápido. A su vez teníamos que atravesar un campo que no estaba iluminado… y a oscuras.

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Brasil. Torres. El río Mandituba y en el fondo el Atlántico.

Hacia allí fuimos y a los lejos entre los árboles veíamos luz y ese era nuestro norte. Primeros los más valientes. Algunos tenían una linterna en su equipaje y tomaron la delantera. Otros recurrieron a los celulares. Y verdaderamente parecíamos luciérnagas, en su incansable titilar queriendo imitar al cielo y a las estrellas en su prender y apagar. Acompañados por algún gnomo que saltaba de rama en rama, de árbol en árbol. Infaltable para estas ocasiones. A nuestra derecha nos habían advertido que había una laguna. No debíamos acercarnos demasiada a ella. Hacia arriba entre el denso follaje se vislumbraban algunas estrellas, que aprobaban nuestro buen ánimo y no acompañaban con su clásico guiño de luz. Pero a no dudarlo la oscuridad era totalmente oscura.

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Brasil. Torres. Los parapentes y sus divertidos colores.

A poco de andar no falto algún gracioso que entre cuarenta o cincuenta personas siempre hay uno o dos. Caminábamos a tientas. Por lo tanto considero que era bueno ejercitar la diversión. Uno de ellos. Luego de gritar desgarradoramente y hacer un ruido entre la maleza. Vociferaba espantado ¡Una víbora! ¡Una víbora! E inmediatamente otro que no se quiso quedar atrás y arrastrando la maleza y una pierna. Gritaba mientras saltaba como un poseído. ¡Cocodrilos! ¡Cocodrilos! Por supuesto que las carcajadas y los gritos despertaron a todas las ánimas del bosque y el pasaje por la oscuridad se hizo más que rápido.

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Brasil. Torres. Sobre el morro y como fondo hermosas playas.

Cuando llegamos a la luz y apenas acostumbramos nuestros ojos a ella. Nos atacaban con una recepción de Caipiriña helada. El trago de bandera del Brasil. Y la fiesta que ya había empezado en la oscuridad ahora le daba lugar a la otra… a la que nos habían convocado. Comida y bebida. Nos fuimos acomodando sin dejar las caipiriñas y nos acercábamos al lugar donde se hacia el asado. Su olor característico llenaba nuestras sensaciones. Los fuegos siempre son atrayentes y queríamos ver y observar detenidamente y para no faltar a nuestro oficio… si es posible criticar.

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Argentina. Asadores repletos de carne.

El asado a diferencia de nuestros métodos en Argentina se hace sobre una parrilla distinta a la nuestra, la misma era como un piletón y adentro un fuego muy importante. Brasas bien prendidas y llama. Sobre su borde van apoyados los espetos – espadas- con la carne ensartada en ellas como si fuera para nosotros los brochetes. Su tamaño aproximado es de un metro. Por lo tanto los trozos de carne a asar son importantes.

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Brasil. Torres. Chorizos, pollos, todavía se resisten al calor.

Su costumbre es poner en los espetos: Carne vacuna. Porcina, cordero, pollos – Frango- Chorizos y como vísceras, corazón vacuno y de pollo. Una vez ensartados en estas espadas y el fuego está a full y manualmente se van girando y logrando que se vayan asando en forma muy pareja. Para mi tienen un arte especial en la cocción de las carnes. Los “Gauchos” argentinos tienen la costumbre de poner de todo en la parrilla. Esta puede ser de un tejido de alambre o varillas de hierro y una serie interminable de variantes. El fuego ya hecho con brasas muy bien prendidas se van colocando debajo de la parrilla, nunca llama

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Argentina. Carne al asador se hacen muy lentamente.

Otra técnica y muy difundida es al asador o a la cruz – de hierro- A su vez en el norte de Argentina con varillas cortadas de un árbol conocido como estacas. Nuestra buena costumbre es poner de todo en la parrilla. Carnes: Vacuna, ovina, porcina, aves, pescados, mariscos. Vacas con cuero, lechones con pelo. Achuras: chinchulines, mollejas, riñón, tripa gorda. Etc. Pueden ser de vacuno, cordero o chivo. Los chorizos pueden ser mezcla, de cerdo puro, con morrones, cebolla de verdeo, al vino blanco etc, también animales de caza. La lista es interminable. Muchas veces hago brochettes de frutas para el postre y van a la parrilla, se espolvorea con azúcar y se pintan con caramelo bautizado con alguna bebida alcohólica…Un manjar.

¡Todo bicho que camina va a parar el asador!

 

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Brasil. Canela y Gramado. La locura infantil.

Para los argentinos es muy importante el tema del asado y cada ¡Maestrito son su librito! Las técnicas varían desde cómo se prende el fuego hasta el asado terminado y servido en la mesa. Los tipos de carne, son motivo de discusiones: flaca, gorda, novillo y todas las variedades que se les ocurra Tanta diversidad permite tener grandes polémicas. Siempre digo los argentinos nunca nos ponemos de acuerdo en nada. Mucho menos en este caso que es tan caro a nuestros sentimientos ¡El asado!

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Brasil. Torres. El asado Gaúcho pide a gritos ser servido.

Poco a poco con la panza llena y buena cantidad de bebida se nos fueron  apagando los ánimos. El cansancio iba ganando por goleada. Al día siguiente salíamos muy temprano hacia Porto Bello nuestro próximo destino. El matrimonio de Carlos Lange e Ivonne Ferraz miembros de “Visión” y dueños del Hotel San Pablo fueron quienes tan gentilmente nos invitaron con este asado en su Quinta. Nos fueron saludando o uno a uno y haciendo votos de buen viaje y la promesa de reencontranos en las Playas Doradas. Hasta pronto…

 

 

 

Brasil. Torres. Playas y todos los deportes.

Recuerdos de mis viajes por Brasil.

 

 

 

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Con más de 12 horas sobre territorio brasilero. Ya estábamos ansiosos por llegar a destino. Torres es una ciudad que siempre nos recibe como una gran anfitriona. Una localidad para nosotros paternalista. Siempre nos acepta con muy buenos ánimos de agradar y eso habla muy bien de su capacidad como receptores de Turismo. Esta vez lo hicimos en el Hotel “San Pablo”. Sus propietarios miembros de Visión: el matrimonio de Carlos Lange e Ivonne Ferraz. Muy bien ubicado en pleno centro y muy cerca de las playas. Dejamos apresurados el equipaje y fuimos tomamos posesión del hotel. En instantes el silencio se convirtió en algarabía. Nuestro estado de ánimo era de euforia. Sensación que es muy humana cuando se llega a un nuevo destino.

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Brasil. Torres. Me devoraban las ganas de volver a volar.

Estaba programado un tour por la ciudad. Rápidamente tiramos el equipaje en la habitación y nuevamente estábamos arriba del micro dispuestos a conocer y disfrutar del paseo. Torres es un paso obligado para llegar a las playas del norte. Cada vez más turistas deciden quedarse programando unos días en ella. Es también una excelente combinación para visitar Canela y Gramado. Si no las conoces no te las podes perder. La Suiza del Trópico. Una maravilla. Solamente a 200 kilómetros y de allí 115 a Porto Alegre. Es la oportunidad para conocer algo distinto. Un Brasil inimaginable. Este es uno de los destinos más importantes para el turismo interno de Brasil. Si estas con niños no lo pienses más, allí tanto ellos como los más grandes podrán vivir las mejores de sus fantasías.

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Brasil. Torres. Sus amplias y magnificas playas.

Gramados realiza un festival de cine muy importante y las dos ciudades solamente separadas por ocho kilómetros hacen el gran festejo en vísperas de navidad. Con toda la magia que ya de por sí tienen estas Fiestas. Luego en semana santa los conejos y adornos de pascua toman preponderancia en mil formas insospechadas. El característico chocolate invade todas las vidrieras y su color marrón es una constante. Su olor inconfundible invade la ciudad y te persigue como un” picasesos”.

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Brasil. Torres. El hombre contra el viento.

El Festival Internacional de “Balonismo” -Viaje en Globo- la ha convertido en el encuentro más grande de Latino América. En sus playas se practica: Surf, Kite Surf, Fly Surfing, Capoeira, Parapente, Motocross. Una agenda importante en deportes. También la gran fiesta en las playas celebrando el Fin de año – Reveillon – y los conocidos carnavales brasileños.

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Brasil. Torres. Hay que poner a punto el motor para evitar contratiempos.

El repaso y los nuevos conocimientos duraron poco llegó la orden de bajarse del micro y caminar unos metros hasta el morro do Farol, también conocido como la Torre norte. El día era esplendido y las flores de las casas vecinas nos perfumaban el camino. El olor al mar que estaba muy próximo llenaba nuestros pulmones. El lugar estaba ocupado por los que practican vuelos en parapente y llenaban de colores el cielo. Desde el morro observamos las amplias playas que tiene Torres y es un verdadero deleite.

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Brasil. Torres. Los parapentes se disputan el espacio en el cielo.

La disputa por el espacio entre los periodistas que queríamos sacar las mejores fotos y los hombres voladores. Te obligaba a manejarte con mucho cuidado de que no te llevaran enredado entre las sogas del mismo y volar sin ganas. Todos estábamos de buen ánimo y nos movíamos con precaución buscando el mejor ángulo.

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Brasil. Torres. El cielo muy colorido por los hombres voladores.

 El viento los acompañaba y soplaba lindo, el calor de un sol muy fuerte seguramente mejoraría las térmicas. Mientras tanto los hombres voladores se sentían estrellas por la cantidad de máquinas fotográficas que los perseguían, nosotros detrás de sus maniobras. No nos podíamos quejar, ellos para estar a la altura de los acontecimientos hacían maravillas con los parapentes.

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Brasil. Torres. La vista de las playas desde un lugar privilegiado.

En mi caso me salía de la vaina por volver a volar. Que sensación maravillosa es que el viento te pegue en la cara, sentirte pájaro, solamente acompañado por el sonido de la tela que es tan particular. Llevando como gran compañero el silencio y desplazarse con una visión distinta del entorno. Estábamos embelesados con tanto movimiento y como fondo… el mar. Todo estaba muy lindo desde el morro pero había dos cosas que nos inquietaban. Una el solazo que se había puesto calentito y el otro el hambre. Por suerte llego la orden de ir a los micros íbamos al encuentro de un nuevo restaurant que nos quería agasajar.

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Brasil. Torres. Todo dispuesto listo para volar.

Comenzó nuestra recorrida y fuimos bordeando la costa. Enfilamos decididamente hacia el río Mampituba. Estábamos en el límite de dos grandes estados de Brasil. Río Grande do Sul y Santa Catarina. Este magnífico curso de agua se encarga de separarlos. En lengua tupí que le dio origen significa “Río sinuoso”. Para ellos se convirtió en entrada y salida al Atlántico. Iniciamos un paseo al costado del río que desemboca en el mar, pudimos apreciar infinidad de buenos lugares para comer y disfrutar del paisaje.

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Brasil. Torres. Una vista privilegiada desde el fondo del silencio.

Esta es una zona que a orillas de su río se convirtió en un lugar gastronómico por excelencia. Allí se alinean, los mejores restaurant y sitios de comidas. La oferta de pescados y mariscos es su especialidad. Por supuesto que su clientela está ávida de saborearlo. Nosotros en nuestro caso le rendimos grandes honores al “Peixe”. Nos desplazábamos Sobre la Avenida Cristovao Colombo, muchos de ellos garantizan un buen comer con el “Rodizio de Frutos de mar”. El Peixinho frito, Marisco a la milanesa y el clásico” Camarao”, completan una serie de más de 15 platos.

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Brasil. Torres. Una apacible playa.

En esta oportunidad fue el restaurante “Souza” a orillas del río. Como siempre fuimos hacia allí muy sumisos. El silencio demostraba que la angustia del hambre dominaba nuestros cuerpos y nuestras mentes. Nadie hablaba nadie quería perder fuerzas. Poco a poco fuimos recuperando el habla y las risas empezaron a aparecer. Luego del reparador almuerzo nos ventilamos muy cerca de sus costas. Todo entro en la normalidad.

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Brasil. Torres. El río Mampituba. En el fondo el Atlántico.

Alrededor nuestro estaba la delegación española que en más de 20 nos habían invadido. Con su gracioso decir nos hacían una música de fondo de un casteñeteo muy particular y de zzzzz prolongadas. Cada vez más fuerte su sonsonete nos perseguía, sonidos muy rápidos al hablar, hablar y hablar, cuando este era emitido por una mujer sonaba a castañuelas. Música que hizo la delicia de nuestra estadía. Completaba el staff  pero en menor número: Ecuatorianos, Republica Dominicana, argentinos, Chilenos, uruguayos etc., un crisol de nacionalidades, ya no me quedan dudas de que esta es una reunión de Visión -Asociación de Periodistas Internacionales de Turismo-

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Brasil. Canela y Gramado. Siempre están de festejo.

Lentamente nuestro transporte retomaba el camino y no llevaba hacia el Hotel. Muchos ya habían puesto sus neuronas en reposo. En mi caso ocupaba mi mente en programar toda la tarea que tenía de por medio con las pocas fuerzas que me quedaban. Acomodar un poco la valija era lo que más me preocupaba, cargar las baterías de la electrónica y dormir, dormir una reparadora siesta. Fundamental para sobrevivir. Debía reponerme la noche iba a ser intensa, los dueños del Hotel Carlos e Ivonne Lange nos habían invitado a un asado a la Brasilera en su quinta en las afueras de la ciudad. Era mi deber como periodista estar de diez como para poder analizarlo. ¿?

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Brasil. Canela y Gramado. Aquí se te cumplen todas las fantasías.

 

 

 

 

 

Uruguay. Cabo Polonio ¿El Paraíso?

Recuerdos de mis Viajes por Uruguay

 

El bamboleo y los saltos que copiaba el vehículo que nos transportaba, nos anunciaba que estábamos por visitar un rincón que estaba muy lejos de ser un lugar común, algo distinto nos esperaba. Un gigantesco camión, todo terreno, 4×4 se enterraba en la arena y su motor se quejaba del esfuerzo que debía hacer para seguir avanzando. Su carga se tambaleaba.  Sobre él, un grupo importante, disfrazados de humanos, se aferraban de donde podían, nuestro transporte empecinado en fotocopiar las dificultades del terreno y a su vez nuestras nalgas hacían de amortiguadores,  los duros asientos de madera son nuestros testigos.

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Uruguay. Cabo Polonio. La flota de 4×4 lista para llevarte al Paraíso.

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