Ecuador. Guayaquil. El río Guayas.

 

Recuerdos de mis viajes por Ecuador.

 

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Ecuador. La emblemática Iguana sobre la pileta del “Gran Hotel Guayaqui”. Fotos: Raúl Solis.

Paseo nocturno por el Malecón 2000.

La noche era ideal. Una de esas como para salir a caminar sin un punto fijo. Solamente tener como objetivo quitarse las angustias y el stress de todo el día. Elegir una buena vestimenta para la ocasión. Es decir un buen calzado, ropa cómoda y sobre todo buena onda. Esa buena onda que solo lo transmite el tiempo que se le dedica al ocio y ese sabor que solo se logra en las vacaciones. El no tener nada en el cerebro. Vacío… ¡Que buena sensación! Una única intención…disfrutar. El plan era perfecto y con ese plan enfile hacia la costa. Las recomendaciones fueron: Primero disfrute, camine unos trecientos metros y vuelva a disfrutar. Se va encontrar con el malecón 2000. Mi destino era él y su costanera. Así con estas indicaciones partí del “Gran Hotel Guayaquil”. Rápidamente recorrí ese pequeño trayecto y estaba ingresando por una de sus puertas al Malecón.

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Ecuador. Guayaquil- El río Guayas y un hermoso atardecer. Fotos: Raúl Solis.

Era el momento justo. Arriba con un cielo maravilloso poblado de estrellas y abajo con un respetable calorcito, pero que era apaciguado por una brisa agradable. Con el olor a fresco del agua, plantas y flores que adornaban el lugar. Era realmente un gusto caminar sobre esta magnífica obra que recorre al río Guayas por dos kilómetros y medio. En pleno centro de la ciudad totalmente parquizado. Con excelentes atractivos. Como si fuera una plaza gigante, con todos los encantos turísticos necesarios como para atraer una gran cantidad de público.

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Ecuador. Guayaquil. La torre iluminada marca las horas. Fotos. Raúl Sois.

Es muy concurrido y en épocas en las que no se festeja ninguna fiesta patronal desgastan sus pisos mensualmente un millón seiscientos mil visitantes. No hay que agregar mucho más para darse cuenta de lo importante que es para el turismo sus instalaciones. A pesar de que estaba muy avanzada la noche el predio estaba lleno. En mi caso caminaba disfrutando el paseo, muy bien iluminado y a mí alrededor tenía mucha gente que disfrutaba de lo mismo. Familias muchas familias y grupos de jóvenes. Enamorados que aprovechaban las muy pocas sombras para hacerse algún arrumaco. Se acercaban adonde pudieran ver el río y bajo el hermoso cielo Ecuatoriano tomados de las manos se prometían amor eterno.

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Ecuador. Guayaquil. El cerro Santa Ana un autentico emblema de la ciudad de Guayaquil. Fotos: Raúl Solis.

En distintos desniveles se van recorriendo los diferentes lugares. En una dársena estaba amarrada la Fragata Guayas. Sin lugar a dudas un maravilloso atractivo. Sus palos muy altivos con su velamen recogido, pero totalmente iluminada. En sus cubiertas una importante cantidad de gente disfrutando de una pomposa fiesta. Un poco más allá un grupo de rock hacia las delicias de un nutrido núcleo jóvenes. Muy atentos al sonido vibrante que los músicos arrancaban de sus instrumentos. Cada uno montaba su propio show, pero sin molestarse entre sí.

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Ecuador. Guayaquil. El patio de juegos Infantiles un verdadero atractivo. Fotos: Raúl Solis.

Despaciosamente iba caminado y sacando fotos. Pero algo que me lleno de emoción fue ver a los más pequeños como disfrutaban del paseo con absoluta libertad. Corrían y gritaban, su alegría hacían resonancia en todos los huecos. Sus carcajadas llenaban el pequeño bosque encantado. Detrás de cada arbusto un enano, un gnomo, una princesa aportaban su complicidad, haciéndose parte de los juegos. Con una amplia sonrisa acompañaban a los más pequeños en tan sublime momento lleno de fantasías. Lo más lindo era ver al padre, la madre y algunos abuelos, acompañando y fotografiando tan emblemático momento familiar.

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Ecuador. Guayaquil. Los antiguos vagones cobijan los juegos de los mas pequeños. Fotos: Raúl Solis.

El sector de los entretenimientos infantiles estaba totalmente poblado y los pequeños hacían del lugar el más divertido del malecón. Un importante grupo de juegos hacían el deleite de los más chicos, Los más grandes no cabían dentro de sus ropas llenos de orgullo de ver y compartir con ellos. Estos a su vez con sus juegos y su alegría hacían la delicia de los mayores que les pedían más y más poses para dejar perpetuado el momento en sus cámaras fotográficas. Mientras… seguía caminando y encontraba a mi paso dispensers de alimentos y cajeros automáticos todos en perfecto estado de funcionamiento.

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Ecuador. Guayaquil. El monumento que recuerda el encuentro entre San Martín y Bolívar. Fotos: Raúl Sois.

 Cuando llegue a los Jardines del malecón. Un lugar típico de plantas y flores que en más de trecientas variedades adornan el lugar. Decidí darle fin a mi recorrido nocturno. Solamente había visitado la mitad y planeaba el resto hacerlo con luz diurna. Debía llegar al Barco Pirata. Allí teníamos programado un viaje. Este me permitiría fotografiar el malecón desde el agua y desde allí seguramente podría tener una visual inusitada de este y de la ciudad toda. Disfrutando mi paseo de regreso me fui acercando al muelle donde estaba anclado el barco Pirata.

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Ecuador. Guayaquil. La sofisticada iluminación del Malecón 2000. Fotos: Raúl Solis.

Ya estaba ascendiendo por la planchada de acceso al mismo y empecé a divisar las caras de mis colegas que muy sonrientes estaban preparados con una copa en la mano. Listos para iniciar el viaje.          De esa manera convertirían esta aventura nocturna en un momento agradable. La tripulación luego de darnos la bienvenida. Comenzó los movimientos y preparativos para zarpar. Una acelerada en los motores y empezó el desplazamiento alejándonos del muelle. Rápidamente tomaba dimensión de la costa y de la ciudad, las dos muy iluminadas. El malecón se diferenciaba notablemente y lucia en todo su esplendor. Pasamos muy cerca de la Fragata Guayas haciendo la delicia para nuestros ojos.

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Ecuador. Guayaquil. El reloj del Malecón no permite detener al tiempo. Fotos: Raúl Solis.

 La embarcación decididamente puso sus motores a pleno enfrentando el pequeño oleaje del río Guayas que indiferente seguía su camino dándole a la nave un pequeño movimiento en proa que se transmitía a toda su estructura. El personal de a bordo se movía diligentemente con bebidas y ataviados como piratas. Nosotros los pasajeros disfrutando de la brisa marina. Que nos envolvía con ese olor a fresco y tan característico del agua. La música se nos metía por los poros acompañando a nuestras ganas de pasarla bien. Movían nuestras neuronas y volvían a salir convertidas en alegría.

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Ecuador. Guayaquil. La fuente iluminada en el malecón. Fotos: Raúl Solis.

 El show dio su comienzo y los piratas muy musculosos ataviados como tal, comenzaron con sus piruetas. Se subían pese al movimiento normal del barco a su Palo mayor. Su timonel impartía desde su cabina de mando órdenes a todos los tripulantes. ¡Cuidado con el Botalón de Foque! ¡Aseguren la Cangreja de Popa! Los dos protagonistas ascendían hacia el Palo trinquete. Mientras a los gritos desarrollaban su rutina. La tripulación visitante viajaba sin miedos porque la embarcación estaba muy bien artillada con varios cañones. Por si acaso se aferraban a su copa cargada con su bebida preferida y no las entregarían al enemigo por nada.

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Ecuador. Guayaquil. El puente de mando el Barco Pirata. Fotos: Raúl Solis.

Como en todos los mares luego de la gran Tempestad llego el momento de los tragos, el baile y la tripulación visitante cargados con las sonrisas que les dejo el Show pirata. Afuera el viento quería hacer de las suyas y movía la embarcación dándole el toque justo a los vaivenes del oleaje. La mejor manera de hacer que este viaje Pirata fuera inolvidable. La embarcación se deslizaba suavemente hacia el puerto. Sin duda todo muy lindo pero nada mejor que la tierra firme. Allí vamos Ecuador.

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Ecuador. Guayaquil. La Fragata Guayas en todo su esplendor. Fotos: Raúl Solis.

Mi próxima nota sobre Ecuador:

El sábado 21 de febrero de 2015.-

Perú. Miraflores. Al vuelo de un Parapente.

Recuerdos de mis Viajes por Perú.

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Perú. Miraflores. El cielo prendido fuego

El hombre desde las épocas más remotas quiso volar, para ello observo e imito a la aves, quizás porque ellas podían verlos desde arriba y el arriba siempre significo poder, quizás siempre quiso imitar su libertad, tanto hizo que al final lo logro. Y… Voló. Voló y Voló.

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Perú. Miraflores. En el malecón frente al Pacifico.

Así pensaba parado en el malecón, una pequeña brisa me acariciaba la cara, yo estaba en su parte más alta, con todo el equipo de Periodista, la gorra para cuidar la pelada de los terribles rayos del sol, una cámara digital y las pilas bien cargadas. Hoy es muy sencillo guardar imágenes, muchas. Todas las que uno quiere. Antes el gran impedimento era el rollo el bendito rollo que tantas notas nos arruino. Siempre fueron restringidos. Hoy la tecnología nos permite cansarnos de sacar fotos. Lo que siempre debemos llevar y que nunca nos debe faltar, es ese espíritu de aventura y de querer probar lo nuevo. Con el corazón alegre y agradeciendo esta bendición de hacer lo que nos gusta.

Miraflores y la Playa

Perú. Miraflores. El acantilado y el mar.

Con todos estos pensamientos en mi mente. Estaba parado en Perú en el muy cuidado malecón de Miraflores. Rodeado de prolijos canteros. De frente mirando el mar que se lucia con todo su esplendor. El Pacifico con toda su imponencia. Se acercaba la hora tan esperada…El crepúsculo. Una puesta de aquellas, un rojizo atardecer que poco a poco se encaprichaba en prender fuego a las nubes. Todo el mar se teñía de ese color rojizo que solo los atardeceres románticos y melancólicos lo logran.

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Perú. Miraflores. Esperando el viento. En el horizonte el sol.

Los espíritus sensibles, soñadores esos que le cantan a la vida…se conmueven y por siempre la veneración del hombre que persigue en todas las latitudes y en todos los tiempos la puesta del sol. Ella por si sola habla de su magnífica imponencia. Mientras tanto el permanece absorto. Solamente quiere ser una parte de ese decorado.  En silencio mirando fijo el horizonte

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Perú. Miraflores. La Iglesia de la Virgen Milagrosa.

El sol se acapara la escena y es el gran protagonista. Como siempre se siente muy adorado. Juega y remolonea, sus luces invaden todo. Nuestras retinas están prendidas fuego. El tiempo parece que se detiene. Pero la noche avanza y logra su cometido. Hasta que este definitivamente se oculta y permite el paso a las sombras, que sigilosamente se escurren entre las silueta de los hombres, para abrir la puerta a la permisiva noche.

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Perú. Miraflores. En el malecón el sol se oculta pero la actividad es incesante.

No me cansaba de sacar fotos que se sucedían una tras otra. Sí. Así observaba al debutante, con su instructor, los dos en silencio, el esperando su orden, erguido allí en Miraflores, en el malecón frente al mar. Arriba la tela hinchada pidiendo cielo, pidiendo aire, esa ansiada libertad, los músculos tensos y la adrenalina empieza a hacer de las suyas. Solo falta una buena ráfaga. De pronto…ya. La orden esperada, vamos fuerza.  El cuerpo echado hacia delante, más un poco más le piden, solo los separan pequeños pasos y más allá el precipicio, solo falta un trecho…y ya. A volar.

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Perú. Miraflores. El malecón muy bien cuidado.

El silencio, la paz, se apoderan de ellos, están flotando, solo se escucha el murmullo de la tela que en el aire se sacude con continuidad. El parapente se bebe los vientos. Se sienten poderosos, están volando. La sensación esperada, como si cientos de gigantes te tiraran hacia el cielo y ahí van. El aire los contiene, la tela se hincha, sus pechos están llenos son un huracán, el mismo que le golpea en la cara, un giro importante hacia la izquierda a toda velocidad rumbo al antiguo faro, los pulmones se agigantan y el corazón que quiere explotar, están volando y a sus pies rendido Miraflores y el mar y el acantilado. El silencio. Que mágica sensación. Que libertad.

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Perú. Miraflores. Las Nanas, vigilando a las guaguas que se mueven alrededor de los juegos.

Las luces que tímidamente empiezan encenderse, una pasada rasante y otra y otra y otra más. Las imágenes del malecón se suceden como una película en paso rápido. El viejo faro, los canteros sumamente cuidados, las Nanas vigilando a las guaguas que se mueven alrededor de los juegos, el monumento de los enamorados, alguna pareja dándose arrumacos y el sigiloso vuelo de un parapente y un bagaje de sueños e ilusiones de un Turista. Uno más que afortunadamente tuvo por un rato a Miraflores a sus pies.-

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Perú. Miraflores. Monumento de los enamorados.

Para todos aquellos que les gusta las sensaciones fuertes, que magnífica oportunidad para darle rienda suelta a la aventura. Viajar en Tándem, solo 10minutos y 45 dólares y que no les pase como a mí que el día que hubo sol decidí aprovechar y sacar fotos… total vuelo mañana. Sol en Lima y Miraflores es muy escaso, Casi todos los días nublados y durante casi 7 meses, por un fenómeno climático que no vale la pena aclarar. Cuando hay sol aprovechen, guarden un poco en sus retinas o pidan al Gobierno que saque un decreto de necesidad y Urgencia. Todos los días sol y por Ley.

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Perú. Miraflores. La noche bordaba la costa con sus luces.

En mi caso sin saberlo deje pasar los días hasta el último momento y agote hasta el último minuto, y el sol no salió y si no hay sol no hay fotos, pero lo peor es que no había viento y este sí que es un elemento esencial para volar. Mientras regresaba a mi país en el avión cerré los ojos y me imagine y pensé que suerte que el hombre todavía tiene el poder de la imaginación. Las imágenes del malecón se sucedían como una película en paso rápido. El viejo faro, los canteros sumamente cuidados, las Nanas vigilando a las guaguas que se mueven alrededor de los juegos, el monumento de los enamorados, alguna pareja dándose arrumacos y así de esa manera yo también tuve a Miraflores a mis pies.

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Perú. Miraflores. El faro fiel cuidador del malecón.