Hace tiempo que sigo de cerca a los vinos argentinos, y me siento el hincha número uno (aunque debemos ser miles). Es decir que soy testigo privilegiado de todo lo que pasa y siempre deseo lo mejor. Pero cuando algo no me cierra, lo digo. Me pasó dudar del Syrah en el pleno de su auge sanjuanino, por citar sólo un ejemplo. Hoy, muchos se llenan la boca con el Cabernet Franc. Los que lo hacen, muy entusiasmados con sus primeros grandes vinos logrados con dicho cepaje. Los que vienen de afuera, porque captan tal entusiasmo. Y muchos de los que están acá, porque se hacen eco de los que lo hacen y de los que vienen de afuera, más allá de sus opiniones y visiones. Continuar leyendo