Hoy que hace furor en muchos lugares el coaching, uno se pregunta qué es aquello que está favoreciendo tanto la demanda de este tipo de profesionales. Yo citaría varias posibles causas que están muy ligadas al tipo especial de relación que se crea entre la persona que actúa como coach y la que hace de coachee. Este tipo de relación está marcada fundamentalmente por la confianza y la privacidad. Parece mentira que la necesidad de confiar en alguien sea tan acuciante y tan necesaria, sobre todo cuando a lo mejor no se confía en personas que paradójicamente están más cercanas. Por otra parte, hay muchas personas en las empresas y en la vida que se sienten muy solas y necesitan compartir con otro ser humano aquello que sienten y que necesitan. Son seres humanos que sufren en silencio, muchas veces por vergüenza a mostrar su vulnerabilidad y por miedo a las consecuencias que podrían derivar de ello.
En la vida perdemos con frecuencia la perspectiva sobre ciertas cosas y como consecuencia de ello, envueltos en el caos de nuestra confusión mental, nos resulta imposible encontrar nuevas opciones para avanzar de manera confiada hacia aquello que nos importa. Un coach actúa favoreciendo que su coachee eleve su propio nivel de conciencia y se dé cuenta de que existen bastantes más alternativas de las que probablemente está en ese momento considerando. Es a partir de esa nueva visión, cuando el coachee descubre que tiene una capacidad de respuesta muy superior a la que se imaginaba poseer.