Me resulta muy complejo poder expresar en palabras sentimientos que aún no tienen asignado un concepto y/o significado, pero prometo que haré lo posible para poder ser contundente al explayarme.
Esto comienza a tomar tinte de sueño cuando alrededor de las doce horas del mediodía americano del viernes treinta y uno de mayo de este gran 2013, bajo del tren -que me traía del aeropuerto- en la estación Fullerton de la línea marrón de trenes de la fantástica ciudad de Chicago, Illinois. Allí me esperaba mi hermano y compinche de ese momento bisagra en la historia de la humanidad. Fundiéndonos en un cómplice abrazo y observando a los alrededores, tratando de entender en dónde demonios estábamos y lo que íbamos a vivir, emprendimos camino.
Muchísimas cosas maravillosas pasaron desde el momento en el cual pise Chicago hasta el acontecimiento más trascendental de toda mi existencia, cosas de las que seguramente este blog no me permitiría escribir por el límite en la utilización de caracteres, así que pasaremos directamente a lo más hermoso que me paso en la vida. Continuar leyendo