Sin Robert Johnson no hay Rock and Roll

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Durante miles y miles de años el ser humano rindió tributo y alabanzas a los dioses Alá, Jesús, Ra, Shivá, Zeus y otros tantos. Estos solo le han dado muerte, sequías, hambre y hasta desilusiones a sus fieles seguidores. Pero hubo uno que no necesito a los palurdos, con sus alabanzas y su palabrerío de falsos elogios, e incondicionalmente nos regaló a los mortales la clave de la felicidad eterna.

Hijo de una mujer que vivió desde niña bajo la esclavitud del hombre blanco y criado por un padre carpintero, creció creyendo que era hijo de este señor, pero luego de unos años su madre le confesó que este carpintero no era su verdadero padre. Historia similar a los de un supuesto “mesías”, y a él nunca lo trataron como tal.

Viajante sin cese, lleno de amor e incertidumbre, decidió tomar el camino hacia su libertad. A los dieciséis años de edad abandonó la escuela diciendo a las autoridades que tenia problemas en la vista. Pero lo que realmente quiso decirles es que en ese tipo de enseñanza no podía visualizar ni su futuro ni el del planeta Tierra.

El momento clave en la vida de este joven fue cuando perdió a su hijo y a su primera esposa (de dieciséis hermosos años de edad) a principios de 1930, ambos murieron en el momento del parto. Sin dudas esta fue su razón para meterse en la melancolía del blues, el único responsable de salvar su muy corta pero inimaginablemente mágica vida. Se casó con la viuda Lockwood, la cual tenía un pequeño niño, fundamental en el futuro misterioso de este gran músico de Blues. El nombre de este niño era Robert Lockwood.

Robert Leroy Johnson
8/5/1911 – 16/8/1938

Fue entonces cuando este jovencito comenzó a dar que hablar por sus habilidades musicales, tanto en la guitarra como con su cautivante voz. Esto sorprendió a muchísimos músicos de aquel entonces, ya que hacía muy pocos meses este pequeño joven no era muy bueno tocando esta música y se había acercado a ellos para que le enseñaran la ejecución de tan bellos Blues que tocaban. Estos músicos eran nada mas ni nada menos que Charlie Patton, Willie Brown y Son House.

Es aquí entonces donde nació el mito, la leyenda, el gran misterio que giró durante casi un siglo sobre este magnífico ser. Él ya era un gran cantante y excelente guitarrista de Blues. Nadie podía creer que casi un año atrás este pequeño joven no era capaz de mantener una canción completa con su guitarra. Muchos decían que este cambio rotundo en su ejecución se debía a que fue un fiel alumno de Isaiah Zimmerman, un músico de Blues de la época del cual se decía que aprendió a tocar guitarra rondando a la medianoche por los cementerios del delta solicitando la ayuda de algunos espíritus.

Pero el rumor más fuerte que sostenían los pueblerinos era que una noche este muchacho, en el cruce de caminos de la carretera 49 y la 61 en el maravilloso pueblo de Clarksdale, Mississippi, un hombre negro y grande tomó la guitarra de este joven muchacho, la afinó y se la devolvió diciéndole que iba a ser el mejor músico de Blues de todos los tiempos y que a cambio solo debía regalarle su alma.

Robert Johnson

Robert Johnson

Muchas fueron las razones para que este mito creciera cada vez más. Una de ellas fue lo sorprendente que era para muchos que en el mismo día, con unas muy pocas horas de diferencia, este muchacho estuviera tocando en Memphis y al rato en New Orleans, y es entonces aquí donde entra en juego el pequeño Robert Lockwood. Este niño fue criado por el músico de Blues mas influyente de todos los tiempos, se llevaban algunos años de diferencia pero tenían un parecido físico un tanto pronunciado, entonces aprovechaban esto para tocar al mismo tempo en lugares sumamente lejanos, así pudiendo aprovechar más los conciertos y ganar mayor cantidad de dinero en menos tiempo. Esta sería la explicación lógica a la cual se llegó con los años, pero muchos siguen creyendo que el diablo metió la cola en la historia.

Otra de las grandes incógnitas que gira alrededor de este gran músico es que cuando tocaba sus canciones lo hacia en una esquina y mirando hacia la pared. Muchos creen que eso generaba una mejor acústica y un volumen mayor a la hora de ejecutar su guitarra, otros dicen que esa posición era para que los espectadores no pudieran robar su técnica al tocar, pero también están los que aseguran que se paraba mirando hacia la pared para que el público no pudiera ver sus ojos llenos de rojo sangre, cosa que genera la posesión del diablo. Sus letras también hacían referencia a mitos oscuros y pactos con el diablo, como por ejemplo “Crossroad Blues” que habla de un cruce de caminos y el encuentro con Lucifer, “Me And The Devil Blues” donde dice “temprano en la mañana, cuando golpeas mi puerta, digo Hola Satán, creo que es tiempo de partir”.

Recorrió todo el sur de los Estados Unidos de América tocando su música, cautivando al público con su técnica al ejecutar su preciosa e inseparable Gibson L-1, y con los matices exagerados de su bella voz. Hasta que en uno de sus conciertos fue descubierto por H.C. Speir y entre noviembre de 1936 y junio de 1937, le grabó un puñado de canciones que cambiarían la manera de hacer música en los años venideros.

Nunca se quedaba en un solo lugar. En cada ciudad que visitaba, seducía a una bella señorita que haría más amena su estadía hasta partir nuevamente. Su adicción a las mujeres ajenas y al whisky fue lo que lo llevó a su muerte.

Entonces el trece de agosto de 1938 en un local llamado Three Forks situado en Greenwood, Carolina del Sur, este joven intrépido sedujo a la mujer del dueño del lugar. Apoyado en la barra, el cantinero le acercó una botella de whisky y él se decidió a beberla, es entonces cuando (según cuenta la historia) el gran Sonny Boy Williamson le quitó abruptamente la botella de las manos y le dijo “nunca tomes de una botella que está abierta”, a lo cual este joven respondió “nunca más vuelvas a sacarme una botella de las manos” y acto seguido bebió de ella. Casi llegando al final del concierto este joven dejó de cantar, apoyó su preciada guitarra a un costado, salió a la calle y desapareció de la vista de los presentes.

Murió el dieciséis de agosto de 1938 a la edad de veintisiete años siendo así el primer miembro del famoso club de los 27. Ha dejado solo veintinueve canciones grabadas (algunas en dos tomas llegando así a ser 42) y una manera indescriptible de tocar la guitarra. Su legado es eterno e infinito y lo será hasta el fin de los tiempos. Nos ha dado las primeras herramientas para lo mas preciado que tiene el ser humano, es el albañil de los primeros cimientos del Rock n’ Roll.

Una de los tres lugares donde se supone que están los restos de Johnson

Una de los tres lugares donde se supone que están los restos de Johnson

Yo no creo ni en Dios, ni en el Diablo, no tengo religión alguna, y soy muy renegado y escéptico a la hora de temas espirituales y sin explicación lógica. Sin embargo, después de tanto tiempo de escucharlo y aprender de él, no puedo creer lo que este joven ha generado en mí y en la música contemporánea. ¿Cómo en tan poquísimo tiempo pasó de ser un mediocre guitarrista de Blues a ser la mas grande influencia de la música? ¿Cómo es que se escuchan dos guitarras si solo hay una? (después de millonada de veces de escucharla, por más de que sepa que hay una, yo sigo escuchando dos). ¿Cómo es posible que con veintinueve simples canciones haya cambiado más en el mundo que páginas y páginas de la supuesta “palabra de Dios”?

Lo único que sé es que les estoy eternamente agradecido a la señora Julia Major Dodds y al señor Noah Johnson por haber traído a mi mundo al hombre responsable de que hoy, en el 2012 el mundo siga siendo feliz.

El Rey de los cantantes del Delta Blues. El cantante de Blues mas importante que jamás haya existido. El abuelo del Rock n´Roll.

Robert Leroy Johnson, sin ti no tendríamos Rock n´Roll.

Sin ti no tendríamos sentimientos.