Venimos a caminar la vida. Estamos en la Tierra para movernos y para aquietarnos pero, de alguna forma, siempre estamos viajando.
Siguiendo la línea de tradición originaria, se me ha enseñado que cada uno de nosotros llega a esta Tierra con un propósito que se debe sostener y honrar. Y, para que nuestra vida funcione alineada al Universo, no podemos olvidarnos o hacer a un lado esa misión que nuestra Alma se ha propuesto para este tiempo.(Por no animarnos o por cumplir con pedidos y sueños de los demás). Porque, de ser así, ese lugar nuestro, quedaría vacío y la rueda estaría incompleta. Como si hubiera un hueco en el mundo.
Se me transmitido que lo más importante al elegir un camino de vida es optar por aquel que tiene corazón para nosotros. Por aquel que nos conmueve y nos conecta con lo más profundo de nuestra esencia. Con aquel que nos inspira y, aunque se dificulte y hasta se borre algunos días, nunca deja de hacernos sentir más grandes, menos solos, más alquimistas, menos desconectados.
Para encontrar ese camino, tenemos que predisponer toda nuestra intención de buscarlo incansablemente. Tenemos que aprender a ser observadores y escuchadores de lo que nos rodea y de toda la sincronicidiad que, segundo a segundo, se activa en nuestra vida. Saber reconocer una sincronicidad es un poder, es un don en el que puedes entrenarte. Es aprender a escuchar el espíritu de todas las cosas.
Si en vez de ir por la vida distraídos, enchufados al celular sin levantar la vista, perdiéndonos de hablar personalmente o dejando pasar la oportunidad de sonreírle a algún extraño que necesita esa sonrisa más que nada en todo el mudo, decidiéramos comenzar a hacer lo único y lo mejor que podemos hacer: Nuestro Intento.
El Intento lo es todo. Es tu máximo poder. El intento de caminar en conexión, escuchando las respuestas a las preguntas que nos hemos planteado una y mil veces. El intento de recibir esas señales que nos afirman, una y otra vez, aquello que en nuestro interior ya sabemos, pero como el Universo sabe que necesitamos certezas, las envía de todas formas.
Cuando te sientas desorientado, recuerda que dónde ponemos nuestra atención, ponemos nuestra energía y dónde ponemos nuestra energía, es donde todo se crea y se transforma. Por eso, el primer intento debe ser enfocarnos. Poner toda nuestra atención en lo que estamos haciendo en el presente. Por más mínimo que sea, si lo hacemos enfocados, observando sus detalles, sus colores y su micro-mundo, algo bueno tiene que activarse. Algo tiene que pasar. El Universo no es el mismo cuando, al menos, una persona comienza a conectarse al Ahora, cuando alguien más puede captar su red.
Existe otro aprendizaje que tenemos que activar si queremos encontrar nuestro Camino: Encender las oportunidades. Porque el poder está en las oportunidades, pero son como velas que esperan por ser encendidas para alumbrarte, para entibiar un poquito más el mundo y comenzar a llenar el hueco. Ellas siempre están ahí y, tal vez, las sientas agazapadas o escondidas, pero no es cierto. Solo están ahí esperando ser encendidas.
Los intentos nos enfocan, nos convierten en caminantes conscientes, presentes, observadores y escuchadores. Nos hacen el corazón más grande para que podamos recibir la belleza y la sabiduría de las sincronicidades. Nos entregan el fuego para encender nuestro propósito en la Tierra.
Entonces, al menos por hoy, hagamos el intento de caminar aceptando lo que la vida nos entrega, estando atentos pero calmados. Detengámonos a observar, a honrar el Camino. Ofrendemos algo: Una sonrisa al vendedor de jugos de la esquina, un abrazo de esos que curan a los dos, un riego a la tierra aunque no sea nuestra huerta o nuestro jardín. Al menos hoy, comprometámonos a embellecer nuestro paso, encontrando nuestro ritmo, nuestras calles que más nos gustan, amigándonos con el lugar y, si no lo logramos más allá de nuestro esfuerzo, entonces, cambiemos de espacio.
Pero, sobre todo, hoy hagamos foco en escuchar y encender las oportunidades. Porque, tal vez, la vida sea como un pequeño pájaro posado al lado tuyo, llamándote y llamándote y llamándote, invitándote a volar con él. Pero solo algunos pueden verlo porque es pequeño y está cantando y, últimamente, pareciera que alrededor nuestro todo está gritando o hablando por WhatsApp.
Recordemos nuestro derecho de caminar, de estar en la Tierra para movernos y para aquietarnos en ese mismo camino, cuando así lo necesitemos. Recordemos que somos buscadores, y un buscador es un viajero que camina con el corazón por delante.
Mariela Blanco
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