Uruguay-Brasil. El Chuy. Original Paso Fronterizo

Recuerdos de mis Viajes por Brasil-Uruguay.

 

Volvía de Brasil. Porto Belo se había ocupado de hacerme pasar unos días maravillosos, con sus costas bañadas de aguas cristalinas. Eso sí. Con una buena “caipira” entre las manos. Era muy temprano, domingo y estábamos cambiando el equipaje del micro de origen brasilero a uno de origen uruguayo. Estaban uno al lado del otro. Nos separaban una pequeña veredita y cada uno estaba en su propio territorio. Intercambiábamos de un país a otro con un solo paso. Cosa rara si las hay. Pero esto ocurre en estos pueblos fronterizos que pertenecen a estas dos naciones, conocido como el Paso Fronterizo del Chuy.

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Uruguay. La paloma. El mar y sus caprichos. Siempre es hermoso.

Ya con todo el cuerpo, alma y el pasaporte sellado estábamos en el Uruguay, cumplidos todos los requisitos mundanos. Viajábamos a la Paloma. El caprichoso clima nos recibía con una tenue llovizna. Un domingo de esos que te repudren. El plan era comer bien y una siesta reparadora. Para acompañar lo primero, saque del baúl de mi auto un buen vino argentino que había llevado y hasta que no llegue al fondo de la cuestión no lo abandone.

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Uruguay. La Paloma. “Cabañas Costa Esmeralda” Casi adentro del mar.

Me acomode en las cabañas “Costa Esmeralda” del amigo Héctor Chaine. Yo pedí una que estuviese bien pero bien frente al mar, si es posible adentro de él, recalque. Este bendito y muy desagradecido nos esperaba con unas ráfagas heladas que hacían temblar toda la estructura. El aire congelado no lo podías parar con nada. Lo único que existe para estos casos es la espiritualidad y si es posible la de Baco. Con el sentado a la diestra de la botella me repetía el clásico. …Al centro y adentro…

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Uruguay La Paloma. “La Patinetavelismo” una exquisitez para beberse los vientos..

Llevaba dos días en mi lucha desigual con el viento y el frio y uno de mis amigos ante mi embole climático tuvo la feliz idea de hacerme la siguiente propuesta. Andate hasta el Chuy, allí tenés la frontera de dos países en una. Te vas con la nafta justa y luego del lado brasilero llenas el tanque, la diferencia de dinero es importante y con lo que te ahorras te compras algo que te guste.

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Uruguay-Brasil. El Chuy. Desde Brasil mirando los negocios del Uruguay.

Muy entusiasmado con ese plan llegamos muy temprano al lugar. Allí encontraría una frontera dividida por una pequeña rambla. De uno de ellos el Uruguay y enfrente Brasil precisamente y como su nombre lo indica estaba parado en La Avenida Internacional. Cada país gentilmente le cedió su nombre al otro. Del lado de Uruguay la calle se llama Brasil y del lado Brasilero la calle se llama Uruguaí. De ambos lados esta atestada de negocios. Muchos Free Shop. Con mercadería importada sin impuestos a muy buenos precios. Argentinos abstenerse, todo a precio dólar estadounidense.

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Uruguay-Brasil. El Chuy. El gran atractivo de la ropa importada.

Hasta hace muy poco las dos avenidas eran ida y vuelta. Ahora las hicieron de una sola mano. El caos para circular siempre fue de admirar. La variedad de vehículos es interesante de analizar, algunos muy antiguos, otros súper modernos, en el medio hay de todo. Llama mucho la atención la cantidad de carros tirados por caballos que circulan. No cumplen una función como en mi país que los usan los clásicos “botelleros” Gente que junta cartón y chapa vieja para revender. En esta mezcla tan poco homogénea aparecen algunos coches de alta gama despampanantes. Enorme cantidad de motos, con sus caños de escapes muy estridentes.

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Uruguay-Brasil. El Chuy. El gran magnetismo de los perfumes, la perdición femenina.

Atacamos con mi señora el Free Shop. Ella directo a los perfumes y yo a la gastronomía y la electrónica. Recorrimos la oferta una por una. Es muy bueno hacerlo cuando no hay apuro, solo por divertimento, tocar todo, probar todo, los brazos impregnados de distintos aromas y oliendo a muy rico con la mezcla de ellos. Los Whiskies, las máquinas fotográficas, los chocolates, la ropa. Excelente terapia pero solo funciona muy bien cuando uno puede comprarlos.

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Uruguay-Brasil- El Chuy. Las bebidas subyugan a los hombres.

Nos encontramos al final… con las manos vacías. Los precios para los argentinos son imposibles. Pese a todo recorrimos los distintos Free Shop y los negocios que uno al lado del otro se extienden en los dos países por varias cuadras y calles transversales. La gastronomía tiene interesantes variables y buscando por sus calles interiores las alternativas son muy pintorescas y muy buenas. Con entusiasmo y alegría buscábamos novedades por todos lados…alguna pichincha. Mientras nos consolábamos mutuamente. Muy cercano a las 20 horas empezaron a cerrar y decidimos pegar la vuelta. Previa carga del tanque de nafta del lado brasilero. Cumplíamos de esa manera con lo programado Aquí empieza la verdadera historia…

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Uruguay-Brasil. Las góndolas llenas desequilibran los presupuestos.

¿Cuánto? Lleno por favor. Fue la pregunta y la respuesta. Me abre la tapa del tanque. Me grito desde afuera. Ya estaba abierto. Repetí la operatoria y espere. Me golpeo con el pico de la manguera y me repitió apenas fastidiado. ¡Me puede abrir! Yo más caliente que él le grité. ¡Ya te abrí! Lo empecé a mirar por el espejo retrovisor lateral. No abre, gritó. Colgó la manguera en el surtidor. Dio la vuelta y me enfrento en la ventanilla del conductor. Con cara de pocos amigos. La fila atrás mío empezó a crecer. No abre ¿qué hacemos? Ya hice todo. ¿Qué puedo hacer? le dije yo. Póngase a un costado y traté de abrirlo. Juro que utilice todos los métodos…Pero nada.

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Uruguay-Brasil. El Chuy. los negocios llaman la atención de los Turistas.

Muy abatido fui y lo encare. ¿Tenés alguna solución? Sí. Ir a un cerrajero. Seguí sus instrucciones. Ya estaba cerrado solo una puertita de escape abierta. Me asome. Le conté mi tragedia. No, esto no es para mí, tiene que ir a un electricista. Seguramente el motor dejo de andar. Vaya a ver al “Gallego”. Hacia allí fui. Recién cerro me dijo su vecino. Dónde hay otro mecánico. Calles de tierra muy oscuras. Nos producían un poco de temor. Pero debo confesar que todo fue muy normal y tranquilo. Mientras tanto el mecánico me decía: Imposible, debe ser comandado por la computadora. Pero ahora búsquese un Hotel y empiece mañana.

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Uruguay. La Paloma. “Patinetavelismo” Cazando las velas con total baquía. Grande el ingenio Infantil.

El coche cargado y funcionaba apenas con el olor a nafta. La elección era una sola… quedarse. El aroma del café recién hecho me envolvía. Mientras desayunaba apurado rogaba por una solución rápida. Mi coche ya estaba en reserva. El genio de la computadora me dijo antes de saludarme. Tengo turno para dentro de quince días. Pero me dio un alivio…No es la computadora. El tercer mecánico se apiado de mi llanto. Tantas veces practicado lo había optimizado al máximo. Debe esperar dos horas a que termine un trabajo. Me quede en la puerta hasta que me atendió. No quería arriesgar ni el turno ni la poca nafta que me quedaba.

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Uruguay-Brasil. El Chuy. Los negocios exponen su mercadería.

Por la puerta trasera tuvimos que sacar todo el equipaje del baúl y reacomodarlo en el interior. No entendía para que había llevado tantas cosas. Y comenzó el desmantelamiento. ¿Puedo desarmar esto? Sí. Tengo que sacar el tapizado. ¿Puedo? Y siii. Mientras tanto yo pensaba ¿sabrá armarlo? La próxima pregunta fue clave. Aquí no está el acceso. Tengo que desarmar dentro del habitáculo. ¿Qué hago? Y desarme ya le dije que sí, conteste un poco histérico. Él y sus dos ayudantes se trasladaron a la puerta trasera comenzaron a hincar sus destornilladores en el tapizado, tiraban de los burletes y me parecía que lo disfrutaban. Mientras yo sufría.

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Uruguay. Brasil. El Chuy. La Perfumería. “Causal de Divorcio”

Estaba el mecánico, dos ayudantes y yo con la cabeza metida adentro del auto, agachados. En esa posición vi dos ojotas bastante gastadas por el tiempo, seguí ascendiendo por sus piernas, pantalón tipo bermudas y una remera, ambas muy usadas y con algunos vestigios de grasa. Esta vestimenta portaba la cara de un señor de unos cuantos años y sobre su frente un par de anteojos. Su perfil daba como la de un genio. Loco… Pero genio. Muy irreverente le pregunto al mecánico. ¿Por qué estas desarmando el auto al señor? El señor era yo. Se le trabo la tapa del tanque de nafta. A lo que él le contesto, no sin sonreírse: No desarmes más. Quita el farol trasero y ahí tenés acceso al motor que lo traba. Este era un aparecido…lo afirmo. Me lo mando Dios…Grande Genio.

 

 

 

 

 

 

 

 

Uruguay. Punta del Este. Toda seducción.

 

Recuerdos de mis Viajes por Uruguay.

 

Mi pie derecho apretaba el piso del auto y el que más sufría era mi acelerador. Estábamos muy ansiosos por llegar en nuestro breve viaje de la Paloma a Punta del Este, allí donde el sol monto su templo en la República oriental del Uruguay, suerte que tan solo nos separaban 130 kilómetros.

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Punta del Este. Sus playas son atracción de Turistas que llegan en grandes cruceros.

Teníamos noticias de que varios periodistas de distintos países se encontraban alojados en el “Hotel Jamaica”. La única referencia que teníamos es que estaba detrás del Hotel “Conrad”. Sentadito en la punta del asiento trasero viajaba mi colega de Ecuador Guido Calderón, el hacía de Copiloto de rally. Entre sus manos lo protegía como si fuera un polluelo, lo exprimía y movía nervioso, mientras sus dedos aprovechaban y le llenaban la cara al GPS. A su vez a viva voz me iba dando indicaciones. Era la auténtica búsqueda del tesoro.

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Punta del Este. La mirada perdida en el horizonte en Casa Pueblo.

Por fin se escuchó: ¡Allí esta! El griterío en el habitáculo del auto era ensordecedor. Rápidamente salieron a saludarnos nuestros colegas de distintos países y así dimos por iniciada la nueva reunión de “Visión” – Asociación de Periodistas Internacionales de Turismo- Una ajustada agenda nos mantendría ocupados por más de 10 días. En pocos minutos más nos pasarían a buscar para dar una recorrida por esta magnífica ciudad balnearia, la codiciada, la única… Punta del Este.

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Punta del este. El “Hotel Jamaica” y su coqueto entorno.

Hicimos el chek inn en el Hotel y nos distribuyeron las habitaciones. La clásica revolcada de las valijas. Debíamos asegurarnos de llevar la máquina de fotos y verificar la carga de las pilas, es la nueva tecnología que nos debemos asegurar en todos los viajes. Sin quererlo ya estábamos arriba del ómnibus y nuestros guias nos iban repitiendo cifras y nombres sin cesar.

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Punta del Este. La belleza de sus codiciadas playas.

Recorrimos el pintoresco Puerto deportivo de la “Virgen de la Candelaria”, descubierto por uno de mis más famosos tíos “Don Juan Díaz de Solís”. Atestado de costosísimas embarcaciones, este fue uno de los primeros puntos que recibieron todos los disparos de nuestras máquinas fotográficas. Descargamos en él toda la adrenalina del viaje. A mi particularmente me hizo poner nostálgico y recordar a “Puerto Banus” en España. Seguimos en nuestro recorrido y llegando a la punta de la península. Vimos como las aguas se unían en un abrazo eterno de colores y sabores en interminables besos de espumas. Allí se juntan las aguas dulces del Río de la Plata y las saladas del océano Atlántico.

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Punta del Este. Grandes cruceros llegan a sus costas.

Rápidamente estábamos fotografiando los famosos “Dedos” muy cercanos a la parada 2 de la playa Brava, uno de los lugares más atractivo para la “Foto” de Punta del Este. Siempre está rodeado de turistas que cámara en mano quieren inmortalizar su silueta. Esta magnífica obra del artista Chileno Mario Irazábal Covarrubias es hoy uno de los iconos más representativo de los esteños. Sus imágenes con ciento de caras de turistas de distintos países recorren el mundo identificándolos. Personalmente cuando los veo me imagino detrás de ellos a la ciudad de Punta el Este. Siempre que puedo paso por allí. Pese a que originalmente el autor quiso prevenir a los bañistas de un posible accidente en el mar. Para mí es un canto a la vida esa mano buscando el inmortal cielo.

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Punta del Este. “Los dedos” Un icono del turismo Uruguayo.

Hoy a estas magnificas playas llegan grandes cruceros que vienen recorriendo distintos puertos. Es este uno de los principales atractivos de la ruta prevista dándole un movimiento importante de turistas extranjeros. Poco a poco recorrimos toda la costa Brava, en su orilla habitan una importante hotelería, edificios y construcciones de muchísimo valor rodeada de puntillosos jardines, ordenados, regados y florecientes, adornados de multicolores flores que le dan un marco especial a toda esta magnífica red edilicia.

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Punta del Este. La Barra de Maldonado y su puente ondulante.

Fuimos en forma directa a la famosa Barra de Maldonado unos de los puntos de reunión del glamour de todos los veranos. Allí se practican todo tipo de deportes náuticos y las siluetas femeninas con muy poca tela sobre su cuerpo adoran al sol. El puente ondulado que une a las dos orillas- así se lo conoce por su forma- Es una obra arquitectónica de una osadía total y hacen del lugar algo muy pintoresco. Atravesarlo nos da una sensación muy extraña en nuestros estómagos, que se traducen en sonrisas y griterío, tal como ocurrió en nuestra combi, provocando un momento muy divertido.

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Punta del Este. Punta Ballena es una obligación visitarla.

Ante el reclamo de todos fuimos hacia Punta Ballena, recorrimos los pocos kilómetros que nos separaban de ella no más de quince, ansiosos por conocer este maravilloso lugar y dispuestos a regalarnos un magnifico atardecer. Conocedores de que esta punta de piedras que arriesgadamente se mete en el mar y tiene el placer de cobijar entre sus rocas a “Casa Pueblo”.

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Punta del Este. “Casa Pueblo” La morada de Paéz Vilaró.

Es este un lugar muy especial que fue creado por un personaje muy mimado por los Uruguayos. “Carlos Paéz Vilaró” recientemente desaparecido. En su mente de artista fabrico este magnífico lugar y lo fue desarrollando a través de los años. En su interior cobija un Hotel de cuatro estrellas, un museo y una galería de arte. Su estructura muy blanca se destaca desde muy lejos entre las rocas. Convierte esta punta saliente de piedras en un paraíso. El lugar tiene un aspecto muy particular cuando el reflejo del sol ocultándose insolentemente lo invade. Convirtiéndolo en el  “Santuario de la Bohemia”.

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Punta del Este. Casa Pueblo y Punta Ballena una simbiosis de Bohemia.

Nuestro transporte regresaba con las primeras sombras que querían invadir el escenario, la ruta costeaba el mar y la blanca espuma sacudía su cabellera sobre las limpias arenas costeras. Viajaba semidormido y meditaba… es que cuando encontramos estos lugares tan bellos los “Turistologos” acostumbramos a usar una frase muy conocida y muy ceremoniosos decimos: “Aquí estuvo la manos de Dios”. En silencio y muy para mis adentros pensaba en el privilegio de los Uruguayos. De haber encontrado a Dios en un día muy descansado, muy creativo y que no uso solamente una mano sino que uso las dos y quizás algún ayudante. Es que le dio tanta belleza a Punta el Este. Su imaginación y su buen gusto son notables. Lo único que se me ocurrió susurrar fue ¡Grande Genio!

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Punta del Este. Las playas y los visitantes de Grandes Cruceros.

Nos dejaron en la puerta del Hotel y nos dieron una hora para bajar bañaditos y perfumados. La cena prometía, nuestro próximo anfitrión seriá el gran “Hotel Conrad Punta del Este. Resort & Casino”. Un cinco estrellas emblemático de Punta, con casi 300 habitaciones, 5 restaurants un completo Spa y un gran Casino. Ubicado en un lugar preferencial frente al mar.

Muy puntuales ingresábamos triunfantes y hambrientos al Restaurant “Las Brisas” del gran complejo. Una pequeña ceremonia con las autoridades del lugar, regalos y llego la esperada orden ¡A comer! Estas son las sugerencias del Chef:

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Punta del Este. Hotel Conrad y el Restaurant “Las Brisas”

Salad Bar

Sopa de pollo y verduras

Wrap de atún y vegetales asados

Principales:

Picaña con papa al plomo

Spaghetti con salsa de hongos y Panceta con hierbas

Pesca del día con salsa de Puerro y azafrán

Buffet de postres

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Punta del Este. El Restaurant Las Brisas en el Hotel Conrad. Buffet de Postres.

En mi caso partí como un enajenado con mi plato y el tenedor armado como para ir a las cruzadas. Mi objetivo la mesa del Salad Bar. Muy abundante y variado. Pese a que quise ser mesurado casi lo hago explotar. Todo regado por un abundante tinto muy rico servido a discreción. Mi plato principal ¡Carne! Picaña. Allí me demostraron la bondad de la cocina, se pidieron dos de ellas, una jugosa la mía y la otra a punto, las dos llegaron al mismo tiempo y con cocción exacta para cada uno y la temperatura. Caliente. Una exquisitez. Los Postres capítulo aparte.

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Punta del Este. Hotel Conrad una apacible recepción.

Un rápido recreo por la sala de Juego, muchos de mis colegas despuntaron el vicio. A mí ya hace tiempo que este bichito me dejo de picar. Lentamente nos fuimos retirando. Mañana muy temprano teníamos un día agotador por las Playas de Piriapolis. Rápidamente las sábanas suaves y la agradable temperatura me envolvieron en un magnifico sueño.

 

Uruguay. Montevideo. El Mercado del Puerto

Recuerdo de mis viajes por Uruguay

Montevideo y su misterio… una ciudad que por momentos parece antigua y por momento super moderna, su costanera esta hermosa, pujante con una cadena de edificios nuevos, sinuantes, copiando la costa, frente al río. Es hermoso cuando una ciudad adora el agua y le rinde su culto de esa manera, la costanera se convierte en un hito social. Así lo vi a Montevideo, regresando del viaje que organizara Visión (Asociación Internacional de Periodistas y Escritores de Turismo) por el este de Uruguay y el sur de Brasil. A pesar de volver con la retinas cargadas de maravillosos paisajes me encanta siempre y aunque me tenga que desviar muchos kilómetros. Exigirme y cumplir con un rito, una costumbre, un mito indeclinable. Almorzar en las Parillas del Mercado del Puerto.

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Uruguay. Las Playas de la Pedrera. Una belleza.

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