No coincido para nada con esa gente que dice que determinada actividad, persona, ídolo, género musical, ideal político, entre otros factores identitarios, es su vida. Aclaro, no comparto para nada con esos sujetos que expresan: “Racing es mi vida”, por más que yo sea hincha de la academia. Con el voley me ocurre lo mismo, no es mi vida, es una gran parte de ella, claro. Gracias al voley he vivido algunos de los momentos más felices de mi vida pero también sufrí de los más tristes. Gracias al voley nací, literalmente, porque mis viejos se conocieron jugando a este deporte. Gracias al voley he conocido decenas de personas maravillosas, pero también a aquellas que son poseedoras de los peores defectos humanos. Mi vida pasa por otro lado, por mis afectos, por lo que emprendo día a día, el voley ocupa un espacio más que dichoso e importante, pero no la totalidad del mismo.

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