70. Los hipster del amor

#AmoresTóxicos

Ser hipster no es para nada hipster. Camufladores de emociones vanas, esa gente moderna con el pelo desprolijo pululan por la ciudad engrasando auriculares repletos de músicas que nunca vas a escuchar. Miran por encima de tu hombro sin que notes que miran por encima de tu hombro. Resignan la capacidad de sorpresa para ser fieles a un estilo que intenta llegar, antes que todos nosotros, adonde ninguno de nosotros se plantea, a priori, querer llegar. Si pudieran escuchar los discos antes de grabarse o las películas antes de filmarse alcanzarían la cucarda hipster del Siglo XXII.   

El vocablo deriva de la palabra hip, porque en los años cuarenta, los músicos de jazz usaban la palabra “hip” para describir a cualquier conocedor de la emergente subcultura afroamericana, lo cual incluía saber de jazz. Los miembros de esta subcultura fueron llamados “hepcats”, un término que luego se transformó en la palabra “hipster”. Eran definidos como “personas que gustan del hot jazz”. A menudo se los describe como poseedores de un lenguaje propio y alejados de todo populismo.

Julia Plevin los definió como selectivos y autoproclamados, afirmando que “el punto principal de los hipsters es que ellos evitan las etiquetas. Sin embargo, todos se visten igual, actúan igual y se conforman en su no conformidad hacia un aspecto vintage, cuidadosamente cuidado e icónico”.

Mark Greig es más duro a la hora de definirlo ya que lo ubica en un marco socioeconómico fundamentado en la tendencia a la “pequeña burguesía de una generación joven e insegura de su futuro estatus social”.

En mi barrio dicen que son modernitos, soberbios, que pasan de todo y que tratan de disimular cualquier expresión cercana a la efusividad. Quieren ser invisibles. No toleran no saber y participan de una carrera para llegar primero a la novedad (son los reyes de la novedad). Mueren de pena cuando parte hacia el infinito y más allá un actor como Philip Seymour Hoffman. Usan ropa nueva que parece vintage y son grandes consumidores de la cultura alternativa. Suelen ser sofisticados, cultos y altamente tecnologizados.

¿Qué es un hipster del amor?

Son aquellos que trasladan “la pose” a los aspectos sentimentales de su vida. Todos, de algún modo, tenemos una pose, un estilo de vida y una forma de subrayar los gustos y las pasiones. Unos se localizan en la cultura, otros en el deporte o la filosofía. A los hipster del amor nada los sorprende, pueden estar ante una belleza descomunal y no se les mueve un pelo. En la pose muestran que les da lo mismo estar o no estar con alguien, libidinizan el consumo de la cultura y de la novedad como si ese fuera el ideal a seguir. Pareciera ser que el cine iraní se filmara para ellos.

Marta Jiménez Serrano en un artículo del diario El confidencial de Madrid diferencia al amor romántico del amor hipster. Dice que el amor romántico es el hollywoodense que persigue finales felices ya que “Hollywood despliega e idealiza toda la potencia de esa narración enseñándonos además la conclusión del relato. Después de todas las dificultades, los obstáculos vencidos y la consecución del amor, ¿qué viene? La familia. La estructuración socialmente aceptable del amor. Algo así como que el destino final del romanticismo sería la familia.

Del otro lado, contra toda tradición, aparece reactivamente la revolución sexual, que busca “liberar al sujeto para que pueda explorar lo sensual escapando de la normalización que constituyen las formas de amar preestablecidas y relacionarse sexualmente de forma indiscriminada”. Esto llevó que aparezca un claro sujeto narcisista que sólo piensa en sí mismo y en la consecución de sus propios placeres. Este cambio de paradigma permite que afloren sexualidades que hasta el momento se habían invisibilizado o estigmatizado. Pero curiosamente cualquier pose es exhibicionista por más que trate de disimularse, es decir me individualizo para pertenecer a un determinado núcleo cultural lo cual se contradice con el “ser en sí”. La pose del no compromiso y del “open mind al poliamor” a la larga termina volviéndose en contra.

hipsterDice Baudrillard que la moda es arbitraria y cíclica y que no añade nada a las cualidades intrínsecas del individuo. La moda no siempre es lo moderno. La modernidad habitualmente se caracteriza por la discontinuidad del tiempo: cortes con la tradición, sensación de novedad, instantáneas de lo que ocurre. Para Baudelaire, la modernidad se define por “lo transitorio, lo fugitivo, lo contingente” y se diferencia  de la moda que no hace más que seguir el curso del tiempo; es la actitud que permite aprehender lo que hay de “heroico” en el momento presente. La modernidad no es un hecho de sensibilidad ante el presente fugitivo, es una voluntad de “hacer heroico” el presente. Tal vez por eso, tener una postura esquizo-afectiva garantice cierta ilusoria protección. ¿Pero de qué?

De tanta rareza, estar con alguien, termina siendo raro. ¿No será que ser un hipster de los sentimientos termina siendo un acto defensivo? ¿No será que más que una causa en sí misma es una consecuencia de una carencia afectiva anterior? ¿Las parejas hispter-afectivas tendrán deudas del pasado que ocultan llenándose de presente? ¿Puede transformarse el consumismo en un modo de elección amorosa? Estar de vuelta, ¿no será una forma de dejar de ir?

Nuestra neurosis es el cristal con el cual se mira al amor, siendo el resto psíquico el filtro que aumenta o disminuye la distancia para llegar, curiosamente, a un punto de partida. Tal vez el amor sea eso, saber llegar a un punto de partida.

Los dejo, me voy a escuchar a Vampire Weekend mientras me leo una reedición de Vonnegut.

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