Rusia, lejos del G-7 y eje de un nuevo espacio económico euroasiático

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Excluida del G-8 tras los sucesos que derivaron en la anexión de Crimea y la desestabilización del este de Ucrania, la Federación Rusa es el pivot de la nueva Unión Euroasiática, que entrará en vigor el 1º de enero de 2015. Vladimir Putin firmó el tratado fundacional en Astana, la capital kazaja, junto al anfitrión Nursultán Nazarbayev y al polémico mandatario bielorruso Alexander Lukashenko. De DEFonline / Especial para INFOBAE

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Si bien los líderes de Rusia, Bielorrusia y Kazajstán buscaron dejar en claro que la intención no era recrear la vieja URSS, lo cierto es que Moscú -aislado por las potencias occidentales luego de la anexión de Crimea- busca legitimar su liderazgo en la antigua órbita soviética. Para ello ha ultimado los detalles en vistas al nacimiento de la Unión Euroasiática, a la que se unirían en los próximos meses Armenia y Kirguizistán. “Nuestra posición geográfica nos permite crear rutas logísticas no sólo de importancia regional, sino también de importancia global, concentrando en ella los enormes flujos comerciales entre Europa y Asia”, destacó Putin durante la ceremonia de firma del tratado en Astana. El mandatario ruso puntualizó que el naciente bloque controla la quinta parte de las reservas mundiales de gas natural y alrededor del 15 por ciento de las reservas mundiales de petróleo.

De esta forma, se busca neutralizar el avance de la Unión Europea sobre los países de la antigua zona de influencia de Moscú. La denominada Asociación Oriental -Eastern Partnership- promovida por la UE abarca actualmente a Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Georgia, Moldavia y Ucrania. Además de los sucesos recientes en Ucrania, existen fuertes tensiones entre las autoridades centrales de Georgia y sus poblaciones rusófonas de Abjasia y Osetia del Sur, que desencadenaron la escalada militar de 2008 que derivó en una operación “relámpago” rusa y el reconocimiento por parte de Moscú de la “independencia” de esas dos repúblicas. Otro conflicto, en este caso de baja intensidad, es el que enfrenta desde comienzos de la década del 90 a las autoridades moldavas con la república de Transdnistria, en el este del país, donde tropas rusas garantizan la vigencia de un cese del fuego que, en los hechos, ha derivado en la independencia “de hecho” de esa región.

Otro actor que amenaza con robarle a Moscú el liderazgo en Asia Central es China, en cuya órbita gira la denominada Organización de Cooperación de Shangai, que integran -además de Rusia y China- Kazajstán, Kirguizistán, Tayikistán y Uzbekistán. Por otra parte, las autoridades chinas han logrado sacar provecho de los grandes recursos hidrocarburíferos de la zona, al inaugurar en 2007 el Gasoducto Centroasiático con Turkmenistán, que alcanzaría un volumen total de 65.000 millones de metros cúbicos anuales en 2020. La región de Asia Central se ha convertido en un “laboratorio para la política exterior china”, según explica el analista François Godement, en su introducción al informe The Great Game in Central Asia publicado en 2011 por el European Council on Foreign Relations (ECFR).

De esta forma, el margen de maniobra de Moscú queda cada vez más limitado y la profundización de las relaciones comerciales y políticas con sus vecinos más cercanos adquiere una centralidad impensada meses atrás. Putin destacó que la Unión es “un potente y atractivo polo de desarrollo económico, un gran mercado regional que reúne a más de 170 millones de personas“. Por su parte, el mandatario kazajo advirtió que el tratado de creación de la Unión Euroasiática “contempla los intereses de todos nuestros Estados, refleja los principios de soberanía e igualdad, integridad territorial y respeto a las peculiaridades políticas” de cada uno de los tres países. Uno de los proyectos sería la utilización de una moneda común, que en caso de prosperar, podría convertir al rublo en la unidad monetaria de la zona.

El gran signo de interrogación es Ucrania. Las nuevas autoridades de Kiev buscan un acercamiento a la Unión Europea, mientras que las regiones rusófonas del este pretenden mantener los históricos lazos con Moscú. De hecho, este dilema fue el detonante de las protestas que terminaron en un baño de sangre en la Plaza Maidán y que costaron el cargo al fugitivo expresidente Viktor Yanukovich, protegido de Putin. Los próximos meses serán claves para determinar el futuro de esta ex república soviética y el impacto que tendrá en Rusia el aislamiento de las potencias occidentales.