¿Ciudades para machos alfa o ciudades para todos?

#PensarLaCiudad

La “ciudad del automóvil” o la “ciudad del macho alfa”, como algunos la llaman, es decir, la ciudad pensada para el automóvil(ista) es costosa, tanto en términos materiales, como sociales y ambientales. Es una ciudad difusa y de baja densidad, con distancias largas que han de recorrerse en auto, ocupa una gran superficie del territorio por lo que necesita mucha inversión en infraestructuras (calles, plazas, luminarias, autopistas), servicios (agua, gas, electricidad) y transporte público. Su propia expansión en el territorio, así como su característica de “ciudad baja” hacen que la gente se tienda a agrupar entre los “semejantes”, generándose una segregación social visible por las características urbano-arquitectónicas de los barrios así como por la indumentaria y uso del espacio público de los vecinos. Por otra parte, el mayor uso del auto (o la moto) induce un menor uso del sistema motor humano (no se camina, no se pedalea), es decir, un estilo de vida más sedentario; mientras que contamina y favorece un mayor índice de siniestros viales (“accidentes”), con su propio costo social y económico.

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Es además una ciudad discriminadora y excluyente. Pensada para hombres en buen estado físico, de 1,70 a 1,80 m, en plenitud de aptitudes físicas, mentales y perceptivas. Los niños, ancianos y gran número de personas con capacidades diferenciales no pueden conducir vehículos. Antiguamente el que andaba en auto era el hombre, porque él iba a trabajar mientras que la mujer cuidaba de los chicos en casa. Y es en base a esto que se pensó la ciudad. Particularmente entendí este concepto no hace mucho, leyendo un artículo de Miguel Jurado (Clarín) quien cita a Guillermo Peñalosa cuando le explica:

“Para saber si un lugar es bueno existe un método de tres pasos (…). Primero debes pensar en un niño que quieras mucho. Después, en un anciano que también aprecies. Por último, debes preguntarte si los enviarías solos a ese lugar”.

 

Estamos hablando de ciudades donde el modo más fácil de llegar a cualquier lugar es en auto, pero también con grandes escalinatas a los edificios públicos y subtes, donde los timbres y los porteros eléctricos son muy altos para un niño, o alguien en bicicleta, donde el piso de los colectivos queda alto a un anciano que intenta subir y los petisos no llegamos a los pasamanos que están en el techo, donde muchas veces no llegamos a cruzar la avenida sin correr un poco. Y así es que la mayor parte de las muertes por siniestros viales en la ciudad afectan a peatones.

En latinoamérica, alrededor del 96 % de la superficie de la vía pública es para transporte motorizado, y sólo es exlusivo el 4 % para peatones. Según el país, en una nota publicada en septiembre 2014:

 

  • Buenos Aires tiene 140 kilómetros de 44.500 kilómetros de vías existentes dedicados a peatones (un 0,31% del espacio para la gente, el resto para los vehículos).
  • México, Distrito Federal, cuenta con 100 de 63.700 (un 0,15% de espacio para la gente).
  • Bogotá tiene 305 de 7.750 (un 3,9% para los peatones).
  • Río de Janeiro, 340 de 15.371 (un 2,2% para peatones)

 

Según Terra (2011), en Argentina habría 1 auto cada 4 personas, en México 5 y en Brasil 7. Números impresionantes en cantidad de vehículos por cápita, pero que nos dejan pensando, ¿cómo se mueven los otros 3/4 de los argentinos? Sobretodo sabiendo que un gran número de personas ya no pertenecen a “familias tipo” y que en muchos casos un mismo grupo familiar tiene más de un vehículo.

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Lo anterior nos induce a pensar las ciudades para los 3/4 de argentinos que andan a pie, en bicicleta y/o en transporte público. ¿Y cómo se hace? Mejorando el transporte público y haciendo ciudades más amigables para peatones y ciclistas. Amsterdam hizo más rápido llegar en bicicleta a cualquier sitio que por otro medio, Cheonggyecheon (Seoul) desentuba un arroyo conviritiendo una autopista en parque lineal verde, en Xalapa (Méjico) la misma falta de planificación urbana generó que un 20% de las personas caminen, Buenos Aires crea un microcentro plagado de calles de prioridad peatonal. Lo importante es hacerlo.

 

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