Como era de esperar, frente a esta fecha, hay varias posturas (que la mayoría de la veces concuerdan con el estado civil del momento): están las que las que esperanzadas quieren ver llegar a su hombre con un ramo de flores y una invitada a salir, los que aprovechan para salir un poco de la rutina del día a día marital, los que la odian, los que se jactan de que es un día puramente comercial, los que critican que es un festejo robado de los países anglosajones, los que se rebelan contra ella y van a una fiesta “anti san Valentín”.
Reconozco haber sido de las últimas mis últimos años de soltera, hasta que lo conocí, a las dos semanas ya éramos novios y ese primer san Valentín llegó con una rosa a mi casa (que sospecho que se la había dado mi mamá del jardín de casa). Aunque también reconozco que pienso que es un día puramente comercial, pero así, tantos otros. Pero hoy, en mi estado de enamorada total y recién casada, me parece una buena excusa para recibir unas flores y hacer algún programa con mi marido. Continuar leyendo