Botinera del Rugby

#ConVosATodasPartes

Bienvenidos!!! Para empezar, me presento. Me llamo Camila, por Camila O´Gorman, agradezco no haber tenido su mismo destino, pero como ella, también me enamoré y también me tuve que ir.

Mi marido es jugador de rugby, y la noche que lo conocí me dijo que uno de sus sueños era irse a jugar a Europa. Cuando un año después le llegó una buena propuesta, yo sabía que lo que tenía que hacer era darle un gran abrazo, felicitarlo y decirle: “estoy con vos en esta, andá”. Aunque reconozco que se me estrujaba el corazón. Y partió al sur de Francia. Estuvimos una temporada de rugby separados, con una visita mía en el medio. Fue muy difícil y me costó mucho seguir mis cosas en Argentina con el mismo  ritmo que venían.

Pero el esfuerzo valió la pena, el equipo donde Juan jugaba salió campeón y volvió con un anillo de compromiso en la valija; Y aunque el plan era casarnos en el 2013, nos casamos por el civil el 29 de junio de 2012, un día sorprendentemente soleado y uno de los más felices de mi vida. Como le habían ofrecido un nuevo contrato, pero ahora en París, decidimos apostar todo e irnos juntos y casados.

El 13 de julio aterrizamos en el aeropuerto Charles de Gaulle. Con todos los nervios e incertidumbres de una vida nueva, ciudad nueva, contrato nuevo, compañeros nuevos, entrenador nuevo, etc. De a poco nos acomodamos, yo seguí con mis estudios y rápidamente mi marido se hizo parte del grupo.

En este blog, pretendo ir contando experiencias, vivencias, anécdotas, sacrificios, las cosas buenas y las cosas malas de vivir con un deportista profesional, lejos de todos, ni más ni menos que en París.

Calles colmadas de turistas en Montmartre

Dejé varias cosas por cumplir, como recibirme en la facultad que había empezada (igualmente sigo estudiando), un emprendimiento con una amiga como socia y volar, justo antes de venirme terminé el curso de TCP (azafata). Dejé a mi familia y amigas que extraño todos los días. Pero no lo dudé ni un segundo. Hoy me toca acompañarlo a él, motivarlo cuando está triste, sacarle el mal humor cuando pierde un partido o cuando no jugó como quisiera, alentarlo y halagarlo cuando lo hace, ayudarlo a que no extrañe tanto el club que lo vio crecer, bancarme fines de semana sola cuando juega lejos o concentran.

El museo de Orsay. La lluvia no impide que haya una larga cola para ingresar.

Hoy, ya hace seis meses que vivimos en París y confieso estar completamente enamorada de esta ciudad. Y ya que estamos hablando de esta increíble ciudad, les cuento un poco que significa para mí vivir en París siendo Argentina:

Es responder con una sonrisa (y un poco de orgullo) cuando reconocen mi acento y empiezan a gritar eufóricos: “¡Messi, Messi!” , es responder con una sonrisa también, cuando piensan que reconocen mi acento y me empiezan a hablar en portugués, es aceptar entrar a un restaurante y aunque le pida una mesa con esa frase en francés que vengo practicando hace diez minutos, me respondan: “¿where do you want to seat?”, es luchar contra el frío, la nieve (pobre marido que entrena al aire libre) y la lluvia constante, es festejar y sentirnos afortunados cuando comemos un buen pedazo de carne, es sentirme turista por momentos y parisina por otros, es aprender a comer en espacios diminutos y que la pareja de al lado este a sólo dos centímetros de distancia, es sentirme diferente por tener el pelo largo, es vivir rodeada de turistas y ser fotógrafa de todos los que te piden que le saques una foto, es hacer de guía con amigos y familiares que vienen de visita, es cruzar la calle y tener más cuidado con las bicicletas que con los autos, es caminar tranquila sin mirar para todos lados, es tratar de absorber toda la cultura posible, es olvidarse de vivir en un lugar donde la compra del supermercado aumente cada mes, es sentirme protegida por el estado, es pagar los impuestos sintiendo que lo que se paga se devuelve en seguridad, salud, etc, es vivir en una ciudad que te enriquece constantemente, es sentirme feliz y totalmente afortunada cuando caminamos frente a lo Torre Eiffel, por el Sena o por Montmartre, es amar esta ciudad cada vez que salgo del metro, es decirle a cada amigo o familiar que viene de visita: “hoy vas a conocer la ciudad más linda del mundo”.

Turistas alrededor del Arco de Triunfo de París

¡Hasta la próxima!