Ser padres no nos hace, de por sí, buenas personas. Tener hijos no nos hace padres. ¿Lo central? amor, cuidados primarios y limites pues, esas personitas, tienen que entender de chicos que “todo no se puede”. La sociedad funciona con normas. Cruzar esas normas, es exponerse a peligros, pues los niños no las comprenden. La rebeldía, es parte de la sana evolución de los seres humanos. Ustedes observen: los chicos tienden a la violencia, al egoísmo, poseen cantidades importantes esas cualidades. Les cuesta compartir sus juguetes o integrar a otros a sus juegos. Hay una tendencia al sadismo, a dominar, a someter, a romper, al capricho, a manipular, al bullyng…a la vagancia; a no estudiar. Es decir: todo esto, a cierto volumen, es parte de los seres humanos. El hombre primitivo, antes de ser Sapiens, resolvía todo a garrotazo limpio. Pero bueno, ahora tenemos pensamientos, podemos reflexionar e ir moderando y gobernando esos componentes.
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¿Cuál es el drama masculino por excelencia?
Ser varón, la masculinidad, está atravesada por un drama fundamental, podríamos decir “estructural”: una parte de los hombres, en mayor o menor medida, en el territorio del amor de pareja, luchan con la siguiente situación: allí donde aman…les cuesta desear; y donde desean, les cuesta amar. A ver: esto es lo que, desde el psicoanálisis se explicita cómo resolver, fusionar, unir, lo tierno -amoroso- con lo erótico (sexualidad, pasión), en una misma mujer. Continuar leyendo
Ser padres: decir no
Y el nene empezó a gatear… y va directo, cual misil teledirigido, hacia el enchufe…y hay millones de opciones, pero no: la pasión es la electricidad – “hijo no, ahí no”. Y comienza a “agarrar” absolutamente todo lo que tiene a su alcance, a romper algunas cosas, a tirar, y les vamos explicando y volviendo a decir “no”; y se inician con los berrinches y – de nuevo- “no”; y luego se mandan corriendo a cruzar la calle…y las peleas con la hermana o compañerito…y se pueden poner naturalmente agresivos y desafiantes con nosotros…y …”basta de compu o video juegos”..y ”a la cama de papa y mamá no”…y les volvemos a decir “no”…y “no”…y así las cosas. Con suerte, casi inmediatamente, el niño va incorporando esos señalamientos, y entonces luego, ya antes de hacer la “macana”…nos miran, se autosancionan antes de hacerlas: internamente empiezan a captar, ya está en su memoria emotiva que eso “no” lo pueden hacer. Y nos miran, con ojitos cómplices y picaros…y uno se pone contento, porque eso significa que ya van aprendiendo. Podemos poner decenas de ejemplos, situaciones en donde a ese niño que nace sin normas sociales, de autocuidado, lo tenemos que ir “ordenando”, “normativizando”…para que aprenda a controlar y canalizar sus impulsos y a vivir en sociedad. Continuar leyendo
Los hijos y su la infancia olvidada
¿Qué recuerdan ustedes de cuando tenían un año, seis meses, dos años? Seguramente poco y nada ¿Es curioso no? Porque, justamente, es en esa época de nuestra existencia en donde se construye gran parte de lo que somos; es allí en donde se producen las primeras impresiones y experiencias que va a dar como resultado todo lo que después va a ser la base de lo que llamamos “personalidad”. Lo cierto es que un día “aparecemos” (como por arte de magia) en este mundo; y comenzamos a transitar las primeras experiencias de satisfacción, de alegría, de dolor, de angustia, y se van consolidando las matrices fundamentales de todo el enorme abanico de sentimientos, emociones y estados de ánimo que experimentamos los seres humanos durante toda la vida. Y bueno, allí empezamos a construir el vínculo con nuestros padres; que se construye si, como cualquier otro. El niño va adoptando a esos padres y viceversa. Si bien es cierto que un niño está quizá desde mucho antes en el deseo y fantasías de sus padres (esa es nuestra pre-existencia), lo central es que nacemos y empezamos a dejar atrás nuestra prehistoria para meternos de lleno en una historia tangible, de cuerpos digamos, intenso como pocos, como lo es el del cachorro humano con sus progenitores.
Los hijos: su prehistoria, la vida intrauterina
Finalmente, cierto día, vamos corriendo al sanatorio y -casi por arte de magia- “aparece” una nueva persona en el mundo. Un parto es un acontecimiento creacionista en el sentido duro del término. La mujer allí es “quien crea de la nada, un niño”. Dios es mujer digamos. Lo único en el mundo real, parecido a lo que sería “lo divino” se ve allí. Hablo de lo divino entendido en el sentido bíblico. Un parto es, más allá de la ciencia o de las religiones, un hecho imposible de metabolizar. Es “mucho” -en todo sentido- en un lapso muy corto: es algo traumático para todos los integrantes de la escena: para ese “ser” que “emerge” a la vida, para la madre, el padre; es una situación que destruye, “pulveriza” la razón, y nos mete en el imperio de la emoción más insimbolizable que se pueda vivir. Todos nos despersonalizamos un poco allí, en ese quirófano, bastante psicótico es el asunto. Así es: hay acontecimientos que son difíciles de simbolizar, esas experiencias híper intensas – como puede serlo el estado de enamoramiento, o la entrada a la sexualidad, el parto- son, a veces, las más interesantes. Lo inentendible, lo que no se puede hacer pasar por la maquinaria de palabras es, muchas veces, lo mejor de la vida.
Diciembre: balances
Diciembre es un mes en donde confluyen muchas cosas: el cansancio acumulado durante al año, las fiestas (siempre algo tensionantes), el cierre o finalización de muchas actividades, la planificación de las vacaciones, las reuniones. Es un mes en donde, en general, no tenemos demasiado tiempo para pensar. Sin embargo, casi naturalmente, todos hacemos algún tipo de balance. La vida es ciclos, como el día y la noche: el tiempo es una convención cultural, pero apropiarnos de él, planificarlo, es un arte necesario.
La sexualidad después de los hijos
Es una realidad observable, una cuestión que se escucha a diario, ya sea en pacientes individuales, en consultas de pareja o en los diferentes ámbitos por donde circulamos: sostener la pasión, el erotismo, con la venida de los hijos, se hace muchas veces difícil.
Para abrir el tema, me gustaría decir que no hay que alarmarse o sentirse en falta con uno, con la pareja: es algo que en mayor o menor medida, le ocurre a todo el mundo. La llegada de un hijo es un acontecimiento extraordinario, en el mejor de los casos ese niño viene desde hace meses ya en las fantasías de esos padres. Son momentos de mucha expectativa; de una espera que puede ser hermosa, pero también es tensionante y se acoplan montones de lógicos miedos; y ni hablar cuando la pareja es primeriza. No tengan ninguna duda: tener un hijo es un acontecimiento traumático, nacer también. Es un hecho tan, pero tan extraordinario y delirante, que supera ampliamente nuestra capacidad de metabolizarlo, de simbolizarlo. Es un tsunami de estímulos visuales, emocionales, racionales… todo en horas. Pero ocurre que hay traumas positivos y otros negativos. Entiendan “lo traumático” como aquel acontecimiento o situación que nos supera en la capacidad de procesarlos, no como sinónimo de algo negativo. Por ejemplo: la metamorfosis de la pubertad es un acontecimiento traumático, pero es parte de la evolución. Allí lo biológico, el cuerpo y sus transformaciones, van delante de la apropiación simbólica/emocional de ese suceso. Con un hijo es algo por el estilo, la escena (potente y desorganizante como lo es un parto) se presenta antes de que tengamos las herramientas para entenderla y digerirla… por eso “traumatiza” un poco. Nadie está preparado para esos partidos. Continuar leyendo
¿Qué es ser una mujer?
¿Qué es ser una mujer? o ¿qué es el “ser mujer”? Quizá, este recorte de lo que cierta vez me dijo una consultante, nos ayude a entender y responder estas preguntas:
“Mis padres no me dejaban salir casi nada, eran muy castradores, eso hizo que no pueda tener muchas amigas, ni conocer chicos, o tener casi vida social por fuera de la familiar. Durante toda mi niñez y adolescencia las salidas eran ir al colegio y hacer las compras por las tardes y alguna salida a cumpleaños y, una vez por año, alguna matiné. Recuerdo que me pintaba, me súper arreglaba porque, camino al almacén, estaba el chico que me gustaba. Mi fantasía era ser vista por él, resultarle linda, que me diga algo y que -finalmente- me bese y tome en sus brazos. Pero no, volvía y me sentía sola, sin haberlo visto, frustrada; me sacaba el maquillaje medio triste. Siempre me acuerdo de esas escenas, y me deprimo, me doy lástima. Pero bueno, hoy tengo un hombre que me mira con amor y ternura y que, cuando me abraza o besa, me hace sentir única, linda, protegida. ¿Entiende lo que le digo, Gervasio?”.
Las frases hechas, de grandes pensadores o psicoanalistas, también hacen su aporte; pero son los relatos de cada mujer -una mujer es todas las mujeres- (cada hombre es todos los hombres decía J. L. Borges) las que me interesan. ¿Qué desea una mujer? Muchas cosas, al igual que los hombres. Desarrollarse, tener proyectos, estudiar, trabajar; ser buenas y evolucionar en lo que hacen. Las pasiones, los deseos. Pero ser amadas, y tener hijos (algo antropológico, ancestral…empuje biológico de la especie…) esa es la gran búsqueda inconsciente/consciente del alma femenina. De gran parte de las mujeres.
El secreto para ser buenos padres.
Ocuparse de uno, es la mejor manera de ocuparse de los hijos.
Es permanente, uno ve y escucha por todos lados a padres y madres que exigen que sus hijos logren, que sus hijos tengan, que sus hijos disfruten…de lo que ellos mismos no pueden o no han podido lograr, tener o disfrutar. Esa búsqueda desmedida de realizarse en los hijos, ese “hace vos lo que yo no puedo o pude hacer” genera daño, es así. El chico o adolescente capta (percibe desde su inconsciente /consciente) que esos padres dicen y exigen desde un lugar raro…confuso, lo notan, se dan cuenta.
Que haga deporte, que ame; que estudie y sea exitoso, que sea músico… ¡que disfrute de la vida! Que sostenga sus pasiones; nada de eso tiene llegada a un hijo si sus padres no transitan la vida desde ese lugar que indican transitar ¡pero nada, eh! En cambio, si el niño respira desde chico que sus padres ríen, que tienen y sostienen sus pasiones, que son curiosos, que están vivos y que disfrutan medianamente de la vida, eso es lo válido, ¡eso es lo que llega! Eso es lo va a influir en el niño cuando sea adulto. Porque tiene modelos y ejemplos de que la cosa pasa por ahí. Continuar leyendo