El parkour es un deporte de ciudad y su nombre deriva de la forma en que los franceses llamaban a las pistas de entrenamiento militar: ”Les parcours du combattant“.
A la persona que practica esta disciplina se la llama “trazador“, también en referencia a otro término galo: “Traceur”.
El eje principal de la actividad es, justamente, trazar un recorrido entre dos puntos y completarlo con pocos movimientos, mediante la utilización exclusiva del cuerpo humano.
Como un “skater”, un patinador, o un “biker”, que utilizan dos o cuatro ruedas para completar piruetas, el trazador utiliza su propia carne.
Si usted alguna vez vio jóvenes saltando en las plazas, escalando monumentos o corriendo a máxima velocidad para desplazarse entre canteros, ahora ya sabe de que se trata.
El parkour es un deporte de alto riesgo, sobretodo, cuando es desarrollado en los niveles “profesionales“: elevadas alturas y riesgo de caídas mortales son algunos de los peligros que asedian a los practicantes.
Profesional entre comillas, porque no hay auspicios, ni federaciones internacionales. Nada.
A su vez, ropa liviana y calzado deportivo son las únicas exigencias que tiene el parkour para quienes desean comenzar.
Se presume que su creador fue “el hombre más agil del mundo”, llamado David Belle. Hijo de un militar y criado en las afueras de París por su abuelo bombero, abandonó el colegio a temprana edad para abocarse a desarrollar un deporte que, años más tarde, tendría miles de adeptos en el mundo entero.