Un sonajero en el interior de la pelota indica la dirección del movimiento. Vallas de madera a ambos lados de la cancha marcan el límite de los defensores laterales. Juegan cuatro, y un arquero. A los Juegos Olímpicos viajan diez por equipo.
En el fútbol para ciegos se grita, todo. Las jugadas, los nombres y, claro, los goles. “El deporte es lo mejor que pueden hacer las personas con alguna discapacidad física”, asegura Claudio Monzón, delantero de los ‘Murciélagos’, la selección de Argentina, ganadora de la Copa del Mundo para no videntes en 2002, 2006 y candidata a levantar el trofeo en Japón 2014.
“Para el partido – continúa Monzón – lo más importante es el reconocimiento del campo, porque a veces jugamos en cemento, otras en césped sintético, a veces pasto. Tienes que probar cómo rebota la pelota en las bandas porque no son todas iguales, hay de acrílico y de madera”.
Martín del Monte, director técnico de los ‘Murciélagos’, un equipo siempre presente en el podio de los Juegos Olímpicos, dijo que el trabajo de cada día consiste en “lograr que los jugadores desarrollen el fútbol como si vieran o, mejor aún, que, como respuesta a un grito, todo el equipo se acomode a una jugada. Que logren descifrar el espacio libre para entrar y marcar un gol, pero que lo interpreten todos, y no sólo uno, a diferencia del fútbol convencional”.
En Atenas, Beijing o Londres, las cámaras enfocaron a los deportistas y los llevaron hasta los rincones más inhóspitos del mundo. Miles de personas estuvieron ante la televisión al momento de una ‘finta’, un ‘amague’ o una ‘gambeta’.
“El público aprecia la gambeta y eso te hace sentir satisfecho. Yo no veo la jugada pero la utilizo, como un recurso. En el momento, siento que lo tengo que hacer. Es una cuestión de sentir, de coordinar con tu cuerpo, es otra forma de comunicación”, aseguró, con un orgullo indescriptible, el delantero Monzón.
En ese sentido, su director técnico, Martín Del Monte, explicó: “El deporte es una herramienta, en primera instancia, de rehabilitación. Una persona que queda ciega o nace ciega, a través del fútbol, o cualquier deporte, se descubre a sí mismo y a los demás”.
“El fútbol ha sido una herramienta de inserción en la sociedad. La individualidad marca la diferencia a la hora de definir los partidos, en cualquier deporte, sean los jugadores discapacitados, o no. El talento cambia los resultados. Pero el trabajo colectivo otorga seguridad y confianza”.