Los Pumitas, equipo argentino integrado por jugadores menores de 20 años, cayeron este jueves ante Gales por 25-20.
La ajustada diferencia de puntos dejó un sabor amargo, porque el equipo nacional perdió, con ese marcador, la chance de clasificar a las semifinales del Junior World Championship (#JWC2013).
Pese a los resultados, cada vez que 15 argentinos salen a una cancha de rugby, muestran al mundo el verdadero espíritu de este deporte
Argentina da sus primeros pasos en el rugby profesional. Y los muchachos, que se midieron con Gales, Escocia y Samoa en el grupo C de la Copa del Mundo, saben de sacrificio.
Cuando eran adolescentes viajaron en más de una ocasión a la Argentina profunda, para enfrentar con dignidad a equipos que a duras penas lograban juntar un plantel titular.
En su formación como hombres del deporte cada pumita disputó un sin fin de encuentros amistosos en clubes humildes, que buscan despertar a través de la ovalada un proyecto de vida para muchos pibes condenados a la exclusión social.
Y en esos encuentros no hay distinciones de clases, marcas o ropa: hay rugby. Los Pumitas juegan con el mismo afán de victoria en Francia, en Morón, en Comodoro Rivadavia o en Chaco.
Aunque la cancha tenga baches inesquivables, aunque los vestuarios parezcan casas abandonadas…los partidos se disputan igual, porque en los campos de juego las almas perdidas encuentran su destino.
Los jovenes universitarios que cayeron ante Gales entrenan con frío, lluvia, en invierno y bajo el calor agobiante del verano. Lo hacen sin buscar rédito alguno.
Se miden con todos los rivales con valor y respeto, sin importar la procedencia de la camiseta. Puede ser un club escondido en la provincia de Buenos Aires, pueden ser los titanes del rugby patagónico, un plantel de Formosa o los aguerridos de Tucumán.
Mientras haya quince de cada lado habrá oportunidad para que alguno de los treinta jugadores, sino todos, entiendan que los lazos colectivistas, la confianza y el respeto conducen a una victoria segura.
Los muchachos que cayeron ante Gales relegan a su familia, a sus novias y a sus amigos porque quieren ser como Hugo Porta, como Felipe Contepomi, como Diego Maradona, como Emanuel Ginóbili, como Carlos Monzón o como Ringo Bonavena.
Sacrifican su tiempo en representación del país. Construyen y sostienen la imágen deportiva de Argentina.
Nadie les pide, nadie los obliga: es un sentimiento puro.
Los jugadores de rugby no corren tras suculentos contratos. Nunca lo hicieron.
Y, quienes alcanzaron el juego de alto rendimiento en Europa, vuelven por su clubes del conurbano los domingos, como si nunca hubiesen dejado atrás las canchas nacionales.
En lo que al deporte respecta, son nuestros representantes.
Y cuando vencen son nuestros héroes.
Por eso, hay que apoyarlos, siempre.
¡Felicitaciones, Pumitas!