No son pocas las oportunidades que se nos presentan, ya sea en un bar o en un boliche, de empezar una conversación con una chica que nos gusta. Utilizando algunas técnicas simples como la FLT y los openers, cualquier hombre puede con facilidad abrir decenas de conversaciones en una noche. Con un poco de práctica, descubriremos que despertar interés y generar atracción no requiere de una personalidad avasallante ni de una billetera sin límites. Más bien todo lo contrario. Pero para superar la fase de charla y pasar a la acción debemos entender algunos puntos importantes.
Hay mujeres – e incluso hombres – que tienen “reglas” establecidas a propósito de cuándo besar a alguien. Más de una vez, hemos escuchado decir a una mujer “Yo no beso a un hombre la primera noche”. Cierto. ¡Pero qué lindo es que la mujer que acabamos de besar diga: “Es la primera vez que beso a alguien en la primera noche”.
Y es que todos tenemos reglas, pero también podemos romperlas cuando es necesario. No debemos dejarnos llevar por los preconceptos: el momento del beso no puede ser acordado previamente; simplemente, aparece y nosotros debemos estar atentos a cuando eso ocurra. En general, como norma, podemos decir que si estamos incómodos o sentimos que ya deberíamos haberla besado, es porque podríamos estar haciéndolo en ese momento. Pero, como dijimos, veremos formas de verificar si la ocasión se presta al beso.
Es importantísimo tener en cuenta que el beso es una etapa más de la escalada de kino, es decir, de la escalada de toques. El beso también es un toque, sólo que un poco más especial: de labio con labio, lengua con lengua. Si una mujer no está cómoda al darnos la mano, se sentirá aún más incómoda al besarnos. Tomar la mano de una mujer y observar su respuesta es un gran medidor para comprobar cómo reaccionaría ante un beso.
No es buena idea pedirle autorización a ella para hacerlo: eso transmite inseguridad. Puede que lo logremos de todos modos, pero habrá sido a costa de transmitir un bajo valor en ese momento. Si pedimos permiso, a sus ojos nos veremos como alguien que no se anima a tomar riesgos y que, además, no comprende a una mujer. Un hombre que sabe tratarla, no sólo percibe cuándo quiere ser besada, sino que también genera la ocasión para que eso ocurra.
Veamos diferentes maneras de testear si el momento es propicio para un beso. Imaginemos que estamos con ella, sentados, charlando a solas, y le decimos:
–¿Sabés qué? Hace como cinco minutos que muero de ganas de besarte…
Tengamos en claro que eso es muy diferente a decir algo como: “Quiero besarte, pero no me animo, ¿puedo?”. En la primera frase que planteamos, no le estamos preguntando nada, simplemente le transmitimos un deseo nuestro; la segunda, en cambio, es una pregunta que manifiesta inseguridad.
–¿Sabés qué? Hace como cinco minutos que muero de ganas de besarte…
Si ella nos pregunta por qué no lo hacemos, es porque está esperando que la besemos. Entonces, hagámoslo. Pero, en general, ella no nos dirá eso. Probablemente se arme un silencio y debamos rellenarlo. La idea no es dar vueltas al asunto del beso, sino tan sólo ver su reacción. Si ella no dice nada, retomaremos el tema del que hablábamos o comenzaremos uno nuevo que nada tenga que ver con el beso. Lo importante es observar su reacción. ¿Cómo creemos que se comportaría una mujer si no quiere besarnos? Se levantaría y se iría lo antes posible. O, a lo sumo, muy seriamente nos diría que no lo desea. Eso mismo haríamos nosotros si una mujer que no nos atrae nos dijera, estando a solas, que quiere besarnos.
Todas las opciones restantes constituyen escenarios favorables a nuestro beso: que sonría, que se ponga nerviosa y cambie de tema, o hasta que nos diga que no quiere besarnos, pero lo haga sonriendo. O sea, en tanto no se vaya o nos plantee una negativa muy seria, estaremos en el buen camino. Será cuestión de besarla a los pocos segundos, sin más.
Errar es humano, besar también
Es importante tener en cuenta que, para la mujer, negarnos el primer beso a veces puede funcionar como un test. En muchos casos, ella pone a prueba nuestra persistencia. Si nos damos por vencidos ante su primera negativa, nos verá como incapaces de luchar por conseguir lo que quiere. En otros casos, puede que quiera indagar si realmente estamos interesados en ella.
La clave es no rendirse: si después de un intento de beso fallido ella continúa charlando con nosotros, es porque tiene cierto interés, ya que en caso contrario, hubiera escapado de la situación.
En estas circunstancias es contraproducente intentar convencerla con argumentos racionales. Frases como “¿Por qué no?” o “¿No te gusto?” sólo harán que ella busque la forma de negarse más claramente y llegue a la conclusión de que no quiere nada con nosotros. Además, tampoco se trata de convencerla: lo que buscamos es que sus emociones jueguen a nuestro favor.
Un comentario sencillo como “te entiendo” o “cierto, no es el momento ni el lugar” es infrecuente en un hombre. Demostremos que la comprendemos y sigamos jugando en Confort. Si detectamos cuál fue nuestro error en el juego, tratemos de enmendarlo. Quizás fuimos demasiado rápido y no demostramos un interés real en ella, en conocerla. Será cuestión de reforzar nuestra conexión y generar valor único. Tal vez sus amigas estén mirando y quiera privacidad. Aislémosla. En todo caso, si la interacción siguió y ella realmente nos interesa, debemos volver a intentarlo; a veces, al segundo o tercer intento, desaparecen las barreras.
*Fragmento del manual “El juego de la seducción. Todo lo que un hombre debe saber sobre las mujeres”, de Martín Rieznik y Mike Tabaschek. Adaptado especialmente para INFOBAE.COM con la autorización de la editorial Dibuks . La primera parte del libro puede descargarse gratis en la web de la editorial.