Para Lucía, la estrella que inspiró este cuento…
Victoria estiró el brazo hasta la ventana que bordeaba la cama y alargó uno de sus pequeños dedos intentando tocar el vidrio que la separaba del cielo estrellado. Al ver que no llegaba, despegó levemente su cuerpo del colchón y tomando un poco más de impulso logró grabar la yema de su índice derecho sobre el punto más brillante que se sostenía a fuerza de latidos de luz en la superficie del firmamento.