Uruguay. Punta del Diablo. Te llena el alma de sensaciones.

 

Recuerdos de mis Viajes por Uruguay.

 

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Uruguay. Punta del Diablo. La furia del mar subyuga al granito. Fotos: Marta Paoli.

 

Había recorrido unos 40 kilómetros de la ciudad Fronteriza del Chuy. Las agujas de mi reloj marcaban pasado el mediodía y llevaba con orgullo el clásico cosquilleo de la hambruna en el estómago. Muy de refilón vi el cartel: “Punta del Diablo” Gire sin pensarlo y enfile hacia la Playa. Este es un lugar que siempre quise visitar, la tiranía de la falta de tiempo me lo postergaba. Invariablemente acaparó mi atención cuando curioseaba algún mapa del Uruguay.

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Uruguay. Punta del Diablo. Pequeñas embarcaciones que se meten en alta mar. Fotos: Marta Paoli.

 Ya pasaron algunos años desde que el Capitán de un barco de Pesca de altura de Mar del Plata. Gran compañero de aventuras, se ocupaba de entusiasmarme. Me lo señalaba porque según su experiencia allí había Peces de pico – marlín, Pez espada- Según sus conocimientos y observaciones. Lo que si me aseguraba que era un lugar de pesca único. Tenía un gran inconveniente era muy difícil de operar con redes por la cantidad de restingas- sedimentos de arena y piedras- Su fondo rocoso es el que atrae especies menores y detrás de ellas las más grandes

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Uruguay. Punta del Diablo. Las dunas bravías no quieren dejar su lugar junto al mar.

Vivía un día muy lindo y soleado, esta circunstancia me aseguraba buenas fotos, estaba dispuesto a disfrutarlo. Poco viento. Unos grados más y ya era un veranito. El plan me pareció interesante. A medida que iba entrando en el pueblo la aparición de algunas dunas me entusiasmaban. Entre ellas asomaban casas muy pintorescas y pintadas de variados colores. Los rebuscados nombres de muchas de ellas y algunos muy originales me pusieron de buen humor. Subí el volumen de la radio. Baje las ventanillas. Y mi imaginación hizo el resto… me parecía verano…si alto verano.

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Uruguay. Punta del Diablo. Los boliches muy cerca del mar.

Al acercarme a la costa el aire del mar me acercaba ese clásico olorcito a felicidad. Mi coche avanzaba y era evidente que la cercanía de la playa era una realidad. Una curva importante y un gran médano con arenas suaves y rubias. Mostraban su majestuosidad y su rebeldía. Parece que te gritan correme que vuelvo al lugar cuando quiero. Por sobre ellas la cabellera blanca de la espuma de un mar empecinado en acercarse a la costa. Revelaba su carácter como si estuviera embravecido. Me fui acercando a él y encontré un lugar para estacionar. Ya de a pie, lo fui haciendo muy despacio disfrutando el momento, buscando el agua.

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Uruguay. Punta del Diablo. La fuerza del mar le gana a las piedras. Fotos: Marta Paoli.

Las piedras y las grandes moles de granito demostraban la resistencia que le hicieron durante muchos años al embate del agua. Sus aristas redondeadas y sus caras arrugadas como lo humanos. Exhibían su tiempo inamovible de sol, arena y agua. Grandes estrías marcaban sus panzas gordotas que parecían disfrutar del sol. Entre ellas las crestas blancas y juguetonas que tozudamente iban a golpear con todas sus fuerzas a las moles de piedras. La eterna lucha desigual, algo tan etéreo como el agua, contra esas moles que parecen inamovibles. El resultado parece cantado. La paciencia y la persistencia del mar al final logran lo que quiere. Este era un desafío que provocaba que el agua explotara en miles de estrellas. A su vez estas salían disparadas hacia el cielo en una lluvia blanca de mar encrespado.

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Uruguay. Punta del Diablo. La punta de la Bahía defendida por el granito.

La máquina de fotos se recalentaba de tanto disparar y yo atacaba con ella distintos ángulos, porque el mar encaprichado cambiaba los matices de acuerdo a la fuerza que traían las olas cuando se acercaban a la orilla. Estaba casi en la punta de esta fortaleza de grandes piedras que forman una punta de la bahía. Más allá en el centro de esta, el mar que se debate y se acerca a la playa de rubias arenas. Poco a poco se va deshilachando en plata dándole a este desembarco un hermoso efecto.

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Uruguay. Punta del Diablo. Sobre la playa descansa la flota pesquera.

Sobre sus playas descansa la flota pesquera. Pequeñas embarcaciones que demuestran la valentía y baquía de su tripulación para meterse al mar. Es su tarea, en la diaria y sacrificada búsqueda de su sustento en aguas enriquecidas de peces. Muchos tiburones para luego salarlo y que seguramente van enriquecer magníficos guisos. Un camino lateral que bordea la playa y las paquetas casas, humildes pero muy pintorescas que emergen al costado de él. El automóvil recorre este trayecto prácticamente metido en el mar.

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Uruguay. Punta del Diablo. Las artesanías adornan la playa.

No pude dejar de recordar en mi país Argentina, a nuestra Villa. Sí. Villa Gesell la pionera… la de sus comienzos. Cuando para arribar a ella se debía recorrer un difícil camino. Era de tierra. Muchas veces barro y que no te dejaba avanzar. Fue una protección para la invasión del turismo. Era solo para valientes y era un verdadero desafío llegar. Era el premio a los intrépidos que se aventuraban a descubrir su belleza entre los medanos. Así me pareció Punta del Diablo. Me gusta. Si me gusta mucho este lugar. Me imagino a los más pequeños disfrutando, jugando con sus fantasías y gozando de sus playas.

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Uruguay. Punta del Diablo. Dicen sus enemigos que cuando empezó a cantar era blanco.

No me quería despegar de este itinerario pero se hacía tarde y era un día de semana de cualquier mes. Los pocos restaurants abiertos en cualquier momento me cerraban y tuve que recordar que entre allí porque el hambre me devoraba. Volví al principio. Y empecé la pequeña recorrida gastronómica. Fui atraído por el sonido de una guitarra que sonaba muy provocativa y a su vez era atractiva como un talismán. Allí estaba él que me atraía con esa melodía pegadiza de los setenta. Seguí la curva y casi me lo llevo por delante. Daniel Correa parado en el medio de la calle y a pleno sol, entonaba pegajosas melodías. Lo hice mi ídolo. Busque una mesa frente a él y me dispuse a disfrutarlo. Un morochazo subido de tono. Un auténtico uruguayo. Dicen sus enemigos que cuando llegó a la Punta del diablo era blanco. Pero de tantos recitales al sol quedo de ese color ¡Grande ídolo!

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Uruguay. Punta del Diablo. Las casas desafían a los médanos.

Qué lindo la estaba pasando. Una clásica Patricia la rubia cerveza uruguaya que estaba encaprichada en salir a bailar. ¿Qué van a comer? La tradicional pregunta de una moza muy joven y atractiva. Mariscos por supuesto. Fue mi rápida respuesta. Alguno en especial. No. De Todo. Le replique demostrándole que teníamos un interesante vacío estomacal. Una rápida variedad paso a ser parte de nuestros cuerpos. A su vez escuchando una selección de temas agradables a nuestros oídos. Melodías que se aprovechaban de los más sensibles y nos inundaban de magníficos recuerdos. Me llamo la atención que la juventud presente participaba cantando sus letras. Un verdadero hallazgo. ¡Qué lindo la estaba pasando!

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Uruguay. Punta del Diablo. Las aguas llegan mansas a las playas.

 No quería que se me pasara el tiempo ni tampoco me quería ir. Di una recorrida por el coqueto local “Lo de Olga”. Así se llamaba el Restaurant. Su dueña muy preocupada comenzó a contarme de sus pesares por los aires modernos que corren por estas playas y que ella hace muchos años habita. Fue una de las adelantadas y colaboro mucho para que este lugar se conociera. Hoy paga la consecuencia de su poco egoísmo. Quieren voltear toda esa belleza y traer la modernidad. Cemento y más cemento. El turismo es así lo llamamos para hacer del lugar un emporio. Pero requiere de todos el gran sacrificio. Compartir nuestros placeres diarios. Nos obliga a pasar de lo personal a lo general. El progreso también destruye estas cosas. Que no dejan de ser maravillosas. La nostalgia me asalto pensando nuevamente en aquella Villa Gesell… me invadió con todo su egoísmo.

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Uruguay. Punta del Diablo. Daniel Correa seguía deleitándonos con sus canciones.

 

 

 

 

 

 

Uruguay-Brasil. El Chuy. Original Paso Fronterizo

Recuerdos de mis Viajes por Brasil-Uruguay.

 

Volvía de Brasil. Porto Belo se había ocupado de hacerme pasar unos días maravillosos, con sus costas bañadas de aguas cristalinas. Eso sí. Con una buena “caipira” entre las manos. Era muy temprano, domingo y estábamos cambiando el equipaje del micro de origen brasilero a uno de origen uruguayo. Estaban uno al lado del otro. Nos separaban una pequeña veredita y cada uno estaba en su propio territorio. Intercambiábamos de un país a otro con un solo paso. Cosa rara si las hay. Pero esto ocurre en estos pueblos fronterizos que pertenecen a estas dos naciones, conocido como el Paso Fronterizo del Chuy.

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Uruguay. La paloma. El mar y sus caprichos. Siempre es hermoso.

Ya con todo el cuerpo, alma y el pasaporte sellado estábamos en el Uruguay, cumplidos todos los requisitos mundanos. Viajábamos a la Paloma. El caprichoso clima nos recibía con una tenue llovizna. Un domingo de esos que te repudren. El plan era comer bien y una siesta reparadora. Para acompañar lo primero, saque del baúl de mi auto un buen vino argentino que había llevado y hasta que no llegue al fondo de la cuestión no lo abandone.

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Uruguay. La Paloma. “Cabañas Costa Esmeralda” Casi adentro del mar.

Me acomode en las cabañas “Costa Esmeralda” del amigo Héctor Chaine. Yo pedí una que estuviese bien pero bien frente al mar, si es posible adentro de él, recalque. Este bendito y muy desagradecido nos esperaba con unas ráfagas heladas que hacían temblar toda la estructura. El aire congelado no lo podías parar con nada. Lo único que existe para estos casos es la espiritualidad y si es posible la de Baco. Con el sentado a la diestra de la botella me repetía el clásico. …Al centro y adentro…

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Uruguay La Paloma. “La Patinetavelismo” una exquisitez para beberse los vientos..

Llevaba dos días en mi lucha desigual con el viento y el frio y uno de mis amigos ante mi embole climático tuvo la feliz idea de hacerme la siguiente propuesta. Andate hasta el Chuy, allí tenés la frontera de dos países en una. Te vas con la nafta justa y luego del lado brasilero llenas el tanque, la diferencia de dinero es importante y con lo que te ahorras te compras algo que te guste.

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Uruguay-Brasil. El Chuy. Desde Brasil mirando los negocios del Uruguay.

Muy entusiasmado con ese plan llegamos muy temprano al lugar. Allí encontraría una frontera dividida por una pequeña rambla. De uno de ellos el Uruguay y enfrente Brasil precisamente y como su nombre lo indica estaba parado en La Avenida Internacional. Cada país gentilmente le cedió su nombre al otro. Del lado de Uruguay la calle se llama Brasil y del lado Brasilero la calle se llama Uruguaí. De ambos lados esta atestada de negocios. Muchos Free Shop. Con mercadería importada sin impuestos a muy buenos precios. Argentinos abstenerse, todo a precio dólar estadounidense.

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Uruguay-Brasil. El Chuy. El gran atractivo de la ropa importada.

Hasta hace muy poco las dos avenidas eran ida y vuelta. Ahora las hicieron de una sola mano. El caos para circular siempre fue de admirar. La variedad de vehículos es interesante de analizar, algunos muy antiguos, otros súper modernos, en el medio hay de todo. Llama mucho la atención la cantidad de carros tirados por caballos que circulan. No cumplen una función como en mi país que los usan los clásicos “botelleros” Gente que junta cartón y chapa vieja para revender. En esta mezcla tan poco homogénea aparecen algunos coches de alta gama despampanantes. Enorme cantidad de motos, con sus caños de escapes muy estridentes.

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Uruguay-Brasil. El Chuy. El gran magnetismo de los perfumes, la perdición femenina.

Atacamos con mi señora el Free Shop. Ella directo a los perfumes y yo a la gastronomía y la electrónica. Recorrimos la oferta una por una. Es muy bueno hacerlo cuando no hay apuro, solo por divertimento, tocar todo, probar todo, los brazos impregnados de distintos aromas y oliendo a muy rico con la mezcla de ellos. Los Whiskies, las máquinas fotográficas, los chocolates, la ropa. Excelente terapia pero solo funciona muy bien cuando uno puede comprarlos.

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Uruguay-Brasil- El Chuy. Las bebidas subyugan a los hombres.

Nos encontramos al final… con las manos vacías. Los precios para los argentinos son imposibles. Pese a todo recorrimos los distintos Free Shop y los negocios que uno al lado del otro se extienden en los dos países por varias cuadras y calles transversales. La gastronomía tiene interesantes variables y buscando por sus calles interiores las alternativas son muy pintorescas y muy buenas. Con entusiasmo y alegría buscábamos novedades por todos lados…alguna pichincha. Mientras nos consolábamos mutuamente. Muy cercano a las 20 horas empezaron a cerrar y decidimos pegar la vuelta. Previa carga del tanque de nafta del lado brasilero. Cumplíamos de esa manera con lo programado Aquí empieza la verdadera historia…

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Uruguay-Brasil. Las góndolas llenas desequilibran los presupuestos.

¿Cuánto? Lleno por favor. Fue la pregunta y la respuesta. Me abre la tapa del tanque. Me grito desde afuera. Ya estaba abierto. Repetí la operatoria y espere. Me golpeo con el pico de la manguera y me repitió apenas fastidiado. ¡Me puede abrir! Yo más caliente que él le grité. ¡Ya te abrí! Lo empecé a mirar por el espejo retrovisor lateral. No abre, gritó. Colgó la manguera en el surtidor. Dio la vuelta y me enfrento en la ventanilla del conductor. Con cara de pocos amigos. La fila atrás mío empezó a crecer. No abre ¿qué hacemos? Ya hice todo. ¿Qué puedo hacer? le dije yo. Póngase a un costado y traté de abrirlo. Juro que utilice todos los métodos…Pero nada.

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Uruguay-Brasil. El Chuy. los negocios llaman la atención de los Turistas.

Muy abatido fui y lo encare. ¿Tenés alguna solución? Sí. Ir a un cerrajero. Seguí sus instrucciones. Ya estaba cerrado solo una puertita de escape abierta. Me asome. Le conté mi tragedia. No, esto no es para mí, tiene que ir a un electricista. Seguramente el motor dejo de andar. Vaya a ver al “Gallego”. Hacia allí fui. Recién cerro me dijo su vecino. Dónde hay otro mecánico. Calles de tierra muy oscuras. Nos producían un poco de temor. Pero debo confesar que todo fue muy normal y tranquilo. Mientras tanto el mecánico me decía: Imposible, debe ser comandado por la computadora. Pero ahora búsquese un Hotel y empiece mañana.

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Uruguay. La Paloma. “Patinetavelismo” Cazando las velas con total baquía. Grande el ingenio Infantil.

El coche cargado y funcionaba apenas con el olor a nafta. La elección era una sola… quedarse. El aroma del café recién hecho me envolvía. Mientras desayunaba apurado rogaba por una solución rápida. Mi coche ya estaba en reserva. El genio de la computadora me dijo antes de saludarme. Tengo turno para dentro de quince días. Pero me dio un alivio…No es la computadora. El tercer mecánico se apiado de mi llanto. Tantas veces practicado lo había optimizado al máximo. Debe esperar dos horas a que termine un trabajo. Me quede en la puerta hasta que me atendió. No quería arriesgar ni el turno ni la poca nafta que me quedaba.

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Uruguay-Brasil. El Chuy. Los negocios exponen su mercadería.

Por la puerta trasera tuvimos que sacar todo el equipaje del baúl y reacomodarlo en el interior. No entendía para que había llevado tantas cosas. Y comenzó el desmantelamiento. ¿Puedo desarmar esto? Sí. Tengo que sacar el tapizado. ¿Puedo? Y siii. Mientras tanto yo pensaba ¿sabrá armarlo? La próxima pregunta fue clave. Aquí no está el acceso. Tengo que desarmar dentro del habitáculo. ¿Qué hago? Y desarme ya le dije que sí, conteste un poco histérico. Él y sus dos ayudantes se trasladaron a la puerta trasera comenzaron a hincar sus destornilladores en el tapizado, tiraban de los burletes y me parecía que lo disfrutaban. Mientras yo sufría.

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Uruguay. Brasil. El Chuy. La Perfumería. “Causal de Divorcio”

Estaba el mecánico, dos ayudantes y yo con la cabeza metida adentro del auto, agachados. En esa posición vi dos ojotas bastante gastadas por el tiempo, seguí ascendiendo por sus piernas, pantalón tipo bermudas y una remera, ambas muy usadas y con algunos vestigios de grasa. Esta vestimenta portaba la cara de un señor de unos cuantos años y sobre su frente un par de anteojos. Su perfil daba como la de un genio. Loco… Pero genio. Muy irreverente le pregunto al mecánico. ¿Por qué estas desarmando el auto al señor? El señor era yo. Se le trabo la tapa del tanque de nafta. A lo que él le contesto, no sin sonreírse: No desarmes más. Quita el farol trasero y ahí tenés acceso al motor que lo traba. Este era un aparecido…lo afirmo. Me lo mando Dios…Grande Genio.

 

 

 

 

 

 

 

 

Uruguay. Piriápolis. Toda Magia.

 

Recuerdos de mis Viajes por Uruguay.

 

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Uruguay. Piriápolis. Sus playas vistas desde el cerro ¡Imponentes!

Comenzamos la recorrida luego de un suculento desayuno en el “Hotel Jamaica” en Punta del Este. Recorrimos los pocos kilómetros que nos separaban y muy temprano estábamos en la Rambla de los Argentinos. Frente a él teníamos un mar bravío que se había levantado malhumorado. Estaba muy creído que nos iba hacer desistir de esta visita pero no lo logro. Ingresamos a la Dirección de Turismo para asistir a una charla sobre Piriápolis, pero sobre todo de su creador don Francisco Piria. Nos pareció una novela, más que una realidad, pero su interlocutora nos hizo apasionar y entusiasmar con el perfil de este maravilloso personaje.

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Uruguay. Piriápolis. Su puerto deportivo atestado de embarcaciomes.

Esta magnífica historia la que fue hilvanando Cisel Cardoso. Envolviendo a Piriapolis en una alquimia y un entorno de esoterismo recubierta de un halo de magia. Una extraña combinación a pesar de que son simplemente hechos verdaderos que rodean a esta hermosa ciudad. Asociado a su creador Don Francisco Piria. En mi caso es un personaje conocido, es muy nombrado en la ciudad de la Plata donde vivo, en la República Argentina. Allí muy cerca en la localidad costera de Punta Lara en sus playas bañadas por el Río de La Plata es muy nombrado. Siempre nos llamó la atención y continuamente estuvo rodeado de misterio “El Palacio Piria”. Según aseguran construido por él. La gran diferencia es que está totalmente destruido, no supimos conservarlo como hicieron los Uruguayos.

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Uruguay. Piriápolis. Sus bahías y apacibles playas.

Piriápolis tiene algo muy importante y es su localización en un lugar estratégico, está cerca de todo, a solo 60 minutos de Montevideo, la capital de la República, a 30 minutos de la ciudad más importante del país. Punta del Este con todo su ruido y muy cerca del aeropuerto Internacional que lo conecta con el mundo. Es esta una alternativa muy interesante para el turista, sus precios son menores y todo está al alcance de la mano.

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Uruguay. Piriápolis. El Hotel Argentino. Sus mármoles pintan una época.

Caminábamos por la avenida costanera frente al mar y allí nos encontramos con este imponente edificio “El Hotel Argentino”. Otra de las creaciones del magnífico Piria, Por si solo representa una gran época y fue construido con todo su esplendor. Allí también funciona el Casino. Este hotel con todas las comodidades conserva en sus instalaciones rasgos que son propios de la época de su inauguración, mármoles, vitraux y un amoblamiento muy especial.

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Uruguay. Piriápolis. El Hotel Argentino. Sus magníficos Vitraux.

Mientras nosotros seguíamos empecinados con el recorrido. El mar y el viento estaban empecinados en despeinarnos pero fue otro fracaso, no lo lograron. Seguimos con nuestra visita y fuimos a conocer todo lo que su creador dejo como un legado. El fuerte Piria. Un palacete que lo albergo por muy poco tiempo, está en reconstrucción. Tengo la esperanza de que lo hagan pronto, a todos nos pareció poco bueno su estado.

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Uruguay. Piriápolis. La Virgen de los Pescadores. Desde allí protege a sus fieles.

Lentamente íbamos ascendiendo hacia los cerros que rodean a la villa balnearia y fuimos descubriendo los mensajes que fue dejando su creador. La fuente del Toro ubicada sobre la falda del cerro del mismo nombre, la Fuente de Venus. La virgen de los Pescadores, ubicada sobre el Cerro San Antonio se encuentra sobre la piedra fundamental de la ciudad y domina toda la Bahía. Protegiendo precisamente desde allí a los Pescadores.

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Uruguay. Piriápolis. El palacio Piria, es parte de esta historia.

Las horas se sucedían y todo muy lindo pero nuestra hambruna empezaba a comer nuestros cerebros, las coordenadas de nuestros GPS marcaban un solo lugar. La marisquería que esta al pie de la aerosilla. Precisamente la misma que todo los años se ocupa de sacarnos este caprichoso cosquilleo de nuestros malcriados estómagos. Lo de “Juan y Cristina”, mariskeria, parrilla de pescados, carnes y vegetales. Pero a nosotros nos quisieron sorprender con una gran paella, la que fue aceptada por unanimidad.

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Uruguay. Piriápolis. “Lo de Juan y Cristina” la paella habla por sí sola.

Tal cual debe ser la gigante paellera estaba apagada, inclusive esta actitud nos trajo desazón y grandes dudas. Hasta que llegó el momento en el que se prendieron los fuegos, los aplausos dieron su aprobación. El chef los empezó a manejar con maestría. Aceite de oliva, ajos, cebollas, morones. La fritada fue tomando un color muy especial, marrón casi rubio, lentamente esta empezó a tomar cuerpo. El pollo y el cerdo le iban aumentado el volumen, de a apoco los mariscos se fueron acomodando como si fuera un gran teatro. El chef muy prolijo le daba los lugares preferenciales a las medias valvas de mejillones, los camarones y langostinos con su color estridente contrastaban contra el verde del porotaje, el caldo llego poniendo las cosas en su verdadero lugar y por fin el arroz.

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Uruguay. Piriápolis. “Lo de Juan y Cristina” Nos esperaban manjares.

Nuestra ansiedad no tenía límites y engullíamos pan, palitos, galletitas con cualquier cosa que se pudiera mojar o untar. Los vinos y las muy buenas cervezas uruguayas corrían sin cesar, tratando de matar el poco tiempo que nos quedaba para degustar el plato principal. Mi ventana daba exactamente frente al Puerto deportivo y ya me sabía de memoria todos los nombres de todas las embarcaciones ancladas y las que estaban en el muelle seco. Pero en gastronomía las reglas están dadas, se comienza una paella cuando llega el último comensal.

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Uruguay. Pîriápolis.” Lo de Juan y Cristina” El Chef gritó: “A sus platos”

Por fin llegó la orden y los mozos salían disparados con los platos humeantes, empezamos a degustarla y esta vez el Chef se llevó el mejor de los aplausos, verdaderamente exquisita. Cumplido uno de los requisitos muy importantes en estos viajes empezamos a movernos inquietos. Ya queríamos un poco de actividad.

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Uruguay. Piriápolis. Sus tentadoras playas.

Encaramos hacia la aerosilla como para hacer la digestión, siempre es lindo ver la bahía desde la altura, el puerto, y las embarcaciones ancladas. El mar seguía embravecido pero el sol nos daba toda su luz, pegamos la vuelta y un rápido descenso. Nos fuimos acercando a la combi mientras nos despedíamos de esta Playa muy especial que es Piria…polis.

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Uruguay. Piriápolis. Su arquitectura marca una época.

Nos fuimos hacia Punta del Este, debíamos cargar nuestro equipaje y partíamos hacia la Paloma, allí nos alojaríamos en los Hoteles de nuestro amigo Héctor Chaine que siempre nos pone a nuestra disposición, “Hotel Portobelo. “El apart Hotel Sotavento” y las cabañas “Costa Esmeralda” Nos esperaba todavía para cerrar el día una cena con las autoridades de la Paloma y mañana nuestro nuevo rumbo será hacia Brasil.

 

Uruguay. Punta del Este. Toda seducción.

 

Recuerdos de mis Viajes por Uruguay.

 

Mi pie derecho apretaba el piso del auto y el que más sufría era mi acelerador. Estábamos muy ansiosos por llegar en nuestro breve viaje de la Paloma a Punta del Este, allí donde el sol monto su templo en la República oriental del Uruguay, suerte que tan solo nos separaban 130 kilómetros.

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Punta del Este. Sus playas son atracción de Turistas que llegan en grandes cruceros.

Teníamos noticias de que varios periodistas de distintos países se encontraban alojados en el “Hotel Jamaica”. La única referencia que teníamos es que estaba detrás del Hotel “Conrad”. Sentadito en la punta del asiento trasero viajaba mi colega de Ecuador Guido Calderón, el hacía de Copiloto de rally. Entre sus manos lo protegía como si fuera un polluelo, lo exprimía y movía nervioso, mientras sus dedos aprovechaban y le llenaban la cara al GPS. A su vez a viva voz me iba dando indicaciones. Era la auténtica búsqueda del tesoro.

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Punta del Este. La mirada perdida en el horizonte en Casa Pueblo.

Por fin se escuchó: ¡Allí esta! El griterío en el habitáculo del auto era ensordecedor. Rápidamente salieron a saludarnos nuestros colegas de distintos países y así dimos por iniciada la nueva reunión de “Visión” – Asociación de Periodistas Internacionales de Turismo- Una ajustada agenda nos mantendría ocupados por más de 10 días. En pocos minutos más nos pasarían a buscar para dar una recorrida por esta magnífica ciudad balnearia, la codiciada, la única… Punta del Este.

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Punta del este. El “Hotel Jamaica” y su coqueto entorno.

Hicimos el chek inn en el Hotel y nos distribuyeron las habitaciones. La clásica revolcada de las valijas. Debíamos asegurarnos de llevar la máquina de fotos y verificar la carga de las pilas, es la nueva tecnología que nos debemos asegurar en todos los viajes. Sin quererlo ya estábamos arriba del ómnibus y nuestros guias nos iban repitiendo cifras y nombres sin cesar.

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Punta del Este. La belleza de sus codiciadas playas.

Recorrimos el pintoresco Puerto deportivo de la “Virgen de la Candelaria”, descubierto por uno de mis más famosos tíos “Don Juan Díaz de Solís”. Atestado de costosísimas embarcaciones, este fue uno de los primeros puntos que recibieron todos los disparos de nuestras máquinas fotográficas. Descargamos en él toda la adrenalina del viaje. A mi particularmente me hizo poner nostálgico y recordar a “Puerto Banus” en España. Seguimos en nuestro recorrido y llegando a la punta de la península. Vimos como las aguas se unían en un abrazo eterno de colores y sabores en interminables besos de espumas. Allí se juntan las aguas dulces del Río de la Plata y las saladas del océano Atlántico.

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Punta del Este. Grandes cruceros llegan a sus costas.

Rápidamente estábamos fotografiando los famosos “Dedos” muy cercanos a la parada 2 de la playa Brava, uno de los lugares más atractivo para la “Foto” de Punta del Este. Siempre está rodeado de turistas que cámara en mano quieren inmortalizar su silueta. Esta magnífica obra del artista Chileno Mario Irazábal Covarrubias es hoy uno de los iconos más representativo de los esteños. Sus imágenes con ciento de caras de turistas de distintos países recorren el mundo identificándolos. Personalmente cuando los veo me imagino detrás de ellos a la ciudad de Punta el Este. Siempre que puedo paso por allí. Pese a que originalmente el autor quiso prevenir a los bañistas de un posible accidente en el mar. Para mí es un canto a la vida esa mano buscando el inmortal cielo.

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Punta del Este. “Los dedos” Un icono del turismo Uruguayo.

Hoy a estas magnificas playas llegan grandes cruceros que vienen recorriendo distintos puertos. Es este uno de los principales atractivos de la ruta prevista dándole un movimiento importante de turistas extranjeros. Poco a poco recorrimos toda la costa Brava, en su orilla habitan una importante hotelería, edificios y construcciones de muchísimo valor rodeada de puntillosos jardines, ordenados, regados y florecientes, adornados de multicolores flores que le dan un marco especial a toda esta magnífica red edilicia.

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Punta del Este. La Barra de Maldonado y su puente ondulante.

Fuimos en forma directa a la famosa Barra de Maldonado unos de los puntos de reunión del glamour de todos los veranos. Allí se practican todo tipo de deportes náuticos y las siluetas femeninas con muy poca tela sobre su cuerpo adoran al sol. El puente ondulado que une a las dos orillas- así se lo conoce por su forma- Es una obra arquitectónica de una osadía total y hacen del lugar algo muy pintoresco. Atravesarlo nos da una sensación muy extraña en nuestros estómagos, que se traducen en sonrisas y griterío, tal como ocurrió en nuestra combi, provocando un momento muy divertido.

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Punta del Este. Punta Ballena es una obligación visitarla.

Ante el reclamo de todos fuimos hacia Punta Ballena, recorrimos los pocos kilómetros que nos separaban de ella no más de quince, ansiosos por conocer este maravilloso lugar y dispuestos a regalarnos un magnifico atardecer. Conocedores de que esta punta de piedras que arriesgadamente se mete en el mar y tiene el placer de cobijar entre sus rocas a “Casa Pueblo”.

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Punta del Este. “Casa Pueblo” La morada de Paéz Vilaró.

Es este un lugar muy especial que fue creado por un personaje muy mimado por los Uruguayos. “Carlos Paéz Vilaró” recientemente desaparecido. En su mente de artista fabrico este magnífico lugar y lo fue desarrollando a través de los años. En su interior cobija un Hotel de cuatro estrellas, un museo y una galería de arte. Su estructura muy blanca se destaca desde muy lejos entre las rocas. Convierte esta punta saliente de piedras en un paraíso. El lugar tiene un aspecto muy particular cuando el reflejo del sol ocultándose insolentemente lo invade. Convirtiéndolo en el  “Santuario de la Bohemia”.

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Punta del Este. Casa Pueblo y Punta Ballena una simbiosis de Bohemia.

Nuestro transporte regresaba con las primeras sombras que querían invadir el escenario, la ruta costeaba el mar y la blanca espuma sacudía su cabellera sobre las limpias arenas costeras. Viajaba semidormido y meditaba… es que cuando encontramos estos lugares tan bellos los “Turistologos” acostumbramos a usar una frase muy conocida y muy ceremoniosos decimos: “Aquí estuvo la manos de Dios”. En silencio y muy para mis adentros pensaba en el privilegio de los Uruguayos. De haber encontrado a Dios en un día muy descansado, muy creativo y que no uso solamente una mano sino que uso las dos y quizás algún ayudante. Es que le dio tanta belleza a Punta el Este. Su imaginación y su buen gusto son notables. Lo único que se me ocurrió susurrar fue ¡Grande Genio!

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Punta del Este. Las playas y los visitantes de Grandes Cruceros.

Nos dejaron en la puerta del Hotel y nos dieron una hora para bajar bañaditos y perfumados. La cena prometía, nuestro próximo anfitrión seriá el gran “Hotel Conrad Punta del Este. Resort & Casino”. Un cinco estrellas emblemático de Punta, con casi 300 habitaciones, 5 restaurants un completo Spa y un gran Casino. Ubicado en un lugar preferencial frente al mar.

Muy puntuales ingresábamos triunfantes y hambrientos al Restaurant “Las Brisas” del gran complejo. Una pequeña ceremonia con las autoridades del lugar, regalos y llego la esperada orden ¡A comer! Estas son las sugerencias del Chef:

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Punta del Este. Hotel Conrad y el Restaurant “Las Brisas”

Salad Bar

Sopa de pollo y verduras

Wrap de atún y vegetales asados

Principales:

Picaña con papa al plomo

Spaghetti con salsa de hongos y Panceta con hierbas

Pesca del día con salsa de Puerro y azafrán

Buffet de postres

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Punta del Este. El Restaurant Las Brisas en el Hotel Conrad. Buffet de Postres.

En mi caso partí como un enajenado con mi plato y el tenedor armado como para ir a las cruzadas. Mi objetivo la mesa del Salad Bar. Muy abundante y variado. Pese a que quise ser mesurado casi lo hago explotar. Todo regado por un abundante tinto muy rico servido a discreción. Mi plato principal ¡Carne! Picaña. Allí me demostraron la bondad de la cocina, se pidieron dos de ellas, una jugosa la mía y la otra a punto, las dos llegaron al mismo tiempo y con cocción exacta para cada uno y la temperatura. Caliente. Una exquisitez. Los Postres capítulo aparte.

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Punta del Este. Hotel Conrad una apacible recepción.

Un rápido recreo por la sala de Juego, muchos de mis colegas despuntaron el vicio. A mí ya hace tiempo que este bichito me dejo de picar. Lentamente nos fuimos retirando. Mañana muy temprano teníamos un día agotador por las Playas de Piriapolis. Rápidamente las sábanas suaves y la agradable temperatura me envolvieron en un magnifico sueño.

 

Uruguay. Un encantador viaje de José Ignacio a la Paloma.

Recuerdos de mis Viajes por Uruguay.

…Todavía no lograba acomodarme en el asiento del auto. Era muy temprano. El día maravilloso. A mi derecha, el sol parecía gritarme de contento. Había recorrido muy pocos kilómetros. Levante la vista y mire por el espejo retrovisor. Allí en el fondo. El cielo estaba oscuro muy oscuro. Era mi ciudad. La Plata. Castigada por las inundaciones. ¿Qué es el color oscuro? ¿Su tristeza? Mi ciudad llora. No merece este trato de sus autoridades. ¿Dios nos castigó ¿?… Sacudí mi cabeza intentando ahuyentar los malos pensamientos. Clave mi vista al frente. Debía cumplir con mis compromisos.

El coche devoraba los kilómetros, apagaba así mi ansiedad. Quería llegar a La Paloma en la República Oriental del Uruguay. Allí me esperaba. “Visión”. La Asociación Internacional de Periodistas y Escritores Latinos de Turismo. Organizaba su primer evento del año. Visitaríamos el este de la República Oriental del Uruguay y el sur de Brasil.

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Uruguay. José Ignacio. Las Playas son un atractivo permanente.

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Uruguay. Cabo Polonio. Experiencias Inolvidables.

Recuerdos de mis Viajes por Uruguay

El sol remoloneo muy perezoso para esconderse jugando el atractivo juego de las luces y las sombras. El Crepúsculo en el Cabo Polonio es alucinante. Poco a poco un color se hacía dueño del otro. Los humanos absortos observaban. Hasta que ocurrió lo que estaba previsto, las sombras se adueñaron de la situación. Por ello comenzó un ritual nuevo para mí – fabricar luz -  Los faroles sol de noche salieron a relucir, ponerles combustible, generalmente se rompe alguna camisa – bujía que irradia luz – no queda más remedio que cambiarla.  Velas y unos faroles caseros muy originales. En las Botellas plásticas de cinco litros, se le coloca una vela prendida sostenida por un alambre. En su base arena o agua para que haga peso. El agua refracta la luz y aumenta la misma.

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Uruguay. Cabo Polonio. Asombra la inmensidad de sus Playas.

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Uruguay. Cabo Polonio ¿El Paraíso?

Recuerdos de mis Viajes por Uruguay

 

El bamboleo y los saltos que copiaba el vehículo que nos transportaba, nos anunciaba que estábamos por visitar un rincón que estaba muy lejos de ser un lugar común, algo distinto nos esperaba. Un gigantesco camión, todo terreno, 4×4 se enterraba en la arena y su motor se quejaba del esfuerzo que debía hacer para seguir avanzando. Su carga se tambaleaba.  Sobre él, un grupo importante, disfrazados de humanos, se aferraban de donde podían, nuestro transporte empecinado en fotocopiar las dificultades del terreno y a su vez nuestras nalgas hacían de amortiguadores,  los duros asientos de madera son nuestros testigos.

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Uruguay. Cabo Polonio. La flota de 4×4 lista para llevarte al Paraíso.

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Uruguay. Montevideo. El Mercado del Puerto

Recuerdo de mis viajes por Uruguay

Montevideo y su misterio… una ciudad que por momentos parece antigua y por momento super moderna, su costanera esta hermosa, pujante con una cadena de edificios nuevos, sinuantes, copiando la costa, frente al río. Es hermoso cuando una ciudad adora el agua y le rinde su culto de esa manera, la costanera se convierte en un hito social. Así lo vi a Montevideo, regresando del viaje que organizara Visión (Asociación Internacional de Periodistas y Escritores de Turismo) por el este de Uruguay y el sur de Brasil. A pesar de volver con la retinas cargadas de maravillosos paisajes me encanta siempre y aunque me tenga que desviar muchos kilómetros. Exigirme y cumplir con un rito, una costumbre, un mito indeclinable. Almorzar en las Parillas del Mercado del Puerto.

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Uruguay. Las Playas de la Pedrera. Una belleza.

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Uruguay. Siempre me sorprende

Recuerdos de mis Viajes por Uruguay

En el marco de “Visión” la organización que nuclea a los Periodistas Internacionales de Turismo, realizamos la primera incursión del año, la idea era visitar el este de Uruguay y el sur de Brasil. Hicimos base en la Paloma en los Bungalows “Costa Esmeralda” totalmente equipados y con acceso directo a la playa. De los mismos dueños del Hotel Portobello, donde nos servían suculentos desayunos.

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Uruguay. La Paloma. Balconeando desde el “Hotel Porto Bello”

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