111. La gente descalificadora

“¿Eso te pusiste? Por qué no te mirás un poquito al espejo. Se dice hubiera, no habría. No sé para qué estudiás si siempre dejás todo por la mitad. ¿Eso compraste? A ver cuando bajás esa panza. Vos no te das cuenta de nada. Para venir con esa cara te hubieras quedado en tu casa. Te dije que no vayas. Por qué no fuiste. Haceme caso, vos tenés que pensar por vos mismo. Para qué vas a festejar tu cumpleaños si no va a ir nadie. ¿Podés cambiar esa cara? Vos vas a morir en esa oficina de explotadores. Ya no da que uses ese escote. Peinate como un hombre… ¿qué te querés, hacer el pendejo? Yo no sé cómo puede gustarte San Bernardo. Al final para qué me llamaste.” Continuar leyendo

109. 26 indicios sobre los celos

  1. Los celos son el termómetro de la desconfianza.
  2. No se es celoso, se está celoso.
  3. Muchos celosos buscan donde no hay y escuchan lo que no se dijo.
  4. El celoso es un cineasta.
  5. Lo que temés que te pase, ya te pasó.
  6. Ser celoso habla mal de vos y tus elecciones.
  7. Al posesivo se le nota la carencia. Continuar leyendo

108. La posta del sexo en la pareja

Si hablar del amor es una encerrona infinita, hablar de la sexualidad y el amor es más difícil que escalar el Cerro Catedral de espaldas. El sexo en la pareja suele ser un problema binario a la hora de discutir y la gran pregunta es si es causa o consecuencia. ¿Habrá, entonces, una tercera posición? Continuar leyendo

107. Los que no entienden cuando les decís que no

Primera etapa: La intolerancia

Esto es de menor a mayor. El primer recurso es la indirecta, querés darle a entender que ya fue pero no encontrás las palabras adecuadas. Recurrís a actos como el silencio prolongado, mirar por la ventanilla o sacarte una pelusita del suéter. Usás monosílabos y contestás con la cara como si acabaras de morder un limón. Continuar leyendo

105. Los amores mascotas

“Hay que cuidarse de los boludos porque se curan”

Enrique Pichón Rivière.

 

Si te digo que me llames a las cinco, no me llames cinco y media. Salgo tarde de la facu, pasa a buscarme porque no doy más. ¡Cómo que te vas con tus amigos! De ningún modo, yo quería ir al cine. El domingo vamos a visitar a mi tía María Esther a Villa Insuperable. Cuando vengas trae leche, pan negro y unas toallas femeninas nocturnas ultra delgadas. Esto que tengo acá ¿es una arruga? Mañana cuando salís de trabajar vas a una farmacia y me traes una crema del Mar Muerto Premier Bios con tratamiento intensivo anti-edad y vos comprate una de Yves Rocher para hacerte un tratamiento antifatiga porque tenés la cara gris de tanto encierro. Continuar leyendo

104. Cómo discutir con el otro

De repente pinta un silencio, una cara que trasmite malestar, una mirada hacia ningún lado. Adentro hierve la sangre, afuera tensa simulación de nada. Hubo algo, un detalle, una cosa fuera de lugar. Fallaron los cálculos, donde creías que iba una letra apareció un número, donde esperabas una palabra de aliento apareció la distancia. Y te enojás, te volvés impotente buscando las palabras justas, pero no; todo parece que está por explotar, las frases se agolpan como a la salida de un recital del Indio. Tartamudeás, tomás aire y todo se desmadra. Continuar leyendo

103. Los nómades emocionales II

¿Probaste ponerte un sweater con el torso mojado y sin camiseta? Bueno, así se siente un nómade emocional cuando es tiempo de partir. Se siente incómodo, le pica el cuerpo y sus tiempos se le llenan de apurones. Se distrae, mira por encima tuyo y busca algo en los bolsillos. Nada. Continuar leyendo

100. Cómo liberarse de un goma

Goma:   Sujeto amorfo y pegajoso,   exudado por ciertos vínculos de pareja,   que se endurecen en el contacto con el otro.   Tienen la particularidad de rebotar contra   una pared y volver con más fuerza. 

 

De lo sólido a lo gomoso

Al principio pasa inadvertido, de lejos es un muchacho amable, medio canchero y con buen porte. Te hace reír –en las puertas de los gimnasios deberían volantear advirtiendo que el mejor ejercicio es tener sentido humor y no engrosar la musculatura– y, dentro de todo, tiene una vida ordenada. Te llama cuando esperás que te llame, te guasapea cuando viajás aburrida en el bondi y esa camisita blanca que le regalaste, le queda linda. Eso te da seguridad y poco a poco te vas relajando. Empezás a estar menos pendiente, a compartir más tiempo con tus amigas y, lejos de salir a buscar el partido, tratás de mantener el resultado. Continuar leyendo

99. Cuando esperás que vuelva

Al principio creés que es algo pasajero, como una fuerte tormenta que el viento se encarga de disipar, las palabras como gotas van cayendo a través de tus oídos y las frases suenan difusas como cuando te das cuenta que necesitás un par de anteojos. Lo escuchás como quien escucha una confusión, creyendo que en unos días volverán a pedir unas pizzas y mirar la segunda temporada de esa serie que descubrieron juntos. Pensás en el stress, en los problemas con el hermano y en que él siempre se apresura a la hora de abrir esa bocota. Tus amigas te dicen que no lo presiones, que uno se las agarra con la persona que más quiere. Continuar leyendo

97. Los que no encuentran el amor

Hay personas que viven bien consigo mismas, que lograron entenderse en sus tránsitos laberínticos y que aman lo que tienen sin desesperar por lo que no hay o por lo que todavía no llegó. Personas que saben disfrutar de un encuentro con amigos pero también fabrican una tarde de caminata para pensar en voz alta sin interlocutores. Hay gente que acepta el sube y baja afectivo que la vida les propone y son adaptativas de su entorno sin desesperar. Cenan, bailan, beben; leen, escuchan música, meditan. Gente que si bien no transitan por la paz constante y regular, aceptan las turbulencias como parte de un proceso. Personas amigas de la realidad. Continuar leyendo