Por: TurAireLibre
En el centro de Corrientes nos encontramos con la naturaleza que brilla día y noche, siendo un paraíso natural. Los esteros del Iberá, con sus casi 1.300.000 hectáreas, conforma el área protegida más grande de la Argentina. Tienen un encanto y una mística especial, que los hacen dignos de ser recorridos.
Uno de los últimos sábados de invierno llegamos muy temprano a Mercedes, Corrientes, con el excelente y confortable servicio de Flecha Bus desde la ciudad de Buenos Aires.
En la terminal nos esperaba Coco, listo para trasladarnos por caminos rojizos a Colonia Carlos Pellegrini, puerta de esta magnífico mundo de aguas y verdes.
Pasada una hora llegamos al lodge Ñande-Retá, donde Leonor, su dueña, junto con un gran grupo operativo, nos recibieron y condujeron para comenzar una gran experiencia de tres días para recorrer y vivir el Parque y Reserva Provincial Iberá (aguas brillantes, en guaraní), donde la naturaleza se expresa de una manera única.
Situados en el centro de la provincia de Corrientes, los esteros del Iberá están compuestos por un gran sistema de bañados, canales, lagunas, embalsados y tierras altas que se formaron hace miles de años sobre un antiguo cauce del río Paraná. Es considerada única en el mundo por sus características biológicas: gran reserva de agua incontaminada.
En una gran variedad de microambientes viven en este humedal, aproximadamente, 1.400 especies de plantas, 350 de aves, 60 de mamíferos, otras 60 de reptiles y 125 de peces.
Entre las diversas actividades que podemos realizar, José, del lodge Ñandé-Retá, nos organizó una salida para avistar flora y fauna, un safari fotográfico y una cabalgata guiada por Nené, viviendo la experiencia de cruzar bañados junto a dóciles caballos. Además realizamos paseos en bote, trekking por senderos muy misteriosos con sorpresas inesperadas y la visita al Centro de Interpretación.
El trabajo cotidiano del ser humano ha sabido resolver adversidades características del clima y suelo para adaptarse con total respeto a la naturaleza en una convivencia digna de disfrutar.
Se percibe que la fauna no se siente asediada por el ser humano. Es una compañía contemplativa de una inmensidad y belleza absoluta.
Para planificar el contacto con la naturaleza es factible pernoctar unos días en distintos tipos de alojamientos: lodges, posadas y un camping muy bien preparado.
Al regreso de las actividades, en cada atardecer, además de unas increíbles puestas de sol, nos esperaba la deliciosa gastronomía de Ñandé-Retá y la charla de la sobremesa del día felizmente vivido.
Pero esto no es todo: apenas esbozamos algo de la experiencia. Aún nos queda mucho más para compartir del viaje a los esteros del Iberá.
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