Por: Diego Hernán Armesto
Uno de los datos salientes, a posteriori de las elecciones realizadas en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, fueron las presiones ejercidas desde distintos sectores, políticos, sociales y mediáticos, para que el candidato Martín Lousteau desistiera de presentarse al ballotage para candidato a jefe de Gobierno.
Las reacciones de esos sectores reflejan conductas inmaduras, hipócritas, desnudando que las conveniencias a veces son más fuertes que las convicciones. No es posible asumirse como defensores de la República invitando a otros a transgredir la Ley. La República es eso, un contrato social de convivencia regido por leyes y normas que regulan su funcionamiento, y todos los actores políticos de la CABA conocían de antemano cuales eran las reglas en estas elecciones.
Así, la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires expresa en el Art. 96 que: “El Jefe de Gobierno y un Vicejefe o Vicejefa son elegidos en forma directa y conjunta, por fórmula completa y mayoría absoluta. A tal efecto se toma a la Ciudad como distrito único. Si en la primera elección ninguna fórmula obtuviera mayoría absoluta de los votos emitidos, con exclusión de los votos en blanco y nulos, se convoca al comicio definitivo, del que participarán las dos fórmulas más votadas, que se realiza dentro de los treinta días de efectuada la primera votación“.
La Ley no es una cuestión de pareceres, encuestas – que dicho sea de paso sería interesante escuchar a ciertas consultoras explicar sus extraños números -, resultados electorales, acuerdos partidarios circunstanciales o supuestos fines superiores. Dicho esto, ¿Cuáles serían entonces las razones para que el candidato de ECO no se presente al ballotage?,¿No es un atropello y subestimación al ciudadano pretender modificar procedimientos establecidos por Ley por intereses subalternos?. “Hacer” política, “ser” político implica dar testimonio y también el ejemplo, respetar entonces la soberanía popular y cumplir con la Ley sería tal vez el mejor ejemplo que podría dar la clase y los partidos políticos para comenzar a recuperar la República.