Arquetipo en Abraham.
Sabiduría de la misericordia.
Saber en la grandeza.
Las tablas de la ley.
Energía del saber.
Energía de la ciencia en la conciencia.
Energía de la intimidad.
La casa (bait).
Arquetipo en Abraham.
Sabiduría de la misericordia.
Saber en la grandeza.
Las tablas de la ley.
Energía del saber.
Energía de la ciencia en la conciencia.
Energía de la intimidad.
La casa (bait).
Alef: Jésed, Guevurá.
Representa el alma del Mesías.
Amor en la fuerza.
El uno, único indivisible.
Unidad de la realidad.
Energía del aire.
Energía de la fuerza corporal del hombre.
Equilibrio de fuerzas opuestas.
Cada uno de los 22 senderos se representa con una letra del alfabeto hebreo. Así, cada símbolo condensa energía y sentido y, al mismo tiempo, el ducto que une a cada una de las dimensiones que, junto a las diez Sefirot, completan las 32 dimensiones místicas presentadas en el Séfer Ietzirá. Las Sefirot serían las autovías y los ductos, colectoras.
Los 22 senderos se dividen en tres clases: las tres madres (alef, mem y shin), las siete dobles (bet, guimel, dalet, kaf, pei, reish y tav) y las doce elementales (hei, vav, zain, tet, iud, lamed, nun, samaj, ain y kuf). Estos canales no son sólo conexiones entre dimensiones, sino que poseen energías propias específicas con las que nos debemos nutrir. Son fuentes por sí mismos.
Las tres madres representan el fuego (sin), el aire (alef) y el agua (mem). La tierra deriva de mem en Maljut, la tierra como reino. Son las tres primeras energías que unen Jojmá, que restringida desencadena Biná unidas en sin; Jésed, que dará Guevurá unidas vía alef y Nétzaj, que se restringe a Hod a través de mem. Luego, el sistema de interconexiones se completa en el árbol de la vida de las Sefirot y genera los 22 senderos que describimos, asociados también a los arquetipos de las figuras bíblicas que las representan.
Maljut es el reino.
Significa realeza. La casa de Israel.
La shejiná, la divina presencia.
La hija, la novia, la esposa. (…).
Presencia de la divinidad, atributo femenino de su esencia.
Expresa el mundo físico de lo conocido como realidad.
Se simboliza en la luna.
Recibe su luz de tiféret, es fecundada por la belleza y el esplendor y nos ilumina.
Se asocia a la pobreza, ya que no tiene luz propia.
Receptora tierra fértil multiplicadora de mundos y de vida con contrastes, contradicciones, ambivalencias.
Se produce en la realidad física de la existencia, donde reside nuestro cuerpo material.
Es el campo finito del existir.
Se manifiestan el bien y el mal, la realidad y los sentidos.
Se requieren humildad, evitar la ostentación, e ilusión, que se diferencia de la visión.
La energía se presenta en un mayor nivel de densidad, eso que llamamos “materia”. Recibe energía del resto de las dimensiones, las condensa y las sublima.
Adquiere el nombre divino de Ad-o-nai: cercano en la situación dialogal de lo personal de cada uno de nosotros.
Es el atributo divino de benevolencia que neutraliza la rigurosidad de Elohim.
Desarrolla temor reverente del cielo con la intención de reconocer la potencia de lo humano, sin caer
en la omnipotencia de creernos o actuar como dioses.
Consagra la materia.
Santifica el tiempo y el espacio.
Nos libera de las dimensiones terrenales a las celestiales.
Descifra el acertijo de lo mucho que hay en lo poco y de lo poco que hay en lo mucho.
Se repara y se restaura. Tikún: dimensión de reparación de sentido.
Completa lo incompleto: atzmí (mi ser), am (la comunidad), olam (el mundo).
Redime con sentido la materia y evita ser redimidos por ella.
Espiritualiza materia y materializa la espiritualidad.
Redime el ser del tener e impide la alienación que los funde y confunde en uno.
Color: azul.
Iesod es el fundamento.
La personalidad del ego: quién soy, cómo me perciben.
Crea energía sexual y la desarrolla.
Es el miembro masculino.
Simboliza al tzadik, al justo, que debe fecundar, lograr la fusión y el contacto erótico entre los mundos inferiores y superiores.
Conecta el mundo donde estamos y vivimos aquí abajo con el que pertenecemos y del que venimos, que está arriba.
Alude al nombre de D-s Shadai, que representa al Todopoderoso.
Se traduce en sueños y visiones, en fuerzas creativas que desarrollan el propio ser.
Produce proyecciones, promesas y proyectos.
Construye la identidad de forma autónoma, soberana e independiente.
Reduce el ego para engrandecer el ser y expandir conciencia.
Alimenta un ego equilibrado, cuidando de que no termine consumiéndonos.
Desarrolla la sexualidad más allá de la genitalidad.
Valora el don de la pulsión sexual, para la procreación y el amor maduro.
Vincula sin posesión, dominación o sometimiento.
Determina que la autoestima no es egolatría.
El cuerpo como don en bendición, un santuario de servicio y no un templo de la imagen.
Para fortalecer iesod, hay que cuidarse de todo pensamiento o palabra inmoral.
Es necesario guardar el pacto del bien en el hacer.
Tiféret-iesod-maljut fl uidas en unidad en Shejiná, atributo femenino de D-s.
Shejiná, la divina presencia, retorna cuando el trono y el reino se unen.
Habitan unidas en el templo de Jerusalén, el Santo Palacio que, desde su destrucción, mantiene al reino de Israel en el exilio.
El esfuerzo cabalístico es la reunión de estas tres.
Aquí arriba y abajo.
Sexto es el trono divino, séptimo el santo templo y octavo el tzadik, el justo que sostiene al mundo.
El justo es amado y querido arriba y amado y querido abajo.
Séptima sefirá es Shabat, el séptimo día.
Es el canal erótico del Cantar de cantares, que funde en un beso cielo y tierra.
Como es abajo es arriba, como es arriba es abajo.
Contiene el fundamento de todas las almas.
El Santo Palacio está en el pensamiento y esto es alef, kéter.
Color: naranja.
Hod es gloria y se apoya en el esplendor.
Expresa grandeza y fuerza, originadas en la pequeñez de la modestia.
Surge de la gloria celestial y se manifiesta en la terrenal.
Su imponencia se expresa en la grandeza de la naturaleza.
Su fuente está en las virtudes que sostienen que somos lo que hacemos.
Se sostiene en lo divino que tiene lo humano.
Su preservación corre por cuenta de los ángeles protectores.
Su energía se manifiesta en el lenguaje estructurado.
Es un pensamiento que migra de lo emocional a lo conceptual.
El lenguaje como poder y como símbolo, para establecer separaciones y clasificaciones. Su gloria y majestuosidad
se equipara al esplendor de los ejércitos. Su multiplicidad de atributos se agrega como tzebaot (ejércitos) al nombre divino: Elohim Tzebaot.
Manifiesta la tensión y la lucha para emerger en el atributo.
Alcanza la verdad humana en el plano de la honestidad y la sinceridad.
Se estructura al expresar correctamente hacia fuera lo que somos en el interior.
Aporta autenticidad e integridad a partir de esa sinceridad.
La restricción es la mentira o el autoengaño nacido en la falta de confianza.
Desnuda la mentira que aparece como una verdad formal, que nos justificamos a nosotros mismos sabiendo que no es verdad.
Son los pies que sirven de soporte junto a nétzaj.
Alcanzamos estos atributos aumentando la influencia de la espiritualidad en el mundo. El estudio de la ley oral, la Mishná, fortalece hod.
Color: rosa oscuro.
Nétzaj es victoria. Es eternidad.
Constituye las pequeñas batallas de la interioridad espiritual.
Se adquiere por asistencia de los ángeles protectores.
Ayuda a reconocer límites y potencias.
Permite superar la adversidad.
Acepta la experiencia vital como aprendizaje.
Se proclama no cuando se vence, sino cuando hay una convicción de que es posible atravesar un dilema.
Sus logros renuevan nuestra autoestima. Su falta, nuestra perseverancia.
Es la dimensión de las emociones y de los sentimientos.
Representa la capacidad de poder ser lo que uno siente.
Es arte, sentimientos y su expresión dentro y fuera.
Al igual que hod, se agrega al nombre de la divinidad
Tzebaot: Adonai Tzebaot.
La fuerza de D-s en la victoria frente a nosotros más que ante los otros.
El estudio de los cinco libros de la Torá la fortalece.
Sirve para identificar nuestros sentimientos y ser victoriosos en el campo emocional.
Inteligencia emocional de triunfar en nuestra esencia de ser lo que sentimos, de dominar sentimientos y evitar que ellos nos dominen.
Traduce en victoria el logro de coronar una visión en un proyecto. También, en no humillar a otros en competencia, sino en la realización del logro. Reconoce la fortaleza del espíritu para la victoria, rechazando
la violencia y la fuerza.
Expresa la finitud de la victoria por nuestras propias fuerzas y también su potencia eterna.
Desarrolla reconocimiento y gratitud por alcanzar objetivos y metas.
Color: rosa suave.
Tiféret es belleza, es la dimensión de la armonía, del equilibrio y las justas proporciones.
La capacidad de conciliar extremos, la pacificación.
Es el trono de D-s.
Es el cielo (shamáim), síntesis del fuego (esh) de guevurá y del agua (maim) de jésed.
Se constituye como una línea intermedia entre ambas.
Expresa el rol del creador como Rey y establece su vínculo con sus criaturas.
Afirma el firmamento.
Consiste en dar y recibir.
Significa la hermosura, también reconocida como rajamim, misericordia, cuya raíz rejem (“r”, “j”, “m”) deviene de útero.
Es el centro del árbol de las Sefirot, en línea recta bajo kéter y, por ello, la representa.
Aporta armonía vertical y horizontal.
Desarrolla el equilibrio con nosotros y los otros.
Autoconocimiento de la belleza del ser interior.
Desarrolla un amor maduro de equilibrios.
Belleza del amor que no es posesión ni sacrificio, sino ofrenda.
Armonía de estar centrado, balancear izquierda y derecha, arriba y abajo.
Belleza del ser interior que se expande mientras el ego disminuye. Que está en la esencia del ser.
Belleza que irradia la paz, shalom, que también se asocia con shalem, ser completo e íntegro.
La Torá corresponde a Tiféret y su estudio es el método principal para desarrollarla.
Quien presuma de su conocimiento de Torá, se privará de sus beneficios.
Este saber aporta armonía y debe ser utilizado para la unidad, no para la división.
Color: amarillo y púrpura.
Guevurá es fortaleza, es el fortalecimiento a partir de la recepción.
También es la disciplina que da fuerza, independencia. Es la mano izquierda de D-s.
Es el gran fuego de su presencia.
Es la capacidad de poder decir que no.
La fuerza del límite, incluyendo aquellos que son puestos por amor.
Fuente de respeto.
Significa tanto fuerza como el atributo de din, juicio. Es la dura y severa ley.
El nombre de la divinidad asociado es Elohim, nombre de la creación.
La soberanía del creador le otorga el mérito de reclamar justicia.
Simboliza el Occidente.
Cuando se desata de su opuesto compensador, jésed, esta fuerza pasa del “otro lado” y representa el mal.
Prevención, precaución, moderación: la fortaleza de la prudencia.
Necesidad de ser fuertes en dominar nuestros instintos, de reconocer los propios límites, negándose en ver la aceptación de los límites.
Fortaleza de la potencia que resigna omnipotencia.
Limita la fuerza de la interioridad para no ser sometidos.
La fuerza de escuchar la conciencia para ir donde debo, no donde me llevan.
El equilibrio que me fortalece es la disciplina.
Severidad que no es represión, sino amorosa contención.
La fuerza de la moderación en la prudencia y templanza del carácter.
Color: rojo y oro.
Jésed es misericordia, piedad, bondad, grandeza.
Representa la dimensión del amor con uno y con los demás.
Es el Oriente, corresponde al nombre divino de Él, como atributo de piadoso y benevolente.
Es la línea dadora atada a jojmá.
Su principio básico es dar para recibir.
Su misericordia puede ser externa o interna. Si bien es necesario que alcance a los otros, también debe aplicarse con uno mismo.
Desarrolla la capacidad de dar.
Se asocia al amor, de modo que la persona debe cultivarlo a D-s y a la humanidad, de las siguientes maneras:
- Cuidar de nuestros hijos y atender sus necesidades.
- Visitar a los enfermos y atenderlos.
- Enterrar a los muertos y consolar a los deudos.
- Dar caridad a los pobres.
- Ser hospitalario con las visitas.
- Buscar la paz entre todos los seres humanos.
Color: blanco y plata.