Dejar colores para que los encuentres

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A veces siento que dejo mis colores en lugares para que alguien especial los vea y reflexione en su encuentro. Este es el caso de este dibujo que de un encuentro para compartir una hamburguesa parece que se encuentran a compartir un micromundo creado al estar juntos.

Llegue a BurgerJoint, Borges 1766 y Costa Rica, un nuevo lugar en Palermo con la sorpresa y la posibilidad de dibujar o escribir en sus paredes para expresarte. Mientras me comía una rica hamburguesa casera la inspiración broto en mí y acá mi legado. 

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“El amor esta en vos”

 

Celebrar la vida

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Amo los sueños, creo en ellos y estoy convencida que todo lo que imaginamos podemos tenerlo. Ser consta de creer y de imaginar, y compartiendo extendemos la red llamada “universo” que nos sostiene. Tu universo es el que vos quieras que sea, puede ser chiquito, grande y hasta puede contener otros planetas.

Con mis recientes 36 años, comparto lo maravilloso que es sembrar amor a tu alrededor, este se expande y provoca que a tu alrededor este lleno de jardines de muchos colores y con gran variedad de especies que interactuan logrando bellos tramados. El amor es acumulable y sobretodo expansivo.

El día de cumpleaños para mí es un día de encuentros, de cercanías en las lejanías, de volver a conectarte y saludarte y decir “te pienso”. Desde antes de empezar mi cumpleaños ya empece con un ritual que una vez una mexicana me contó, en realidad celebrar tu cumpleaños consta de 7 días. Tres días antes de cumplir años hay que hacer balance, pensar en lo que sucedió en el año que se termina, conectarte con lo bueno y lo malo y despedir lo que uno no quiere más. Luego viene el día de tu cumpleaños para celebrar, para pasarlo como vos quieras, a tu manera, a tu forma y a tu tiempo y claramente cada año puede ser diferente la celebración. Y después de festejar vienen tres días para escribir los deseos para este nuevo año que empieza, llenar hojas con pensamientos positivos de lo que uno quiere hace que estos se cumplan,se produzcan, uno atrae la idea para llevarla a la realidad.

Para mí los 35 fueron de asentamiento y crecimiento, y estos 36 me implican cambio de ciclo, dos veces 18. Algo se cierra y algo nuevo comienza.  Tuve un cumpleaños de película pero principalmente tuve un día con mucho amor…

GRACIAS UNIVERSO!

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Feliz día mama

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Feliz día mama. Feliz día a las mamas creadoras y generadoras conquistadoras del día a dia. Guerreras de la incertidumbre y de la costumbre. Unidas siempre por la misma confianza de que todo va a estar bien y soñadoras de que el mundo se construye de a poquito. Conocedoras de la intuición y del estar unidos para siempre y por siempre aunque parezcan que uno se pierde en el camino. Aprenden de la paciencia al dar vida y de entender los ciclos.

Mi mama si que lo aprendió, tuvo que cuidarse mucho para que pudiera nacer ya que desde antes de que lo hiciera fui muy inquieta y movediza, como mi nombre lo indica casi un milagro. Mi mama me dio la vida y con ella un montón de herramientas para poder estar aquí y cada vez que crezco me doy cuenta de que hay cosas que se maman desde la panza y que por suerte no hay enciclopedia que te las enseñe. Uno se refleja en los padres que le dieron la vida más de lo que uno se imagina y eso te da la fuerza para seguir siempre adelante ante viento y marea. Mi mama me enseño a ser creativa porque cuando“no había” o “faltaba” mi mama sacaba de la galera como un mago y convertía la ausencia en presencia y organizaba todo para que no se notara. Mi mama me enseño que lo imposible a veces es más fácil que lo posible y a pesar de todas las piedras en el camino sus sueños siempre la mantuvieron en marcha para seguir adelante. Constancia y perseverancia son tú gran legado en mí mama. Trabajar siempre en pos de un objetivo. No rendirte jamás. Mi mama siempre me ha mostrado que siempre hay que continuar cuando todo se complica y que como una leona podes mostrar tu fiereza y destreza para defender a tu cría y que si te dicen “no” tal vez es un “si”, todo es posible.

A mi mama siempre le gusto la excelencia y la perfección y lograba construir un castillo donde solo había una cabaña y viceversa. A veces terminábamos en castillos que ni ella se daba cuenta, y que yo como una princesa de cuentos infantiles disfrutaba a mas no poder, entendiendo que los sueños si podían cumplirse que no solo quedaban encerrados en los cuentos; y mi desarrollada imaginación encontraba lugar para que pudiera algún día vivir de lo que soñaba. Mi mama siempre fue una gran profesora y recién ahora me doy cuenta del placer que se experimenta al enseñar lo que uno ama, la alquimia que se provoca en otro al compartir lo que se entiende de las cosas que disfruta hacer. Ser bióloga tiene sus secretos, ver en las partículas el todo y entender que todo es necesario para que haya ecosistema, aprender de las células es algo que nunca me voy a olvidar, ella hacia fácil lo difícil y me hacia aprender nombres que no podía retener pero con su pasión me los daba por osmosis. Mi mama me preguntaba como era eso de que me inspiraba cuando tenía 16 años y no quería dormir, y la inspiración es casi como ser madre, porque implica de una idea, o de una cosa poder crear otra sin pensarlo y soltarla para que encuentre su camino.

Mi mama me explica las cosas mejor que nadie por eso siempre la consulto aunque a veces tome después mi camino y decida plantar otras semillas y subir otras montañas. Nunca quise ser rebelde porque sabia que ella siempre sabia todo y sino se esforzaría en buscarlo o solucionarlo, siempre aprendí a tomar conciencia de las cosas que decidía o hacia. Me enseñaste de la estructura y a tu manera a poder estar en el mundo de las formas aunque el mundo de la imaginación y de los sueños es donde navego mejor. Lo que siempre agradezco es la libertad que me confiaste para poder desplegar mis alas con firmeza y poder llegar a volar a lugares impensados. Desde esta gran libertad reside la confianza de que todo es parte del camino y de que las cosas suceden como tienen que suceder.

En tu día mami te digo que como las mariposas que tanto me gustan hay que aprender a volar, cambiar y soltar y finalmente la vida es esto el gran camino que lograste para seguir sonriendo. Tu amor lo tengo en mi corazón y esa es mi fuerza y desde ahí miro mi destino. Tu hija ya creció y es una mujer que valora cada día tus enseñanzas, tu crianza y sobretodo tu compañía. Gracias a vos que me enseñaste a seguir ante cualquier circunstancia y a ponerle onda a las cosas. Gracias por siempre estar

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Iba por la vida buscando señales

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Iba por la vida buscando señales, dándome tropezones al querer fijarme bajo una piedrita del largo camino dorado por el cual me encontraba. Como en el mago de Oz, creía que al final del camino encontraría el tesoro. Todavía sigo buscándolo, han pasado 10 años, consultando brujas, videntes, plantas sagradas, y ninguno me ha podido dar la respuesta para mi corazón. En el proceso me he encontrado a mi misma, y con ella descubierto que muchas cosas que creía que valían la pena ya no valen tanto, lo que para otros era toda una aventura para mi no es novedad. He vivido intensamente, sin arrepentirme de lo que he hecho, pero el tiempo ha pasado, como una eternidad la siento. He buscado a mi príncipe en su caballo blanco, y cada vez mas la idea romántica se ha desvanecido. Quiero un hombre de carne y hueso en el cual apoyarme, en el cual compartir la cotidianeidad de esta vida que para mí ya es larga. He sido cien para volverme una sola, una mujer que quiere, que sueña, que es atropellada y siente pero que sobretodo se apasiona. Me he enamorado a primera vista todas las veces, y si me preguntan es la única forma que se para sentir Amor. Ya estoy confundida sobre lo que significa, ya que cada ser tiene una manera diferente de describirlo y claro que otra de experimentarlo. Así he llegado a la conclusión que la única manera es la que uno consigue vivirlo. No hay formulas mágicas ni hechizos de hadas madrinas, solo hay un tiempo para encontrarte y en el cual puedas encontrarte con otro par de ojos dispuestos a mirar lo mismo.

Mirando para atrás, cada hombre al que ame, me mostró un pedacito de mi misma, me hizo ver como era, como reaccionaba, hasta terminar de sorprenderme que no había un libro que pudiera describirme, y creo que no hay ninguno que realmente pueda describir a ninguna pareja a pesar de las generalidades que uno encuentra.

El amor es una construcción de dos personas según las expectativas que tiene del otro y de lo que quiere el otro. Hay distintas formas de amar y creo que no se puede juzgar. Lo importante es sentir que uno ama y es amado.

La compañía hace al amor, el poder ver las mismas cosas y el transitar por los mismos lugares hace que los recuerdos sientan precedentes y de alguna forma se conviertan en vida. Porque lo que uno termina haciendo al querer enamorarse es querer vivir compartiendo.

Cuento TERRENO NEUTRAL -II parte

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(Viene de Cuento TERRENO NEUTRAL parte I)

Por primera vez nos encontrábamos solos, pero de alguna manera era como que ya nos conocíamos desde siempre. En realidad, su forma de vivir me había mostrado las simplezas de la vida que lo hacían feliz y pleno, sin necesitar más nada. La tormenta con el paso del tiempo fue dejando lugar al sol. Nos encontrábamos sentados juntos y por primera vez podía observarlo detenidamente y con detalle. Su perfil me atraía cada vez más, su vida podría definirla como rudimentaria pero su forma y trato eran de una caballerosidad  imposible de comparar. Principalmente era honesto y sincero no tenia que decirlo, sus ojos lo delataban. Seguimos conversando de anécdotas, que son las que terminan conformando la vida de las personas, son lo que se recuerda, lo que sobresale, y de alguna manera sabia que para ambos esta se transformaría en una de ellas.

Mientras conversamos nuestros cuerpos se rozaban sin intención. Sentía que su mente no dejaba de pensar en que hacer con lo que estaba sucediendo, y yo no iba a apresurar una situación porque la que se encontraba libre era yo. Pero nuestras miradas cada vez se intensificaban hasta el punto que cerro los ojos en un momento y quiso dormirse. Pero su intención duro solo segundos. No pudo, porque en realidad yo se lo impedí. Sabía que quería evadir la situación, porque podía observar su frente como trabajaba, como deliberaba con lo que sentía. Así que luego de que se acomodo, le di un codazo y le comente que me aburría sin su compañía. Para esto en cada oportunidad que podía cantaba algo. Hasta me canto una canción que el compuso, con mucho ritmo y muy pegadiza que realmente me cautivo por su encanto. Sus manos acompañaban su voz y sus relatos anteriores me trasladaban hacia su recuerdo, podía verlo como si lo hubiera vivido. Me contaba de su barrio en Buenos Aires, y de cómo los vecinos le cantaban la canción a su paso.

El sol empezó a cobrar intensidad a medida que llegábamos a Colonia. Llegamos a las 16: 00 hs. al bajar observamos la cola que había que hacer para migraciones. La terminal estaba llena, ya que hacia dos días que no salían barcos. Pero eso no era todo, sino que podíamos observar en el río, a lo lejos, el barco que hacia solo unos minutos había partido para Buenos Aires. El tío de Sebastián era el que sacaba y cargaba los bolsos del autobús al barco, y fue el primero en advertirnos que hasta dentro de dos horas no partiría ningún barco. Pero para mayor tranquilidad, sortee la cola que llegaba afuera de las instalaciones y pregunte en la ventanilla, confirmándome lo dicho por el tío. Ese mismo barco nos tomaríamos cuando regresara de Buenos Aires. Empecé a reírme, porque la situación era inaudita de pensar. Yo ya estaba entregada a que nada pasara como lo había pensando.

Hasta el sol ahora brillaba intensamente. El día se había convertido en calido, como si nos hubiera conducido el destino hacia ese lugar y no nos quisiera dejar ir. Así que le propongo conocer la ciudad ya que no la conocía y siempre había deseado hacerlo. Sebastián, se alegra ya que de esta forma tendría la oportunidad de visitar a su abuela que adoraba y que justamente vivía en Colonia.

Compartimos mis bolsos, cada uno llevaba uno y comenzamos a caminar en línea recta por esta ciudad desconocida por mí. Luego de varias cuadras, él entra a una casa, y yo quedo perpleja al observarlo entrar con tanto desparpajo. Era la casa de la abuela. Entramos por el living, pasando por una puerta, llegamos hasta el cuarto, donde la abuela reposaba en la cama, junto a su prima y su recién nacido en sus brazos. La casa era como un largo chorizo donde todos los ambientes se mantenían unidos con separaciones de puertas y cortinas con mucho encanto. La situación realmente me resultaba embarazosa sobretodo porque minutos antes le había preguntado el nombre de su novia y me había contestado: “Ángeles”. De alguna forma sentía que le había tomado el lugar, hasta el nombre compartíamos. Así que la situación me resulto incómoda, dado que tenía que explicarle a la abuela quien era, y que hacia solo unas horas solo éramos dos desconocidos esperando que salga el autobús que nos llevaría a nuestra vida cotidiana. Me puse nerviosa y en voz baja en el oído le dije que me quería ir a recorrer la ciudad, que él se quedara si así lo deseaba, que no quería interferir en sus planes. Me mira intensamente y me dice en vos baja: “vinimos solo a dejar los bolsos, no querrías recorrer Colonia con este peso innecesario”. Había pensado en todo. Así que solo estuvimos unos minutos explicando nuestra aparición inesperada.

Salimos a recorrer la ciudad. Cruzamos una plaza que se encontraba a solo unas cuadras. Esto le trajo recuerdos de su infancia, como si fuera tejiendo de alguna forma su vida con hilos de distintos lugares. Estas tierras le resultaban tan queridas podía notarlo sin que lo mencionara. Le pedí que me disculpara por mi actitud en lo de su abuela pero había sentido lo inexplicable, como explicarles quien era, porque estaba con su nieto el cual vivía con su novia y se sentía feliz. No quería interrumpir el continiúm de su vida porque yo no podría prometerle nada, y él perdería todo el territorio ganado. Pero había una fuerza oculta que nos gobernaba sin dejar margen a la realidad.

 

Colonia me resulto un encanto, bien colonial, con faroles enormes de antaño, coloridas casas se mezclaban con casas de piedras sin orden. La iglesia nos sorprendió y tuve que entrar a rezar un padre nuestro dado que la situación me había abrumado, ya me encontraba en sus manos. Sentía que no podía frenar el río de la vida en el que me encontraba.

Comenzamos a transitar por las calles. El día se había iluminado. Las calles te encantaban por su antigüedad y por su calidez, como si todos los objetos hubieran sido desordenados y vueltos a establecer en otros lados. Todas las casas poseían en sus jardines ruedas de carretas, faroles antiguos, objetos en desuso que se transformaban en decorativos. Me hacia observar los jardines que guardaban los tesoros de tiempos pasados.

Mientras caminábamos observo a lo lejos el río que brillaba con su presencia. Así que me dirigí hacia allí, y Sebastián me siguió sin frenarme. Al llegar a la orilla había una barra que separaba el adoquín del agua. Cerré los ojos y respire el aire marino que llegaba con una brisa tranquila de la tarde. La luz del sol me ilumino, tiñendo todo mi alrededor de amarillo, con haces de luz que se encontraban por doquier como si estuviera pintando un cuadro. Las manos de Sebastián fueron atraídas a tomar mi pelo que volaba desordenadamente por la brisa que corría, y al hacerlo, sus labios se encontraron con los míos, y nuestros cuerpos se atrajeron sin oponer resistencia. La luz nos ilumino e encegueció, mientras en cámara lenta trascurría este acercamiento, que hacia ya un tiempo que se estaba posponiendo. La atracción era evidente.

 

El beso duro unos segundos, el sueño se completaba, la historia de la película llegaba a la parte que todos estábamos esperando. Luego de besarnos el retrocedió, sabiendo sin decir una palabra que no podía, que el sentimiento de compromiso que tenia con su mujer era mas fuerte que este film que transcurría sin poder controlarla. Yo seguí caminando por el adoquín diciéndole en voz alta, que no se preocupara que era solo un sueño, que al llegar a Buenos Aires, se despertaría y nada habría pasado. El beso tenia que existir dada la historia que se estaba desarrollando, como actores en un teatro real estábamos actuando.

Seguimos caminando por las calles en silencio por un tiempo, sin decir una palabra, nuestra compañía ya era suficiente llenaba todos los espacios. Pasar el límite era difícil, lo sabía y por eso yo no iba a ser la que lo traspasara. Ya lo habíamos cruzado y no había forma de retroceder. Los silencios los tapaba con sonidos de tambores que surgían de su boca, como si una orquesta se encontrara dentro de su interior, con un director que cambiaba de repertorio según la ocasión, y que lograban hacerme  estremecer. No eran sonidos al azar, sino los elegía perfectamente para que nos acompañaran.

Los caminos de está ciudad antigua estaban desordenados. Al llegar al faro que se encontraba rodeado de ruinas de una muralla que había existido hace siglos atrás, comenzó nuevamente nuestra charla. A nuestro alrededor niños de la escuela primaria, con sus guardapolvos blancos y sus sonrisas inocentes, estaban de visita a los museos, así que los esquivamos mientras el bullicio continuaba.

Su papel de guía lo desarrollaba a la perfección y le servia para poder ocultar sus sentimientos contrariados que tenia hacia mi. La fantasía y la realidad ya estaban mezcladas, y era difícil querer desprenderse de la embriaguez del sueño, de la atracción, del lugar que nos encantaba donde “lo romántico” se transforma en el adjetivo para describir la ciudad que te invade. El espacio era el ingrediente que faltaba, un territorio neutral que nos encontraba.

Querría haber podido sacar tantas fotos, pero la maquina me la había olvidado en el bolso que se encontraba en la casa de la abuela de este desconocido del cual su fragancia ya me había cautivado. A través de la mirada, mi mente se transformo en la maquina de fotos, para guardar esos callejones sin salida, esos adoquines y casas de antaño con sus faroles apagados. Llegamos a la Calle de los Suspiros, y tomados de la mano la transitamos dado que me resultaba difícil caminar con mis tacos altos por esos adoquines y piedras de tantos años. Me contó que su abuelo había vivido en una de esas casas antiguas de diferentes colores que formaban esa cuadra; como si las moradas conformaran una sinfonía de notas diferentes que lograban la perfecta armonía al juntarse. Al compás de nuestros pasos cantaba canciones que significaban lo que estaba pasando. Yo solo le repetía que no se preocupara que era solo un sueño del cual tarde o temprano íbamos a despertarnos.

Nos acercamos a las murallas de un fuerte, donde cañones ya en desuso la rodeaban. Pero el agua del río de alguna forma me llamaba, así que tuve que dirigirme a su encuentro. Podíamos observar como el barco todavía no había llegado al puerto, y la amplitud del Río de la Plata. Nuevamente cerré los ojos, respire profundamente, y la brisa corrió con toda intensidad sobre mí. Sentí el aire puro y la vida que me llevaba sin saber a donde me dirigía. Sebastián se encontraba a cierta distancia, meditando sin descanso. La situación lo había agobiado. Sabía que éramos diferentes pero de alguna forma sentía que nuestra esencia era la misma y que eso nos conectaba sin poder resistirnos. Todo nuestro alrededor había confabulado para que nos encontráramos.

Subimos al costado de las murallas para observar la ciudad desde arriba. Yo lo seguí dado que mis zapatos me impedían caminar con soltura entre las piedras. Él se convertía en mi apoyo para poder bajar de lo que habíamos escalado. Me miraba, ya casi no hablaba. Los tornillos de su mente estaban siendo apretados con el destornillador, sacando todo el estruendo de su interior. Comprendí que era hora de regresar.

Nos volvimos a internar por las callejuelas de está ciudad mágica, que encierra secretos inimaginables, porque de alguna forma sus calles hablan. En un momento lo miro mientras tarareaba una canción, y le digo “realmente gracias”. El día resulto una maravilla, todo ha sido más de lo que hubiera podido imaginarme. Así fue como a pesar de todo, su pasión le afloraba a flor de piel, y tuvo que abrazarme, y al hacerlo me dio el pie para que dijera: “En realidad me falta  darte las gracias, ¿Si queres puedo dártelas?”. De esta forma nuestros labios volvieron a sellarse para permanecer unidos un largo rato, mientras los rayos del sol ya no llegaban dado los altos árboles que enmarcaban la calle por la que transitábamos.

Seguimos caminando y aunque los minutos pasaban los dos estábamos sin tiempo sorprendidos por la vida. Nos desviamos del camino dado que el río volvía a llamarme y a él su tía de alguna forma también lo esperaba. Mientras yo permanecí unos segundos, sola,  perpleja ante el río, distante, pensando en lo acontecido; Sebastián se fue a la feria de artesanos que se encontraba al lado, donde su tía se encontraba. Un nuevo integrante de su familia conocía, su tía que vivía en Colonia y subsistía de sus artesanías. Luego de la presentación y de una breve charla continuamos el trayecto de regreso.

Transcurrió una hora, hasta que retornamos a la casa de la abuela, la cual ya nos esperaba. Nos había preparado el te con unas masitas caseras. Mostrándome, una vez más, la calidez de esta nueva familia que conocía por casualidad. ¿Si existen las casualidades? Cabría preguntarse. Mientras tomábamos el té seguíamos conversando con Sebastián de todo y de nada a la vez. Él estaba pensativo y a la vez feliz. Tenía los dos sentimientos unidos. Hacia una semana que él había visitado a la abuela y juntos se habían ido en colectivo a Montevideo, haciendo mención la abuela de que había dormido todo el camino. Al preguntarle si en está ocasión había dormido, se apresura a decir que lo dudaba, dado que al lado de una chica hermosa no podría pegar un ojo.

De pronto irrumpe en la casa la llegada de uno de sus sobrinos, de seis años, que había salido del jardín de infantes. Lo acompañaba la prima que lo había ido a buscar, que hasta hacia unos meses vivía en Cabo Polonio. Un lugar perdido del mundo donde todo es posible e inimaginado. El lugar te relata una historia sacada de cuentos de hadas porque el conjunto se hace impensable de realizar. Pero el nacimiento de su hija Margarita la habían llevado de vuelto a la ciudad. Así que mientras conversábamos, la prima comenzó a amamantar a la pequeña bebé, y el sobrinito buscaba llamar la atención corriendo de un lado al otro.

Yo no lo podía creer todo lo que estaba aconteciendo, el día se había convertido en maravilloso. Así que disfrutamos un rato en la casa de la abuela, charlando con una familia que hasta hacia unas horas ni conocía y ahora ya conocía a todos.

 

Volvimos al puerto. Tuvimos que esperar otro buen rato, pero esta vez juntos estábamos. Las barreras entre los dos se habían casi desintegrado. Nos reíamos de la situación y la comentábamos. En la espera volvieron a repetirse los aplausos de descontento ante la situación dada. Nos embarcamos en el Buque bus. El trayecto duraría solo 45 minutos, era el servicio rápido, ya que otro no podía llegar con la marea baja. Buscamos un lugar con Sebastián, en una fila de cuatro asientos al lado de la ventana. Él se encontraba pensativo, lo cual lo charlamos. Su situación era sensible mientras que yo no perdía nada. Decidimos disfrutar de los últimos 45 minutos de compañía que nos quedaba.

Nos adelantamos al tiempo – repetía incansablemente Sebastián. Su explicación se basaba en que nos teníamos que encontrar pero ahora le habíamos  ganado al tiempo, no era el momento correcto. “Morocha te sigo al fin del mundo, pero la realidad mía es otra y no puedo borrarla. Me gustaría poder ser otra persona, ser como era antes, pero ahora no puedo. Pero a la vez, se que si la historia no termina acá, nos volveremos a encontrar. Siempre pasa”. Compartía ese sentimiento de llegar hasta el final.

Comparo sus sentimientos contrariados con el candombe. Decía que uno podía utilizar diferentes golpes para terminar el candombe y que no había ni uno mejor o peor, solo era cuestión de elección. Había candombes que terminaban tristes otros alegres y otros nostálgicos. Sus palabras me deleitaban. De alguna forma no necesitábamos hablar porque nuestros pensamientos concordaban y se comunicaban con un mismo lenguaje.

La pasión nos desbordaba. Sentados cada uno en su asiento no nos alcanzaba el espacio para abrazarnos. ¿Morocha que hacemos? ¿Cómo sigue esta historia? ¿Qué golpe le doy a esta canción que empezamos?

La pasión nos tenia de rehén así que le propuse mi idea sin que tuviera que contestarme hasta que llegará el momento indicado. Yo me tomaría un taxi y bajaría en un terreno neutral donde el decidiría si se venía conmigo a terminar esta historia o seguiría su camino. Sentía que de esta forma yo me estaba jugando, pero era su decisión la que pesaba. Así fue como con un beso le tape la boca para que no emitiera sonido. Dejándonos llevar por lo que sentíamos, aprovechando cada segundo que quedaba.

El viaje paso entre besos, suspiros y miradas. El alrededor se había esfumado ya nada tenía sentido alrededor, solo nuestros cuerpos pedían socorro, pedían ser rescatados de esa distancia física que existía. Salimos últimos del barco, no queríamos de alguna forma separarnos. Sabíamos que al tocar suelo argentino comenzábamos a despertarnos. La confianza ya nos había inundado. Esperamos a que sacara su bolso, y tomamos un taxi.

 

El taxi paro en una plaza, que conformaba un nuevo territorio neutral que había elegido, en este caso, para despedirnos o seguir un mismo camino. Bajamos del taxi compartiendo cierto nerviosismo que se sentía en el ambiente; había llegado el momento. Él se encontraba desorientado creyendo que iríamos rumbo a mi casa y que no tendría que decidir solo dejarse llevar por mis brazos hasta mi dormitorio. Pero yo quería que fuera parte de una elección, sino al otro día se despertaría sintiéndose corrompido sin una explicación.

Nos encontramos los dos frente a frente en la oscuridad de la noche de la ciudad con bullicio de transito de avenida y luces artificiales que sobresalen. Todavía el no había emitido su decisión, pero yo ya sentía que todo recobraba realidad. Me dijo que necesitaba regresar a su casa, que su mujer no sabía que estaba en Buenos Aires, ya que era una sorpresa y que podría venir a casa, pero sentía que no era lo correcto. Repetía incansablemente que no quería perder el contacto conmigo, y que realmente no sabía lo que estaba haciendo. No quería separarse, pero su decisión ya había sido tomada. Me pidió nuevamente mi número de teléfono, y ante su insistencia y mi duda, accedí. De alguna forma hubiera querido dejar la historia sin final, tal vez era lo mejor, desaparecer con las sombras de la noche, y terminar siendo solo un recuerdo, que con el tiempo se convirtiera en una alucinación, en una irrealidad. Pero al mismo tiempo, sentía que tal vez me arrepentiría por no darle una oportunidad y los años me lo volverían a encontrar sin que hubiera nada que explicar.

Me dijo de acompañarme a mi casa y yo le dije que no era necesario. En la vida todo es una decisión, se pierde y se gana algo, y el misterio es un aliciente importante para volvernos a encontrar, prefería que nos separáramos así – le dije. Me miro y antes de separarnos, pronunció estas palabras, no estaba seguro de lo que estaba haciendo, en realidad yo sabía que podía tomar el timón de la historia pero yo tampoco estaba del todo segura de lo que hacia porque no podría darle nada a cambio solo un final para un cuento que había comenzado al empezar el día. “Yo volví de Montevideo porque extrañaba a mi novia, y luego de este día no se que es lo que quiero, pero no puedo irme contigo sin pensar en lo que tengo”, dijo. Su respuesta era valida y sobretodo sincera. Nuestros labios volvieron a unirse para luego desaparecer cada uno por su lado con un bolso a cuestas en la oscuridad de la noche del día más largo, tal vez de mi vida.

Como una historia de Kundera el día transcurrió. Lo inexplicable se transformo en algo significante que me cambio el día sin querer, lo trágico se convirtió en fabuloso, lo pesado se volvió liviano, de esta forma lo negativo se transformo en positivo. De alguna forma el destino movió los hilos para que todo aconteciera sin que pudiera tener el control de la situación. Para que todo fuera como un sueño del cual uno no se quiere despertar.

CONTINUA

 

TOCO MI CORAZON

Circular time y Stolen Heart

Cuando pensas que ya lo tenias olvidado, cuando pensas que pertenecía a un pasado que no tenia sentido volver, una meditación te llega al corazón y te hace ver cuanto amor sentiste por él y ese amor que sentiste no volvió a aparecer con esa misma intensidad de que el tiempo se pare y nada tenga sentido al mirar ese par de ojos que te hace mecerte de nuevo en la cuna como si hubieras vuelto a nacer. Y las lagrimas empiezan a correr por tus mejillas y tu corazón empieza a hablarte rápido, sin parar, contándote que todavía esta ahí esa persona que tal vez todavía no pudiste sacarla por no permitirte haberle compartido tanto amor. Un amor loco y sin sentido pero así parece que debe ser el amor porque en el reside la ingenuidad del loco que cree y confía de nuevo olvidándose de pasado y no temiendo a empezar un nuevo futuro sabiendo que solo puede estar en el presente; y cuando te das cuenta de esa inmensidad de amor que tenes y que viviste y que no volvió a aparecer después de tantos años y tanto camino te das cuenta de lo que somos, de lo incognoscible del ser, de lo sensibles que somos sin darnos cuenta. Como una pluma pendemos de nuestras emociones que nos manejan al punto de desconocer lo que el corazón guarda.

Y después de llorar y escuchar al corazón entendí que tal vez solo tenia que compartirle a él todo ese amor que sentí por él como por nadie más porque tal vez allí residía finalmente soltarlo, aceptar que lo ame al punto de no importarme dejar el todo de mi misma para ser un todo compartido y ahí también acepte las lecciones del universo que te muestran que hay un solo camino del ser, para ser feliz. Ser uno y querer volar junto al otro mientras ese vuelo sea en la misma dirección sin perderse de ser uno para poder seguir compartiendo la existencia. Entonces ahí sonrío porque se que todo tiene sentido en un hoy y que claramente seria diferente si hubiera sido en ese pasado. ¿Y me pregunto como puede ser que unos ejercicios de respiración, la conjugación de ciertas posiciones hagan abrir la combinación de tu corazón sin ni siquiera saber que hay otro cuartito en él y poder encontrar conversaciones de uno que uno no escucha? No sabiendo si es por protección o solo por seguir adelante. Y entonces entiendo que por algo aparece y tengo que abrazar esos sentimientos que surgen de mi interior porque están ahí.

 

Pasa el día, pero en un momento sin saber porque me siento a escribirle a él que lo conocí en una noche sin ni siquiera querer salir que solo nos percibimos y bailamos sin cesar sin decir ni una palabra y al no hacer él nada yo tampoco hice. Confíe que el universo hiciera su trabajo y ciertamente lo hizo. Diez días mas tarde nos cruzaba en la calle para no poder separarnos más por los 2 meses que duro una historia que no fue tiempo sino intensidad del vinculo, sanación del pasado, servicio de lavandería como a mi me gustaba describirlo. Fue aprender a cocinar porque si sabía mezclar colores y tenia la paciencia de pintar tenia que poder hacer alquimia con los ingredientes de la cocina y ciertamente lo hice siguiendo el instinto natural que uno tiene y el amor que uno le pone. Y principalmente hubo pensar en el otro. Nos separamos y volvimos a encontrarnos seis años más tarde porque me gane un pasaje en un sorteo sin ni siquiera imaginarme que podría volverlo a ver y nuevamente el tiempo se paro y fui en contra de mi destino pero hay oportunidades que valen la pena vivirlas sin importar el que o el como o la nada. Solo hay que lanzarse al vacío porque vale la pena porque se merece una nueva oportunidad volviéndote a olvidar de todo lo demás y 17 días fueron suficientes para saber que lo amaba con locura y que dejaría todo en pos de ese amor que me provocaba pero que al mismo tiempo me perdía, borraba mis bordes y mis limites me convertía en no forma, en niebla sin poder agarrarme, sin poder entenderlo. Y nuevamente el destino no quiso y después mucho trabajo interior para borrarlo mucho entendimiento para entender que no era.

Ya pasaron otros 7 años desde ese encuentro y cuando creí que ya no estaba más, que ya ni lo sentía. Una hora de meditación basto para que volviera a sentir toda esa inmensidad para que estos 12 años que nos separan desde que nos conocimos no existieran y desde ahí le escribí y me sentí en paz después de hacerlo, porque independientemente del resultado y de sentir que no es porque sino sería, quise hacerle recordar lo que me hizo sentir, y esto es lo que me contesto: “Beautiful! What I’ve learned for my self in life is that the more you choose to feel and live your emotions, the more work you have to do to balance yourself. You have an amazing love power inside and you choose to live it. That is truly beautiful. There is a Dutch song that is about loving different people in your life: you don’t love somebody (friends, family, lovers, partners..) more than the other: Just different. Thank you for sharing! Big kiss on you heart”. (Hermosa, lo que he aprendido de mi ser en esta vida es que, cuanto más elijas sentir y vivir tus emociones, más trabajo tendrás que hacer para equilibrarte. Tenes un poder asombroso para amar dentro y elegís vivirlo. Eso es realmente hermoso. Hay una canción holandesa que es acerca de amar a cada persona en tu vida: no amas a alguien (amigos, familiares, amantes, socios, etc.)más que a otro: Sólo diferente. Gracias por compartir! Un besazo en tu corazón)

Volver a Utrecht y Amor Soñado

“Por amor en un abrir y cerrar de ojos todo el universo se creo”

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“Por amor en un abrir y cerrar de ojos todo el universo se creo”, Acrilico sobre tela, 120 x 120 cm

“Por amor en un abrir y cerrar de ojos todo el universo se creo”, es el cuadro que presente para participar en la segunda Bienal de Arte y Pintura (BAP 2013),  http://www.bienaldeartechaco.com.ar/ , que se realizará en Resistencia los días 11, 12 y 13 de octubre. Para mí es un honor haber sido elegida a participar, porque es importante que el arte se descentralice de Buenos Aires, y llegue a todas partes, al mismo tiempo es una gran oportunidad de interactuar con otros artistas y compartir el arte con otros. El evento se llevará a cabo simultáneamente en la Plaza 25 de Mayo y en la Casa de las Culturas, contando con la presencia de más de 40 artistas invitados.

Milo Lockett estará a cargo de la dirección de la BAP 2013 y de la curaduría estarán a cargo el arquitecto Federico Platener y el curador independiente Máximo Jacoby. La inauguración de la bienal se realizará el viernes 11 de Octubre a las 11,con la presencia de Jorge Capitanich, Gobernador del Chaco, y la Intendente de Resistencia, Aída Ayala.

Durante los días que dure la Bienal, los artistas locales y nacionales estarán en la plaza central pintando en vivo, interactuando con el público. En esta edición, también participarán de la BAP los distintos grupos y talleres de pintura, donde los alumnos, coordinados por sus profesores, estarán pintando y exponiendo sus obras en vivo. Además, la bienal contará con conferencias y workshops abiertos al público que estarán a cargo de destacadas personalidades del arte nacional como Ernesto Pesce, Fabiana Barreda y Ricardo Crespo, entre otros.

La segunda edición de la Bienal de Arte y Pintura tendrá shows musicales en vivo y otras actividades complementarias, como la actuación de la Babel Orkesta, Lenoise, Electroarte, Juan Sorrentino y el concierto de hamacas paraguayas, la Food Rave , el Open Bar del 4to piso de Casa de las Culturas y la exposición y venta de Chacú, la linea de diseño textil chaqueño. Los artistas plásticos invitados a participar de esta edición son: Alejandro Raineri, Andy Mermet, Alejandro Contreras Moiraghi, Barbara Low, Cristina Rochaix, Esteban Hernandez, Federico Bacher, Diego Perrota, Irina Elizabeth Rosenfeldt, Julio Fierro, Laura Delgado, Lucila Poisson, María de los Milagros Baylac, Luis Altieri, Adriana Zuleta Solórzano, Nancy Torre, Omar Claudio Panosetti, Maria Ines Haas, Juliana Ceci, Magdalena Tiscornia, Mirella Musri, Lucila Maria Guerrero, Manuel Perez del Cerro, Flor Vicente Lago, Heriberto Ruiz, Nicolas Rampoldi, Luciana Vernet y Valeria Fano, entre otros.

el amor es todo detalle 1a

Color del día

encuentro selvatico 2

“Encuentro selvático”

Encuentro pistas del rompecabezas de la vida donde no las hay como si supiera que hay un hilo invisible que te llevara al encuentro, como si desde un principio hubiera escrito una historia a ser contada y tu solo te dispones a ser ese vehículo para relatarla.

Color del día

a veces las lineas te llevan al encuentro 2

“A veces las líneas te llevan al encuentro”

Percibir al otro es fundamental para la comunicación y que los encuentros sean enriquecedores y hermosos. El tiempo deja de existir cuando hay encuentro de almas.

Cuento LA NAVE DE LOS SUEÑOS

La nave de los sueños II

Sofía se levantó bien temprano a la mañana y le pidió permiso su mamá para ir a la playa que quedaba solo a dos cuadras de su casa. Llegó al gran arenero gigante de color dorado, y empezó a construir una nave espacial en la cual pudiera caber y salir a volar por el espacio. De repente llegó un nene con una gran pala y un balde y le preguntó si podía ayudarla. Sofía lo aceptó como compañero y empezó a darle indicaciones sobre cómo construir la nave de sus sueños. Corito -así se llamaba el niño- la ayudó a sacar la arena, a alisar el tablero de control, y a hacer el asiento para que pudiera sentarse dentro. Mientras trabajaba le preguntó a Sofía si podía hacer otro asiento para poder volar juntos. Pero Sofía no lo escuchó, siguió muy concentrada decorando las alas de la nave con estrellas como si las hubiera tomado del espacio. Corito se limitó a cumplir las indicaciones que recibía. Luego le sugirió a su amiga ir a buscar caracoles y almejas para decorar la nave. A Sofía le encantó la idea. Ya en la orilla disfrutaron de su compañía sin pensar en nada.
Llegada la tarde, Sofía estaba muy satisfecha con el resultado ya que empezaron a venir nenes de toda la playa para ver la gran nave espacial que se disponía a volar. Corito vio como todos le hacían preguntas a Sofía y sintió que sobraba, así que decidió ir a meterse al mar con su papá. Un rato después Sofía, sola en su nave, se dispuso a utilizarla por primera vez. Se metió dentro, le tiro unas gotas de agua salada como si fuera una botella de las bebidas burbujeantes que su papá guardaba en la alacena y se sentó a manejar los controles. Puso en marcha el motor de la nave y se dispuso a volar por los anillos de saturno, por las lunas de Júpiter y aterrizar en las arenas rojizas de Marte. Ni bien salió de la nave para hacer su exploración se dio cuenta que le faltaba algo. Entró de nuevo para ver si recordaba lo que le faltaba y vio que todo estaba en su lugar. En Marte se dio cuenta que las cosas se disponían de forma similar a la tierra, y entendió que se aburría porque no había con quien hablar. Corito, pareció decirle una voz. Descubrió que hacía tiempo que no lo veía y que no había viajado en la nave con ella. ¡Se había olvidado de invitarlo! ¿Como le había sucedido eso? ¿Dónde estaba? Ella no podría estar viajando a Marte o viendo los anillos de Saturno sin el trabajo constante de su nuevo amigo. Así fue como decidió retroceder y regresar a buscarlo. Durante diez minutos maniobró imaginariamente el volante, tocó varios botones hechos con caracoles y almejas y frenó con una pala que la había colocado Corito como freno de emergencia. Ni bien creyó aterrizar de nuevo en la playa, salio corriendo de la nave a buscarlo. Caminó por la arena dorada pero no lo veía. Con el apuro de construir la nave y de llevar a cabo su deseo no le había preguntado donde estaba su carpa, si vivía allí, de dónde era, como podía ser que no lo hubiese visto antes. Solo se había dispuesto a darle instrucciones de cómo llevar a cabo la nave de sus sueños.
Después de buscarlo durante una hora, lo vio jugando con unos chicos a la pelota. Fue corriendo a buscarlo y a pedirle que vuelva a jugar con ella en su mundo espacial. Corito la miró y le dijo que él había jugado con ella toda la tarde, y como no le había puesto otro asiento a la nave pensó que ella quería viajar sola. Sofía le dijo que tenían que volar juntos. Sofía confesó que lo extrañaba. Él la envolvió en miradas y le pidió que lo esperara un rato, que después de jugar con sus amigos, la acompañaría.

Sofía se sintió abandonada. ¿Por qué tenia que terminar el partido si sus amigos podían terminarlo sin él? En cambio ella no podía viajar a nuevos planetas sin su tripulación. Sofía no espero a Corito y se fue sin decirle nada. Mientras volvía a la pista de aterrizaje vio un nene que estaba mirando las burbujas de aire que hacen las almejas cuando están debajo de la arena. Lo observó siguiendo los agujeritos y tratando de hacer pozos para encontrarlas. Meditó y creyó que podría ser un buen copiloto. Así que lo invitó a jugar en su nave. Lo llevó a donde esta se encontraba, le mostró las medidas, los controles y le dijo que había decidido en este viaje ir al cinturón de Orión a ver a las constelaciones de las tres Marías. Matías -tal el nombre de su nuevo amigo- montó apresuradamente a la nave y se llevó puesto el escalón que Corito había hecho durante un buen rato. Sofía, molesta, pensó que era mejor que nada, así que le hizo un lugarcito en su asiento y le empezó a indicar que tomara el control, mientras ella medía la temperatura desde las ventanas. Así fue como Matías, descubrió la almeja en el botón de mando y no pudo resistirse a robársela y salir corriendo de la nave con su tesoro. Sofía empezó a correrlo por la arena pero fue en vano, el nene era mucho más veloz y Sofía terminó rodando por el agua sin lograr recuperar la almeja ni a su nuevo compañero de viaje. ¿Por qué todo le pasaba a ella? ¿Qué hacia mal que nadie se quedaba a jugar con ella? ¿Por qué Corito no había vuelto? ¿Por qué? Solo porqués y las lágrimas que empezaban a rodar por sus mejillas cuando ve a Corito sentado con su familia leyendo un libro. Secándose las lágrimas, mojándose el cabello para demostrarle que había estado nadando y olvidándose de todo lo que había sucedido, se decide a reconquistar a su amigo. Realmente lo extrañaba, se habían divertido tanto construyendo la nave. Él la había entendido. Habían hecho un buen equipo desde el principio.
Se acercó decidida y le pidió a Corito que volviera a compartir sus aventuras. Después de todo lo que había trabajado en la nave ni siquiera la había probado. Corito continuaba leyendo sin mirarla. Sofía sentía bronca y empezó a planificar tácticas y utilizar mentiras para lograr la atención de su amigo. ¿Cómo recuperar lo que había perdido? ¿Como no se había dado cuenta de lo que valía? ¿Por qué se había cegado tanto? ¿Por qué no se había dado cuenta de lo importante que era su compañía? La experiencia sólo sería completa si estaban juntos. Lo que Sofía no sabia es que Corito había vuelto a jugar con ella ni bien ella se había ido sin hablarle. Pero al ver que Sofía invitaba a otro nene a manejar la nave que los dos habían construido, se sintió traicionado. No tenía más ganas de verla, por más que había disfrutado construyendo la nave con ella e imaginando todos los lugares que visitarían, era más seguro viajar con su libro. Había abandonado el partido y ni diez minutos había esperado. Sofía no se contentaba con la respuesta de Corito y empezó a hacer ruido para llamar su atención e impedir que leyera. Corito se daba vuelta pero ella seguía tocando los baldes como si fueran tambores hasta que sé tentó, empezó a reírse y se decidió a acompañarla a jugar. PUFF! ¿Por qué sos así?, no te das cuenta que estuve horas queriendo jugar con vos pero vos estabas más preocupada en hablar con otros nenes que ni conocías- le dijo Corito. Ya sé, perdóname, yo solo quiero jugar con vos- repetía incansablemente Sofía.
Había atardecido, los dos nenes empezaron a buscar la nave espacial por la playa, pero esta ya no estaba. ¡No puede ser! gritaba Sofía. ¡Alguien la destruyó! ¿Cómo puede ser que no este? La habíamos construido entre la carpa amarilla y la roja a lunares. ¡Fijate Corito! – lo mandaba. Sofía empezó a llorar y no podía detenerse. Corito fue a preguntarles a los de la carpa amarilla si no habían visto la nave espacial. Un abuelo con gafas se acercó al niño y le contó que la marea había subido así que habían tenido que mover sus cosas, ya que el agua había arrasado con gran parte de la playa. Corito volvió para contarle a su amiga lo sucedido. Pero Sofía no podía escucharlo, había perdido su nave espacial y no había podido jugar en ella porque Corito se había ido. Te das cuenta Corito vos tenés toda la culpa. ¡Si no te hubieras ido! Yo no tendría que haberte ido a buscar, todo por tu culpa, no pudiste jugar ni una vez conmigo en la nave espacial. Yo quería llevarte a Plutón y a galaxias desconocidas que nunca podrías explorar con otra persona ya que sólo yo conozco donde están. ¿Por qué? ¿Por que? – repetía. Corito la miró por unos segundos y se dio cuenta que no ganaba nada explicándole por qué se había ido, ya que él creyó que la había ayudado en su proyecto y que eso la haría feliz. En un momento Corito le ofreció ayudarla a hacer la nave espacial de nuevo al otro día. Pero Sofía no entraba en razones, le decía que si le hubiera importado tanto la nave espacial no se habría ido, que no jugaría nunca más con él. En realidad no era lo que ella quería porque le había gustado mucho conocer un nuevo amigo pero no podría controlar su lengua. Llegó la mamá de Sofía a buscarla y al verla llorar la subió a sus brazos y la llevo a su casa sin darle la oportunidad a Corito de despedirse.
Al otro día, Corito fue a buscarla a la playa para jugar juntos pero Sofía no apareció en todo el día. Se quedó en su casa dibujando naves espaciales, imaginándose los planetas a los que hubieran ido con Corito, los habitantes del espacio que hubieran encontrado. Durante todo el día dibujó y dibujó a pesar de que el día era hermoso y le daban ganas de jugar en la arena o en el mar. Luego de pintar por un buen rato recordó lo divertido que había sido construir la nave espacial y cómo lo habían logrado. Al pensarlo se dio cuenta de que nunca le había agradecido a Corito su ayuda, sin él nunca lo hubiera conseguido. Así que le pidió permiso a su mamá y fue a buscarlo. Había atardecido y por más que lo buscó por toda la playa, Corito no estaba.
A la mañana siguiente, Sofía se levantó muy temprano para ir a ver a su amigo. Se dio cuenta que había sido una tonta por pelearse con él cuando el había sido tan importante para la construcción de su nave y que tal vez podían hacer una más grande esta vez. Llevó uno de sus dibujos para regalárselo. Llegó a la playa emocionada buscándolo para jugar con él. Pero al verlo jugando con unos nenes a la pelota, se fue corriendo a la carpa donde estaba su mamá. Escondió el dibujo en un bolso y se sentó a leer un buen rato. Pasó la tarde sin que Sofía se moviera de la carpa. Cuando se disponía a irse vio que Corito venía corriendo a saludarla. ¡Hola! ¿Cómo estas? ¡Que bueno verte! ¿Dónde habías estado? Hoy jugamos a los piratas con los chicos en la playa, hubieras podido venir a jugar con nosotros, ¿dónde estuviste? Sofía sólo atinó a decirle que lo vería mañana. No pudo darle el dibujo que guardaba en el interior de su bolso. Estaba enojada y no sabía por qué había estado toda la tarde esperando que la viniera a buscar cuando Corito ni la había visto.
Al otro día, a Sofía se le hizo tarde para ir a la playa porque estuvo ayudando a su mama. Corito al verla, se acercó enseguida. ¡Hola!, de nuevo. Te estuve buscando toda la mañana, porque en una hora me voy. Yo soy del interior, vine a visitar a unos tíos con mis padres y ya estoy regresando. Sofía no podía creerlo, se iba y no habían podido jugar. No tenemos tiempo de hacer la nave espacial de nuevo- decía Sofía con cierta tristeza en sus ojos. Sin dudarlo Sofía sacó el dibujo del bolso. Se había arrugado y los garabatos se habían transformado en una mancha de color. Pero igual decidió regalárselo. Corito lo miró y dijo “Muchas gracias”. En realidad se ha estropeado un poco, pero lo hice pensando en vos- aclaró Sofía. Corito, vio en el dibujo una oportunidad para jugar. Tiene tan lindos colores el papel, ¿Qué te parece si lo transformamos en un barco para que navegue en el mar? Tal vez no será la nave espacial pero el barquito puede navegar por el océano y viajar a muchos lugares que nosotros ni sabremos pero llevará tus colores y mi ingenio. A Sofía le pareció una linda idea. Sentados en la arena se pusieron a armar el barco de papel. Ni bien lo terminaron se fueron a la orilla y lo soltaron imaginándose que eran dos tripulantes de esa navegación. En ese mismo instante los padres de Corito lo llamaron para irse. Se despidieron con una gran sonrisa. Sofía se quedó mirando al barco que se perdía en el mar. Ya no le importaba donde llegaría. Era mucho mas importante cómo había sido hecho.
La nave de los sueños I
FIN

Cuento de una noche de verano de causa y efecto constante

Vagando por la ciudad

“Vagando por la ciudad”

Verano del 2003, Buenos Aires era una explosión de turistas por doquier. La devaluación había provocado un flujo de extranjeros por doce años jamás vistos; la ciudad necesitaba acostumbrarse a ello. Los souvenirs, las oficinas de turismo comenzaron a aparecer sin antes jamás haberse dado cuenta de explotar esa veta. Argentina por mucho tiempo solo se observo así mismo, sin querer que otros la vieran, ahora la necesidad lograba la apertura. Pero la falta de costumbre provocaba diferentes reacciones de la gente, se pasaba de ser demasiado amable a demasiado interesado por el vil billete verde, que hacia como respirador artificial de las esperanzas de los argentinos tan acostumbrados a este. Los aprovechadores, estafadores, en fin la viveza criolla aparecía como una realidad triste de enfrentar. Esta eventualidad me llevo esa noche calurosa de verano a vivir una instantaneidad con tanta profundidad que ahora me embarcare a contar. Una sucesión de causa y efecto interminable que me llevo a su encuentro, que me condujo a sus brazos, que me controlo sin poder despegarme. Partir de una decisión sin poder determinar lo que sucedería, sin poder imaginar jamás lo sucedido. Accionar en la realidad siempre te da su recompensa, siempre te brinda un espacio de juego nuevo y lo bueno es que todo puede cambiar. De alguna forma se abren puertas y se puede encontrar más de una salida al final. Solo hay que dejarse llevar, y las alas luego comienzan a desplegarse como si fueras una gran águila empiezas a volar, sin saber nunca donde tu instinto te llevara.

Eran las dos y media de la noche del primer viernes del año en Buenos Aires. El clima en general era distendido, la mayor parte de mis amigas estaban de vacaciones. Yo había decidido no tomármelas por el momento dado que no tenía ningún programa que valiera la pena para hacerlo. Sin poder encontrar compañía esa noche decido salir sola. Sentía que no valía la pena internarme en la noche sin tener un programa definido, pero algo en mi interior me decía que no podía perderme esa hermosa noche de verano. Me encontré caminando por la zona de moda de bares, sin destino definido; actuando como si estuviera esperando a alguien que nunca llegaría. Disfrutando de observar a mí alrededor, la explosión de gente aprovechando de la oscuridad y del encuentro. Caminaba de esquina a esquina viendo si alguien conocía, si alguien me atraía, en definitiva si algo podría cambiar mi destino. Entre en varios bares buscando algo que no sabia que era pero que no encontraba.

Luego de un rato decido quedarme en una esquina del barrio de Palermo, donde había un bar que se extendía a la calle. Estaba tranquila en mi burbuja, observando a la gente pasar. De pronto, escucho un grupo de chicos que me hablaban de atrás y a los cuales no me interesaba prestar atención. En realidad, estaba haciendo tiempo para ir a otro bar donde se encontraría una persona que conformaba una historia, un expediente abierto que quería terminar, quería saber que era lo que pasaba. Así fue como luego de unos segundos, siento un frío mojado en mis piernas, me habían arrojado un vaso de coca cola con alcohol por detrás. Una bajeza difícil de aceptar de un hombre, una ofensa inentendible sino no creyera en la causa y efecto de las cosas. Me doy vuelta y lo observo, un hombre o en realidad dada su acción un niño de 30 años rodeado de seis amigos, no me miraba denotando su culpabilidad. Mi bronca interna era enorme, no solo por sentirme perpleja, sino que tenía puesta una pollera de gamuza que se encontraba toda manchada y mojada. Al verlo pensé en buscar un vaso de alguna bebida e imitar su acción, pero sentía que estaba repitiendo su bajeza, que estaba llegando a su mismo nivel, y su actitud no tenia ni explicación. La segunda opción que paso por mi cabeza fue pegarle una bofetada, tenia tanta bronca que no me costaría nada tomar fuerzas y hacerlo, pero el hecho de estar sola y de que tuviera su pandilla alrededor me daba más que temor por no saber que sucedería. ¿Alguien realmente saldría en mi defensa?, o ¿todos serian tan cobardes como los amigos de este para permitir algo como ello? En unos segundos varias acciones habían pasado por mi cabeza, pero al verlo solo atine a denotar mi perturbación con una verborragia de palabras correctas, y señalando su culpabilidad. “Solo puedo entender que seas un tarado, de hombre no tenes nada, te falta mucho”. Esas pocas palabras frente a sus amigos mostrando su vergüenza eran suficientes. Mi tiempo se había acabado en esa esquina. Tenia que seguir mi camino, mi próximo destino me esperaba.

Camine esas cuatro cuadras que me separaban del lugar donde se encontraría mi último affaire, después de estar un mes deseándolo, se había producido el encuentro. La primera vez que estaba con un médico, no es una profesión afín a mí. Aunque al verlo al “Doc” nunca lo hubiera imaginado: pelo castaño, candadito finito en la pera, nariz prominente que lo hacia interesante, cuerpo bien formado. Tenía un arito en la lengua que no se le notaba, solo si lo besabas, y que al él le resultaba excitante. En definitiva, tenía mucha onda y era muy atractivo. Era el típico creído al cual no le daría el gusto, pero nunca digas nunca. Así fue como una noche me deje llevar por sus encantos después de haber hecho buenas jugadas. Me había escrito su numero de teléfono en un papel para que lo llamara, pero daba inexistente. No entiendo la necesidad de dar tu número equivocado cuando ni se lo había pedido. Pero en vez de hacer supuestos erróneos; de vez en cuando hay que hacer frente a la situación y preguntar porque.

Sabía que esa noche estaría allí. No sabía si valía la pena volverlo a ver, pero todavía rondaba en mis pensamientos. El hecho de estar sola en esta situación me hacia sentir que no tenia una armadura en la cual esconderme, una compañera que me diera la excusa de estar allí, un viernes a la noche en ese bar buscándolo a él. Llegue al bar y sin dudarlo me dirigí a la terraza, estaba repleta de gente. Entre la multitud lo diviso, rodeado de amigos. Paso de largo, doy una vuelta observando si había alguien a quien conociera. Avanzo nuevamente hacia donde él se encontraba, me observa y con una sonrisa en la boca se me acerca y me saluda. Comenzamos a charlar de las fiestas que transcurrieron hacia poco, y de eventualidades para achicar la brecha de desconocimiento que existía entre los dos. Una noche de pasión nos había unido, y esa misma noche ahora nos separaba. Él no tenía respuestas, y yo demasiadas preguntas. La conversación se desvió al punto que me hacia estar allí. Su número tenía un solo digito erróneo y me argumentaba que lo había escrito mal; cuando él lo había hecho. Pero no había necesidad de entrar en detalle. Quería saber en que terreno me encontraba con él, si había algo que rescatar o si me lo tenía que olvidar. Tal vez al no actuar era claro, pero yo necesitaba escucharlo para que el expediente pudiera cerrarse. En medio de la conversación me dice “me voy a dormir ¿Vos te vas a quedar esperando a tu amiga?”. Comentario que le había hecho al saludarlo y preguntarme con quien había venido. Hay a determinadas personas que uno puede decirle que estas sola, pero con otras es preferible callar, y con él sentía que su ego se iría más alto de lo que ya lo tenia. Asimismo, ¿que significaba que me hiciera esa pregunta? ¿Querría que lo acompañara? Le digo si queres te acompaño unas cuadras, así charlamos. Me mira y me dice “si queres charlar lo hacemos acá”. A lo que le contesto, ¿pero no es que te vas? Seguidamente le digo, adelantándome a su pensamiento, ¿No te voy a acosar, si es lo que te preocupa? Solo quiero conocerte un poco más. Me mira y de alguna forma logro escuchar lo que estaba buscando. En realidad era un poco de sinceridad, la cual parecía que le costaba demasiado. “Me encanto conocerte, esa energía increíble que tenes. Pero la verdad es que recién acabo de terminar una relación que me importo demasiado, y no quiero ningún tipo de compromiso. En realidad no quiero conocer a nadie”. Razones valederas y que se entienden.

¿Porque a algunos hombres hay que sacarles con tirabuzón las palabras? ¿Porque no pueden realmente ser sinceros y decirte lo que realmente pasa sin dar vuelta la situación, sin llegar a ningún puerto? Podría ser tan fácil, y al final siempre se complica. La comunicación termina siendo la llave que falta para poder abrir esa puerta y llegar al otro lado. Él, no solo me denotaba su falta de interés, sino también su inestabilidad y falta de saber que era lo que quería. No podía ser claro, y ello me hizo decirme a mi misma “Basta, ¿Para qué me voy a quedar esperando aquí a una amiga que nunca llegará, y que piense lo que quiera? Vos te queres ir, me parece bien, pero primero me iré yo, pensé. No sabía adonde, como ni porque, pero sin dudarlo luego de entrar brevemente al baño y mirarme al espejo, y decirme a mi misma que había venido buscando respuestas y las había obtenido, no tenia más sentido perderlo con alguien que no era para mí. Me fui del baño, teniendo un solo objetivo salir de ese bar lo antes posible. Pase a su lado mientras él despedía a su amigo en la caja, ni pare para decirle “Chau”, mi mirada estaba más allá, no quería ver atrás. “Mi tiempo había terminado aquí” me dije interiormente, y salí del lugar.

Salí con un ímpetu que derribaba árboles a mi paso, quería volar, olvidar la desilusión. Sin haber caminado cinco pasos, dos chicos altos de apariencia extranjera, captan mi atención. Mis pasos comienzan de a poco a frenarse para escuchar la conversación que entablan con tres chicas. No pude seguir caminando, necesitaba escuchar de qué se trataba. No perdía nada, mi noche ya se había acabado, me iba a dormir. Al principio dude que fueran un grupo, pero al escuchar que los extranjeros les preguntaban a las chicas de algún lugar que les pudieran recomendar para ir a bailar, comprendí que no lo eran. Quería ver que sucedería, si terminarían con ellas. Hablaban español de Latinoamérica pero en su acento se podía observar que eran de otra parte, de un lugar más lejano. Uno era muy alto así que no pasaba desapercibido, con pelo ondulado, ojos chiquitos pero chispeantes, el otro era más bajo de contextura bien formada con nariz perfecta y ojuelos en la sonrisa; muy atractivos ambos. Pero ni bien las chicas mencionaron un lugar, no pude escucharlo porque la actitud de una taxista llamo completamente mi atención. Se bajo del taxi, dejando el auto en marcha en doble fila, y camino cerca del de estatura normal, tocándole el hombro le dijo “no te preocupes que yo los llevo”.

La escena me resulto sospechosa, dado que ellos todavía no habían definido el lugar, ni buscado a un taxi; se mantenían con calma agradeciendo a las chicas por la ayuda. La actitud de la taxista era excesivamente servicial. Ellos al ver que la mujer se les había ofrecido a llevarlos, asintieron con las cabeza la propuesta. En sus caras podía observarse confianza hacia la mujer, hasta cierta ingenuidad que me conmovió. Por mala suerte en Argentina siempre hay que pensar en lo que te puede pasar, porque siempre algún vivo hay y no se puede estar desprevenido. Al ver a uno subirse al taxi sin ni siquiera dudarlo, algo dentro de mí me llevo a acercarme al de más estatura que todavía se encontraba afuera y agarrándolo del brazo lo freno. Se da vuelta anonadado, sin saber de adonde había salido, y le digo sin soltarle el brazo: “no podes subirte a un taxi sin saber a donde ir, porque los va a pasear por todo Buenos Aires. Es peligroso, tienen que tener cuidado”. Me mira y me dice “¿pero que hacemos si no? Queremos salir”. En un segundo pensé en como solucionar la situación, ya que era evidente que la mujer los iba a estafar, y no me podía ir sabiendo que corrían ese riesgo. ¡Solo había una solución! Lo miro y le digo “si queres los acompaño. Yo me iba a dormir, pero la verdad he viajado sola y siempre he encontrado gente que me ha ayudado a mi paso, es lo menor que puedo hacer. Después yo sigo mi camino, pero soy de acá y conmigo no van a tener problema”. Él me mira y sin vacilarlo me dice “Perfecto”. Así fue como me subí al taxi con estos dos extranjeros totalmente desconocidos, pero a los cuales pensaba defender de la “viveza criolla”.

Ni bien entro al auto, la mujer se sorprende ante mi presencia, y le dice en forma incisiva al que ya se encontraba dentro “¡Ah! Pero si viene ella, no los voy a poder llevar al lugar que te comente antes”. La miro y le digo “¿Qué lugar es ese? Yo soy de acá y los voy a acompañar a donde quieran ir”. A lo que contesta el extranjero de menor estatura “no se, dice de un local donde las mujeres bailan, me dijo que es lo mejor de Buenos Aires”. Los miró, ya que la situación se me había ido de las manos, en milésimas de segundo pensé que tal vez eran peligrosos, ¿no tenia sentido estar allí? Yo ni los conocía, pero una fuerza difícil de explicar me había llevado a encontrarme en esa situación de la cual ahora no podía salir. Estaba ya sentada en el medio de estos dos desconocidos, y les pregunto ¿Pero ustedes quieren ir a un cabaret?, porque si es así me bajo. “No” contestan a unísono. El más alto agrega “Solo queremos ir a un lugar a bailar, estamos cansados de dar vueltas por bares. Estas chicas con las que recién hablamos, mencionaron un sitio que se llama Podesta, ¿lo conoces?”. A un cabaret los quería llevar esta mujer, y ellos sin ni siquiera saber. ¿Que tipo de comisión tendría allí?, pensé. Era la señal que necesitaba para saber que había hecho lo correcto. Antes de que pusiera el auto en marcha, le digo que espere para poder definir adonde ir, pero sin escuchar mis palabras arranco. “¿Haber, ustedes que quieren hacer? Mi nombre es María. ¿Cuales son sus nombres? ¿De donde son?”. Al que había agarrado el brazo me dice Jeff y el otro Christian. Somos de Canadá, dicen.

Al decir que eran de Canadá, mi corazón comenzó a latir dada la unión que siento por ese país. Cuando tenía dieciocho años me fui a vivir por casi cinco meses a Ottawa a estudiar en una Universidad un curso intensivo de Ingles como Segunda Lengua. Pero no solo un idioma aprendí, sino que fue mi primer contacto conmigo mismo. Sola me encontraba en un país desconocido con costumbres, clima y cultura diferente, y a la fuerza me independice y comencé a descubrir el mundo. De alguna manera rompí el cascarón del huevo en el que me encontraba, descubrí que había un mundo enorme detrás de la ciudad que había vivido toda mi vida, y que tenía que descubrirlo. Que el mundo no solo estaba conformado por personas provenientes de inmigrantes europeos, sino que había otras culturas y religiones y prácticas que nunca antes había visto y que podían convivir, o que por lo menos en Canadá intentaban hacerlo. Todos esos recuerdos aparecieron en mi mente, pero sólo comente que había vivido en Ottawa algunos meses y que adoraba ese país. ¿De que parte son?-Proseguí. De “Québec” responden. De veras, me encantó Québec, yo justo tuve la posibilidad de estar en el Carnaval de Invierno. Me impresionaron todas esas esculturas de hielo y nieve por doquier. Todas las casas y calles decoradas con delicadeza y fineza por el hielo. Tantos recuerdos pasaron por mi mente: andar en trineo, ver una carrera de canoas con el río a medio congelar, y ni hablar del Chateau du Frontenac, esa magnifica construcción francesa que se convirtió en un hotel cinco estrellas y que predomina la vista de la capital.

La taxista se apresuró a sugerir lugares mientras el auto había comenzado a andar y nuestra conversación se mantenía en su lugar de origen. Propuso la Costanera Norte, o a otros lugares, que involucraban cruzar media ciudad para llegar. Dado que eran las cinco de la mañana no valía la pena ir sin saber si había una buena fiesta. Así que les mencionó donde quedaba el lugar que ella se refería con sus pro y contras. Ellos subrayaban que no les importaba el lugar solo bailar. A lo que digo “entonces no se si vale la pena dar tantas vueltas para llegar a la Costanera, que no solo les quita dinero sino tiempo”. Para que mencione ello. La taxista comenzó a manejar en forma apresurada y encolerizada. ¿Cuál es tu negocio?- Me dice de mal modo. A lo cual pensé, ¿de que negocio me está hablando? Si solo yo pienso en protegerlos, el hecho de que la taxista se bajara del taxi no es algo común ni en Buenos Aires, ni en cualquier parte del mundo. Había gato encerrado, podía presentirlo. Su proceder fue extraño desde el principio. Me dice furiosamente: “Me estas haciendo perder mi negocio, no te das cuenta que me haces perder dinero”. La mujer frenaba con gran ímpetu, haciéndonos el viaje realmente incomodo. Así que la miro y le digo: “Sabes que el país esta como esta por personas como vos, que buscan estafar a la gente. Estos chicos vienen a conocer Buenos Aires, y vos los queres pasear, de alguna forma embaucarlos. Yo he viajado por el mundo y siempre me han ayudado. No tengo ningún negocios con ellos, solo demostrarles hospitalidad y por favor nos bajamos en el bar que dijeron que ahí definiremos adonde vamos. Si queres esperarnos, espéranos, sino ándate”. El bar solo quedaba a pocas cuadras, los extranjeros no entendían nada pero compartían la idea de no estar mas en ese auto.

Nos quedamos un rato charlando de lo ocurrido y terminaron convenciéndome para que los acompañara a bailar. De esta forma nos encontramos los tres en la puerta del boliche. Hacia tiempo que no iba a ese lugar así que no les podía realmente recomendar, pero ante la insistencia de ambos de bailar dado que desde las seis de la tarde se encontraban dando vueltas de bar en bar y ya estaban cansados; no dude en que entráramos y de ultima nos íbamos a otro sitio. No entendían que saliéramos tan tarde los argentinos. Así fue como me encontré bailando con estos dos desconocidos canadienses que por un momento me hacían olvidar de lo que había transcurrido durante toda la noche, y me hacían pensar en la casualidad del encuentro. Disfrute de bailar con ellos sin pensar en nada, me mantuve en mi burbuja disfrutando del momento. Se hizo de mañana y decidimos ir a desayunar medialunas con dulce de leche y mate a casa. Ni bien llegamos, Christian decidió seguir camino hacia su hotel comentando que estaba cansado. A esa altura de la mañana era notoria la atracción que había con Jeff y decidió dar por enterado al amigo que se quedara sin desayuno en una conversación interna entre ellos que no logre escuchar pero que luego me confeso. De esta forma nos quedamos con Jeff charlando hasta muy entrada la mañana para terminar enredados en la cama. Toda la noche había fluido como si hubiera sido digitada, yo solo me atreví a dejarme llevar y no me había equivocado.

Acordamos quedar para cenar. Se unió una amiga al grupo y nos juntamos a la hora acordada. La charla se dio amistosamente en castellano y en francés, tan bello idioma. Comenzamos a contarle a mi amiga como nos habíamos conocido, a lo cual, Christian confiesa que el pensó que yo estaba en asociación con la taxista. Ante mi cara de sorpresa desplegó su teoría que se había formulado cuando había entrado al taxi. Pensó que estaba en complot con ella para pasearlos pero al preguntarles de donde eran y comentarles que había vivido en Canadá, y habiendo dado detalles de que realmente conocía su país; reflexiono que no podía ser cómplice de la mujer. Por eso mientras yo me peleaba con ella, ellos en francés trataban de dilucidar lo que estaba ocurriendo. Les habían dicho que Buenos Aires era una aventura, que se dejaran llevar por lo que les sucediera y eso era lo que habían hecho. Estaban preparados para que los estafaran, por eso la situación no les pareció inusual después de todo lo que habían escuchado. Tenían varias anécdotas para contar y hasta australes les habían dado, moneda que hacia años que no estaba en circulación en nuestro país. En realidad yo era la que tendría que haber tenido miedo dado la situación: Subirme en un taxi con dos hombres extranjeros, de los cuales ni sabía los nombres y con los cuales no había hablado ni una palabra. Pero el sentimiento de que los iban a engañar fue más fuerte, además de su atractivo que no podía negar. Mi conciencia no me hubiera dejado en paz si no hubiera intervenido.

Después conversamos sobre lo que hacían en Bolivia. Estaban trabajando en un programa de cooperación en el medio de la selva, completamente desconectados de la civilización tratando de educar a los que vivían allí. Ambos eran ecologistas y no se conocían antes del programa, de hecho convivían con otras 20 personas de alrededor del mundo. Paradojas del mundo globalizado, querían ayudar a la barbarie, y los indígenas no querían ser ayudados. Venían desde la comodidad y lo previsible de Canadá, donde la tecnología ha ganado a la naturaleza, donde todo se recicla y se aprovecha para buenos usos, y se fueron a las Yungas, tierras de nadie. Nadie se interesa por ellas, ni los que viven a sus costas, y ellos como si fueran “evangelizadores” de antaño iban a enseñarles. Pero se encontraron que ellos no querían escuchar lo que venían a predicar, querían conservar su manera de contactarse con la tierra sin aprovechar al máximo sus recursos, no querían usar preservativos para controlar la natalidad, no les interesaba aprender nuevos oficios para superarse, lo cual hacia su trabajo muy difícil. Hacia un año que estaban allí y era el primer viaje que hacían. A la mañana siguiente ya regresaban después de estar un mes recorriendo el norte, Córdoba y Buenos Aires.

Luego fuimos a bailar a la Costanera, al lado del río alrededor de una gran fogata, rodeada de carpas blancas, llena de gente en una hermosa noche de verano. Disfrutamos de bailar y de contemplar la noche llena de estrellas mientras el sonido constante del agua arrullaba nuestros oídos en sinfonía de la música electrónica de fondo. En un momento, desaparecimos con Jeff para casa, los minutos escaseaban y había que aprovecharlos. Llegamos y nuestros cuerpos se unieron, se fusionaron en la penumbra que la ventana dejaba entrever del exterior. Dos cuerpos que se encontraban y lograban comunicarse. Mezcla de risa y placer, mezcla de explosión de energía compartida por los dos. Quedamos tirados boca arriba pegados mirando el techo sin poder pronunciar una palabra porque la situación nos había invadido. Creía que se necesitaba un tiempo considerado para llegar a ese nivel. La fusión de dos almas sinceras a pesar de la instantaneidad del momento puede provocar cosas impensadas con el raciocinio. Éramos dos espíritus libres.

Y se fue, ¿tal vez hubiera podido retenerlo?, ¿tal vez hubiera podido dejar pasar el hecho de que él apagara el despertador y seguir durmiendo en sus brazos? Pero su amigo y un ticket lo esperaban. No pude, el hecho de saber que cada uno tiene que seguir su camino me impide no actuar en consecuencia. Al observar como apagaba el despertador, a pesar de mi cansancio, a pesar de que solo hacia unas horas que nos habíamos acostado, me impidió cerrar más mis ojos. Me levante y comencé a buscar un cuadro entre mis cuadros para que se lo llevara de recuerdo, no lo olvidaría, la energía que compartimos fue hermosa. No necesitábamos las palabras, hablábamos el mismo idioma. El idioma de las almas que buscan encontrarse, que buscan llegar hasta el punto muy lejano de su propio ser, y para lograrlo necesitan cruzarse con personas como ellas, en las que se puedan ver reflejados, y sentir que no caminan solos, que comparten una misma visión. De esta forma seguirán solos hasta que llegue el momento de parar de caminar, de parar de buscar. Me pregunto si algún día llegara ese día porque parece que crecer nunca tiene un límite definido. Siempre se puede aprender algo nuevo. Lo desperté, tenia que seguir su camino. Le escribí unas breves líneas atrás del cuadro que encontré creyendo que era “justo para él”: La independencia nunca se pierde mientras uno se respete a si mismo”. Una mujer en una noche estrellada, pero que en realidad se encuentra en un día soleado en medio de un mar incierto, donde navega una barcaza sin rumbo definido pero que no deja de navegar. Así lo veía a él, podía sentirse que se encontraba rodeado de estrellas pero en realidad el sol le brillaba.

FIN

Color del día

misma direccion 2

“Misma dirección”

El amor te renueva, te energiza, te dan ganas de crecer, creer y hasta de volar por los aires.  El amor fluye como el viento o como la marea del océano, no se puede frenar, siempre encuentra su lugar. Confía que todo es perfecto y que cuando llega ni te darás cuenta.

Color para día de lluvia

bajo el agua 2

“Bajo el agua”

No todos nos conectamos desde el amor desde el mismo lugar. A veces somos niños amando otras veces adultos y otras veces ancianos. El amor es una experiencia de entendimiento de uno mismo sin tratar de entender nada. El amor aparece sin buscarlo. Es un misterio a descifrar y el otro simplemente nos espeja lo que queremos o lo que no.  Jugamos un juego de resistencias iniciales o hasta de elástico nos corremos y volvemos. Lo importante no es lo que no sucede sino lo que si pasa. Terminamos conectados con lo que al otro le pasa y nos olvidamos de preguntarnos lo que me genera. Cuando uno se abre al encuentro el amor tomo la forma que quiere o que puede. Lo importante es ver lo que se genera. El vinculo que encierra el encuentro o no con un otro.  Cada historia genera movimiento y lo bueno no es borrar sino aceptar esa corriente que aparece en nuestra vida. A veces desaparece sola o encuentra un río donde confluir o se mimetiza con la naturaleza. Empecemos a ver al otro en nosotros mismos para aceptarnos y amar en el envase que venga.

VALIJA TERRORISTA Cuento

amsterdam

Después de ocho meses viviendo en Holanda, me despedía de ese país. Utrecht quedaba atrás guardado como una joya en mi corazón. Un nuevo capitulo comenzaba y no podía saber lo que me esperaba. Era un 2 de agosto del año 2001. De Ámsterdam a Paris fui en tren con más bolsos de los que podía cargar, pero no tenía otra opción porque no me había organizado. Al llegar al hotel, me di cuenta que así no podría continuar viajando el mes que me faltaba para volver a casa. Decido enviar por correo el contenido de una de las valijas, para no pagar una fortuna por el exceso de equipaje en el vuelo hasta Madrid. Empecé a tirar cosas de las valijas sin poder realmente reducir el peso, desde ropa hasta unos ricos té que había comprado en Turquía que compartí con los huéspedes del hotel. Perdí todo un día averiguando el envió, consiguiendo una caja para armarlo y finalmente mandándolo. Con mi escaso francés y la poca voluntad de estos para ayudarme se hizo más difícil de lo que me imaginaba.
La valija en cuestión era negra de tamaño mediano, me la había regalado mi papá y la verdad no quería desprenderme de ella. Intente enviarla dentro de la caja sin resultado positivo. Para tal fin, le había arrancado un bolsillo y una manija con un cuchillo intentando que entrara en la caja mientras una mujer francesa repetía incansablemente que no podía excederme del peso acordado. La valija ya no servia para nada, pero al tener rueditas pensé que sería bueno utilizarla para llevar las bolsas de mano en el metro hasta el aeropuerto. Después de tal trajín, recuerdo que estaba en Paris. No podía dejar de ir a algún bello lugar antes de tomar mi avión. Luego de mirar por unos minutos el mapa de la ciudad de las luces con sus avenidas y estaciones, decido ir a la Bastille a ver la Place des Voges. Uno de mis lugares preferidos, donde el tiempo parece que no paso. Camino lentamente por sus corredores, bajo los portales de esas casas simétricas, dejándome llevar por los colores de las vidrieras tan bien diseñadas y por el espíritu de la historia que se encuentra en cada paso en esta bella ciudad.

A la mañana siguiente, me dirigí al aeropuerto con la valija de mano y la mochila llena. Antes de hacer el check in veo una mujer sentada con una niña y le pido que me cuide la valija negra mientras emito el pasaje. La señora sin problema cuida del equipaje. A los minutos regreso, abro la maleta que contenía las bolsas de mano con libros pesados. Cierro nuevamente la valija vacía y decido dejarla escondida, detrás del mismo banco. Tome las bolsas e hice el abordaje, sintiéndome satisfecha por la misión cumplida. Ahora me restaba esperar la hora de partida del avión. Me senté a dibujar mientras tomaba un café. A los pocos minutos de encontrarme allí, escucho por el altavoz que se buscaba a la persona que había abandonado una valija negra, que por favor se dirigiera al mostrador de la aerolínea. Escucho atentamente el mensaje que se repite varias veces, pero con el conocimiento de que la valija no tenía contenido continúo dibujando. A la hora se repite nuevamente el mensaje, esta vez con tono imperativo se solicitaba la presencia del dueño de la valija negra. ¿Para que iba a presentarme?
Se hizo la hora de partida pero el vuelo se había demorado. No preste interés a lo que estaba aconteciendo dado que toda mi atención se dirigía a estos trazos negros que se desparramaban aleatoriamente por el papel blanco. Con una hora de retraso salio el avión. Al entrar, unos ojos verdes atrapan mi atención. Dejo las bolsas en la gaveta y observo que este hombre de ojos claros no me sacaba la mirada. Así que espontáneamente me surge sonreírle. Se encontraba justo detrás de mi asiento. Mis ojos encontraban cualquier excusa para darme vuelta y mirarlo. La azafata pasa ofreciendo los diarios y advierto que el hombre que me interesaba tomaba un diario en francés. Mi francés se reducía a pocas palabras, no podría comenzar una conversación con un asiento de distancia. Me daba mucha vergüenza con solo pensarlo. Pasados unos minutos del despegue, un niño comenzó a vomitar y a continuación empezó a llorar desconsoladamente; provocando que las azafatas corrieran de un lugar al otro para calmarlo. La criatura era francesa y viajaba solo. La serenidad del avión se había quebrado. Para mi era una suerte, porque el niño se encontraba en la parte trasera del avión y me facilitaba la excusa para seguir observando al galán de mis espaldas. Nuestras miradas se encontraban una y otra vez pero ninguno pronuncio una palabra. Había una complicidad perceptible.
El avión aterrizo. El salio primero que yo, teniendo de esta forma la oportunidad de seguirlo para ver donde se buscaban las valijas. Caminamos por los corredores del aeropuerto y él encontraba cualquier pretexto para darse vuelta y mirarme al igual que yo lo había hecho en el avión. Bajando las escaleras mecánicas nuestras miradas volvieron a encontrarse. Yo me retrase agarrando un carrito y el espero en la escalera haciendo que buscaba un papel hasta que me vio y continuo caminando sin decir una palabra. Ante mi sorpresa, el hombre que cautivo mi atención salio del aeropuerto solo con su maletín de mano, lo que deducía que venia por negocios al estar vestido formal con un traje y una camisa celeste. Yo me tuve que quedar esperando que saliera la mochila de la manga. Me quede con la impotencia de decirle algo. La atracción era mutua y notoria. ¿Adonde iría? Me preguntaba.

Tome el metro que me conduciría al hotel en Gran Vía que había reservado desde el aeropuerto. Como seguía cargada y esta vez sin la valija con rueditas, se me hacia imposible movilizarme en los largos trechos para cambiar de estaciones. Por suerte un chico moreno de Republica Dominicana se ofreció a ayudarme hasta mi destino. Charlamos todo el camino. Se me hacia extraño volver a utilizar mi idioma después de tantos meses hablando en ingles. Claro que el chico trato de concertar una cita para más tarde por la asistencia brindada, a la cual desistí diciéndole que tenía novio. Una mentira para salir airosa de la situación. ¡Sola no podía cargar con todo! Como era la segunda vez que estaba en Madrid ya tenia el itinerario de lo que iba a hacer. Plaza Mayor era mi meta, pero decidí primero ir a comer a la plaza Santa Ana que recordaba de la primera vez. Encontré lugar en el restaurante. Tome sangría y comí unas tapas mientras conversaba con unos españoles que estaban al lado.
Luego de un rato, decido salir caminando por el lado opuesto a la Plaza Mayor sin saber porque. Al llegar a la esquina, veo por la ventana del bar al francés del avión. ¡No lo podía creer! Estaba solo, sentado en una banqueta en la barra mirando para el otro lado. Retorne, para corroborar que realmente era él. Me daba vergüenza entrar, así que seguí caminando. Después de unos minutos, pensé en lo grande que era Madrid para encontrarte de casualidad. Así fue como decidí volver al bar. Lo salude en ingles y al verme el hombre de ojos verdes se sorprendió y al mismo tiempo me sonrió. Me consiguió una banqueta y me invito una copa de vino y comenzamos a charlar. Me subrayó que hubiera entrado a hablarle. Conversamos en ingles sin cesar. Me manifestó que le gustaba mi sonrisa y yo le comente que a mi sus ojos. Había venido por negocios solo por el día como me lo había imaginado. Charlamos del nenito del avión que no dejaba de llorar y de que nos miramos todo el vuelo pero ninguno de los dos hablo. Me comento que me vio siguiéndolo en el aeropuerto pero no sabia que decir. A continuación me referí a lo cargada que estaba de equipaje, que había tenido que dejar una valija abandonada en el aeropuerto de Paris.
Al mencionar la palabra valija, la cara del francés cambia de expresión. Me describe las características de mi valija con tanta precisión que me asombra. Me cuenta que al llegar al aeropuerto, tardo una hora para hacer el check in. La causa se debía a que había policías por todos lados rodeando a la valija negra. ¡Creían que contenía una bomba! Se había desplegado todo un operativo para desactivarla, hasta hacerla explotar para comprobar finalmente que estaba vacía. Mi valija negra era el motivo por el cual el avión se había retrasado. Toda la aerolínea estaba perturbada ante el eventual ataque terrorista, mientras yo me encontraba completamente relajada dibujando garabatos en la sala de embarque. Era muy graciosa la forma en que me enteraba sobre el destino de mi valija. No entendía porque la había abandonado cuando él viajaba siempre sin equipaje y hubiera podido esperar un rato y pedirle que la llevara. Era una opción que no había contemplado en la locura de no seguir tan cargada.
Seguimos tomando vino, la conversación fluía sobre viajes y vida. Cedric, así se llamaba, era muy interesante. En un momento de la conversación le cuento que mi intención había sido ir a la Plaza Mayor y me dice de ir juntos para allá. Pidió la cuenta y salimos caminando del brazo. Llegamos al gran cuadrilátero después de unos pocos minutos de caminata pausada. Nos sentamos en los redondeles blancos en el centro de la plaza, mientras la luna llena resplandecía a lo lejos. Seguimos conversando, cuando de repente, espontáneamente me da un beso en la mejilla. Me mira con sus ojos claros penetrantes y me dice “Tengo que ser cuidadoso”. Lo miro sin entender sus palabras. Continúa diciéndome, que tenía una novia hacia siete años y que la amaba. Esa era la razón por la cual no me había hablado en el avión ni se había acercado cuando salimos de el. Me dijo que mi belleza lo había cautivado desde el momento que entre en el avión. Me quede pensando por unos momentos sin decir una palabra, la situación de que tuviera novia no me gustaba. Se acerco nuevamente y volvió a besarme en el pómulo, y no pude apartarme. La atracción era compartida. Tomo mis manos y me abrazo fuertemente.
Luego me invito a tomar algo en un café de la plaza. Nos sentamos en las mesas de afuera con manteles a cuadros y velitas encendidas. Cedric no paraba de fumar, denotando su nerviosismo de no saber que hacer con lo que estaba aconteciendo. Pidió una cerveza y un café para mí. Su deseo era notorio como así su cargo de conciencia de saber que lo que estaba haciendo no era lo correcto, por lo tanto yo me limitaba a disfrutar de la velada. Seguimos charlando mientras besos se intercalaban por toda mi cara sin llegar a mi boca. Unos músicos con guitarras y violines aparecieron. Comenzaron a tocar melodías encantadoras para una noche de luna llena como si el escenario de una obra de teatro cayera por detrás, las piezas no podían encajar mejor. Ni bien la música comenzó, al compás de estas, Cedric me tarareaba las letras en francés a mi oído lo que me resultaba encantador dada mi fascinación por ese idioma tan dulce. Me estremecían sus roces tan cercanos. Se había hecho tarde, a la mañana siguiente él tenia una reunión muy importante. Me mira y finalmente me dice de marcharnos. Nos levantamos y salimos abrazados por una de las callejuelas poco iluminadas de la ciudad. Me alza en sus brazos y recién en la penumbra me besa en la boca. La pasión nos desbordaba. Caminamos nuevamente con destino a la misma plaza donde nos reencontramos. Allí, me confiesa que él entro al bar de tapas en el que yo comí, y que me vio. ¿Que parecida a la chica del avión?- pensó. Pero como no había lugar, siguió hasta donde yo lo encontré. ¡De alguna forma nos teníamos que encontrar! Le pregunto a donde nos dirigíamos y me contesta que a su hotel a darnos “the last kiss” (el último beso) pero que no haríamos el amor aunque quería estar conmigo.

Fuimos a su hotel cinco estrellas, subimos a su cuarto con vista a la plaza Santa Ana. Nos abrazamos tiernamente y comenzamos a besarnos recostados en la cama. Durante unos minutos fluimos en la energía que compartíamos. Su cargo de conciencia era notorio y la verdad me incomodaba. La atracción era muy fuerte y no era cuestionada. Pero yo no podía ayudarlo si se resistía a liberarse. No me sentía bien estando con alguien que no podía entregarse completamente. Yo quería lo mutuo, no la mitad. El deseaba darme placer sin que yo pudiera darle nada, pensando que de esta forma no engañaba a su pareja; mientras el solo hecho de haberme invitado a su cuarto lo ponía en una situación no aceptable. Yo me sentía satisfecha de la noche que habíamos pasado, para que seguir intentando algo que no terminaba siendo claro, cuando solamente había entrado al bar a conocer al dueño de esos ojos verdes que me cautivaron.
Mire el reloj despertador que se encontraba en la mesita de luz, y le hice referencia de la hora. Me levante de la cama con dirección a la puerta de la habitación y precipitadamente se levanta y me agarra la mano. “No te vayas, vas a estar en mis sueños. Me gustas toda. Estoy feliz de haberte encontrado de nuevo”, me dice y me besa apasionadamente queriendo retenerme y volver a empezar lo que habíamos dejado. Lo miro intensamente y le digo: “Exacto, soy un sueño. Pensa que desde las diez de la noche, cuando nos encontramos, empezaste un sueño conmigo el que no te permitiste vivir cuando te fuiste del aeropuerto sin hablarme”. A lo que me contesta, “el más maravilloso sueño que he tenido”. “Por eso, ahora me voy. ¡Seguí soñando lo que sigue! Tuve una noche fantástica. Te deseo que tengas buena vida” le contesto. De esta forma salí caminando por el largo pasillo bajo la mirada cautiva de sus ojos. Desde la puerta me miraba y yo no volví atrás. No intercambiamos apellidos, teléfonos, ni contacto alguno para volver a vernos. Como en un sueño, desaparecía de su vida.

Salí del hotel, caminando. La noche estaba despierta, mucha gente circulando por la calle. Mi pensamiento estaba prisionero en su mirada, recordando cada detalle de esa noche maravillosa que acababa de suceder. A veces, uno tiene que reconocer hasta que punto llegar. Su amor era más fuerte que su pasión. El respeto era una cualidad que se merecía acatar, yo no iba a terciar. Un avión nos encontró y de alguna forma la vida nos unió. Mi valija había tenido una historia para contar que hubiera desconocido si no me encontraba con él. La noche había sido un gran sueño y había llegado el momento de despertar.

FIN

Color del día

Bailarina 2

“Bailarina del Amor”

Frase del día: El amor cuando es fluye solo, no hay que soplar, no hay que hacer nada