Lugones y el día del escritor

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De acuerdo con las efemérides, el 13 de junio conmemoraremos el día del escritor. La fecha fue elegida por la SADE, Sociedad Argentina de Escritores, en concordancia con el día del nacimiento de uno de sus fundadores y primer presidente, Leopoldo Lugones, ocurrido en 1874. Claro que no era aquel el principal mérito de Lugones, o la única razón para elegir su natalicio como el día del escritor.

Autor de libros de poemas muy celebrados, como Lunario sentimental y Romance del Río Seco, de cuentos formidables que siguen la línea del extraño – fantástico, La lluvia de fuego y Los ojos de la reina, por ejemplo, y de las conferencias reunidas bajo el título de El payador, en las que se entroniza al Martín Fierro como hito de la literatura argentina, Lugones fue un intelectual clave en el campo cultural de comienzos del siglo XX. Apenas una mirada a su producción literaria y a su actividad política y social alcanza para comprobarlo. Pero, si queremos pruebas, nos basta con recordar que J. L. Borges, como gran parte de los jóvenes de aquella generación, se desvivían por lograr la aprobación, el pulgar en alto de Lugones. De hecho, podría asegurarse que era el padre a matar, la sombra a exorcizar, el monstruo a vencer. El devenir de nuestra literatura lo demuestra.

Hoy, francamente, ignoro cuánta gente lee o relee la obra de Lugones. Sean sus poemas o sus cuentos, más allá de alguna antología dedicada al género fantástico. No conozco a ningún escritor que lo venere, ni recuerdo haber leído entrevistas a poetas o a narradores actuales que se asuman herederos, seguidores o admiradores de Leopoldo Lugones. Tampoco he encontrado trabajos críticos que mencionen su vigencia o lo ubiquen en un lugar central dentro del canon contemporáneo. No quiero ser injusto, ni desmerecer su carrera literaria: no tengo autoridad para hacerlo. Sí, en cambio, me permito opinar que sostenerlo como hito de quienes comparten el oficio o la vocación o el negocio de la escritura, queda a esta altura un tanto anacrónico o desactualizado.

lugones

La figura de Lugones es materia de polémicas. Más allá de su carrera literaria, su vida política e ideológica, ─que conoció el anarquismo, el socialismo y continuó en la adhesión al golpe del 30, dirigido por José F. Uriburu, y la conversión al catolicismo─ fue errática, cambiante. También fue famoso su llamamiento a terminar con los gobiernos democráticos, sintetizado en la frase “Ha sonado la hora de la espada”, y su enigmático suicidio con cianuro, en febrero de 1938, cuando tenía 64 años.

El interrogante podría ser si puede juzgarse la obra de un escritor independientemente de su vida privada, de sus posiciones políticas, de sus simpatías con dictadores y tiranos. O, por qué no, preguntar si a la gran mayoría de los escritores les resulta adecuado, o agradable, que “su día” se conmemore en la fecha del nacimiento de alguien que apoyó activamente a una dictadura, a los primeros golpistas de nuestra historia. En estos tiempos en que se cuestiona a los intocables y se humaniza a los próceres, tal vez sea hora de buscar a un escritor más representativo para realizar este homenaje.

Pienso que podría ensayarse una encuesta entre escritores y críticos, y también entre lectores que, democráticamente, elijan a quien consideren el escritor ícono de los argentinos. Aparecerían, no lo dudo, los nombres de Cortázar, J. L. Borges, Beatriz Guido, Alejandra Pizarnik, Bioy Casares, Silvina Ocampo, Roberto Arlt, Haroldo Conti, Rodolfo Walsh. Si alguno de estos dos últimos ganara la elección, un gobierno “de derecha” se encargaría de desplazarlos o borrarlos, eligiendo a uno que les caiga más simpático. Y, también, entre los otros, algunos podrían impugnarse por haber comido con Videla, o por haber festejado algún otro golpe de estado. La solución podría estar en buscar otro criterio y elegir, por decir, al más prolífico, o al que en mayor cantidad de lenguas distintas haya escrito, o al que haya cultivado todos los géneros.

Sin embargo, en el fondo, estoy convencido de que hay cuestiones más urgentes y vitales para quienes escriben, para los escritores. Digo, más importantes que la fecha en que se celebra o conmemora “su día”. Posiblemente, una de ellas sea que, desde el Estado Nacional hasta los municipios, pasando por las provincias, se generen políticas inclusivas e integradoras para estimular la producción literaria porque la situación actual, si bien mejor que en otras épocas, no deja de ser preocupante. Creo que esa sería la mejor forma de homenajear a los escritores, sea en “su día” o no.