Por: Fernanda Bolagay
Llámenme romántica o exagerada, pero como Asesora Financiera estoy convencida de que una de las máximas pruebas de amor que una persona puede dejar a su familia es un Seguro de vida. ¡si señores! Animarse a pensar en eso que nadie quiere admitir –que algún día vamos a partir- es también un acto de amor hacia nuestros seres queridos.
En otros países es impensable siquiera el hecho de NO disponer de un seguro de vida que ampare a nuestras familias en caso de que algo nos suceda. Sin embargo en nuestro país está más instalada la idea de “ayudar a nuestros hijos” con todo lo que podamos en cada momento: pagándoles la facultad, ayudándoles cuando deciden irse a vivir solos, etc… pero ¿no es conveniente ser un poco más prevenidos?
El seguro de vida es una herramienta financiera que te soluciona el futuro a muy bajo costo y previene a tu familia. Es el dinero más efectivo, es la única herramienta con la que realmente tendrás el dinero por adelantado y es la más segura de cobrar. Aquí no hay variables, la empresa se compromete a otorgar un importe acordado y fijo.
Pero además de los seguros de vida están los llamados Seguros de capitalización, que se cobran en vida y están pensados para programar etapas y objetivos financieros (por ejemplo mudarte o comprar un inmueble). ¿Cuál es la ventaja? Que trabajan con la “fórmula mágica” del interés compuesto, es decir, se va trabajando capital sobre capital, por ejemplo: si este año podés depositar $1000, te pagarán a una tasa del 10%, entonces ganarás $1100. En el segundo año te van a pagar el 10% no de 1000, sino de 1100, o sea que ese año vas a cobrar 1110 de intereses. Así funciona, se paga interés sobre interés. Lo que se está asegurando, en este caso, es un monto, es decir, un objetivo. Los Seguros de capitalización te garantizan que en determinado tiempo vas a tener un dinero “x”.
Así como los plazos fijos y las diferentes herramientas de inversión, los seguros también son nuestros aliados a la hora de visualizar un futuro solvente. Animarse a vencer antiguos prejuicios y desconfianzas es una manera de darnos la oportunidad de pisar sobre “tierra firme”, para nosotros, o para nuestras siguientes generaciones.
¡Buenas finanzas!