Por: Fernanda Bolagay
Muchas veces me encuentro con personas que tienen realmente mucho dinero, pero no cuentan con él cuando realmente lo necesitan. El caso del corralito fue un hito que ejemplifica la imposibilidad de acceder a nuestros ahorros o a nuestros activos. Pero sin llegar a ese extremo, es bueno tener conciencia de dónde tenemos actualmente depositado nuestro dinero ¿tenemos activos, bienes, plazos fijos? ¿o tenemos un fondo de ahorro en efectivo? ¿con qué ingresos nos movemos cada mes?.
Para comenzar a conocer dónde están nuestros ingresos actualmente, te recomiendo:
a) Hacer una lista de todos tus activos: inmuebles, automóviles, bonos, acciones y todo tipo de objetos de valor.
b) Luego, evaluar cuánto tiempo me llevaría convertir esos activos en efectivo, llegado el caso de necesitar el dinero.
Siempre debemos contar con activos líquidos para solventar eventualidades. Por ejemplo, una cuenta a 24 hs., es una buena alternativa, o, como vimos en anteriores notas, un fondo de emergencias.
Hoy quiero dejarte con más preguntas que respuestas, porque sé que cuestionarnos en una buena herramienta para activar el cambio: ¿dónde está nuestro dinero, en el activo o en el pasivo? ¿Estamos realmente generando nuevos activos o estamos simplemente “quemando” el excedente? Hay activos que inmediatamente adquiridos se transforman en un pasivo, y esto depende de cada circunstancia. Un automóvil, por ejemplo, ya de por sí trae aparejado gastos fijos y desgastes. Sin embargo, si el plan es utilizarlo para “ponerlo a trabajar”, el panorama cambia por completo y se convierte en un activo, es decir, en una puerta de entrada a un “dinero extra”.
Siempre nuestras decisiones financieras deben ir acompañadas por un plan y un pensamiento al mediano y corto plazo. De lo contrario, estaremos tomando riesgos.
Ya sabés, analizá tus finanzas y ¡a planificar con tiempo!