Por: Fernanda Bolagay
Para hacer que los niños también sean conscientes sobre la realidad y las actividades financieras de su casa, es muy recomendable que los padres los involucren de a poco y como un juego en el manejo del dinero familiar. Sobre todo en Argentina, existe todavía un “tabú” acerca del tema monetario, algo así como una premisa autoimpuesta que nos dice que “el dinero es cosa de adultos”. Sin embargo, es frecuente escuchar frases conocidas como las siguientes: “mi hijo no tiene idea del valor del dinero”, “mis hijos no tienen conciencia del esfuerzo que hacemos para que tengan todo lo que tienen”, “los chicos son una máquina de gastar”, y tantos otros comentarios que nos ponen en alerta sobre la importancia de abrir un espacio de diálogo al respecto.
Justamente, como estoy convencida de que “finanzas” debe ser una materia a incluir desde la escuela primaria, aquí en este post les recomiendo algunas formas de comenzar a implementar su propia “escuela financiera en casa”:
- Inviten a sus hijos a pagar las cuentas pendientes: sentarse con las boletas o cuentas a pagar, en casa y con la familia completa, es una forma de visualizar y generalizar la toma de conciencia sobre las obligaciones que tenemos.
- Decidir juntos dónde va el dinero: explicar a los chicos que contamos con un presupuesto de $-… para la semana, y que en base a eso debemos elegir entre algunas compras u otras. Establecer prioridades es un muy buen ejercicio que luego la vida nos va a poner por delante en más de una oportunidad.
- Proponerles gestionar sus propios ahorros: el famoso “chanchito” que tantos niós tienen en casa es un muy buen recurso educativo, más aún si les proponemos definir un objetivo y un plazo para esos ahorros: ¿qué quisieras hacer con ese dinero? ¿qué importe necesitás para ese objetivo? ¿durante cuánto tiempo deberás ahorrar para lograrlo? (incluso a los grandes estas preguntas les vendrán muy pero muy bien!)
- Gestionar los “gustos” que queremos darnos: los niños son muy permeables a las tentaciones (a veces mucho más que nosotros, los adultos), por eso, es importante conversar sobre cuándo, dónde y cómo darnos esos “pequeños gustos”. Salir de compras y comparar marcas y lugares puede ser otro gran ejercicio, sobre todo para los más grandes, llegando a la adolescencia.
Estas y tantas otras son actividades educativas con una función de “crear adultos financieramente saludables”. Estoy seguro de que podemos crear una generación que tenga una mejor relación con el dinero, si empezamos a conocer estas variables desde niños.
¡Buenas finanzas y manos a la obra!