Por: Fernanda Bolagay
Cuando emprendemos pueden ocurrir varias cosas, pero hay dos de ellas que quiero analizar hoy: Puede pasarnos que no le demos suficiente tiempo al proyecto para que “florezca” o bien, que nos quedemos eternamente esperando “el milagro”. Todo es cuestión de establecer plazos, pero también herramientas de medición que nos indiquen si vamos por un buen camino.
En un extremo –que podemos llamar “los ansiosos”- están los emprendedores que pretenden “magia”. En estos casos, las personas no logran hacer efectivos sus proyectos porque no tienen la suficiente constancia (paciencia, perseverancia o confianza en la idea) como para esperar el tiempo necesario que se necesita para que una idea inicial (cualquiera fuera, de cualquier sector) se transforme, eche raíces, se ponga en marcha, tome forma y, finalmente, nos reditúe económicamente. Emprender significa sembrar a mediano y largo plazo. Es cierto que nosotros somos “dueños” de nuestros plazos, pero debemos siempre buscar el asesoramiento de alguien con experiencia como para establecer tiempos prudenciales (siempre hay algún colega o alguien cercano que puede ayudarnos)
En el otro extremo, -que podemos llamar “el estancamiento”- están los que por haberse “enamorado de una idea” pierden de vista las posibilidades efectivas que ella tiene para poder hacerla realidad. Cuando los plazos se extienden por años, cuando los períodos de “prueba y error” no terminan nunca, nos volvemos “emprendedores eternos”, esto quiere decir que no logramos hacer que las ideas funcionen. Motivos hay miles (no es el momento, la idea no estaba “empíricamente testeada”, la crisis nos afectó, etc.) pero lo que es importante es darnos cuenta a tiempo (antes de caer en la sensación del “fracaso”) cuando un proyecto definitivamente no funciona.
Que un proyecto no funcione, no quiere decir que hayamos fracasado. Asumir que debemos elegir otro camino es darnos la oportunidad de tomar el timón y llevarlo hasta otra “costa”, probar otros rumbos, incursionar en otros sectores económicos, hasta que encontremos el negocio que sí funcione. Como asesora financiera tuve oportunidad de conocer muchos casos en los que “los negocios no funcionan” pero sin embargo las personas insisten por años. Personalmente, creo que cuando nuestras mediciones semestrales o anuales nos dan negativas por mucho tiempo, hay que tomar el coraje necesario y CAMBIAR. Con ayuda, con asesoramiento y, sobre todo, trabajando el “desapego emocional” podremos vencer nuestras propias barreras limitantes y salir de estas situaciones nocivas, no sólo para nuestras finanzas sino para nuestro estado anímico.
Las mediciones son importantes para permitirnos ver dónde estamos y que acciones vamos a tomar en base a nuestra situación actual. Por eso, recordá que diciembre es un buen momento para:
- Revisar cuál fue el total de tu facturación
- Contabilizar tu rentabilidad (revisando mes a mes tus ingresos y egresos)
- Calcular cuántos nuevos clientes sumaste a tu cartera
- Revisando cuántos clientes se fueron y por qué razones
¡Animate a ir por más!