Carol II: el único Rey-Entrenador de la historia

#IncreíblePeroMundial

El Mundial del ’30, por ser el primero, estuvo lleno de particularidades y excentricidades. Y, sin dudas, el caso más llamativo fue el de Carol II. El Rey de Rumania, pese a su escaso conocimiento de este deporte, exigió su participación a la FIFA, convocó a los jugadores, los entrenó y les pagó todos los gastos.

El plantel, junto al Rey Carol II

El plantel de Rumania en el Mundial del ’30

Luego de varios truncos intentos, la Federación Internacional de Football Association se puso firme y decidió organizar por primera vez un Mundial (en esa época ya había incluso campeonatos por regiones). Los aspirantes a organizarlo fueron Italia, Hungría, Holanda, España, Suecia y Uruguay.

Jules Rimet, presidente por ese entonces de la ‘casa madre del fútbol’, le pareció que lo correcto era nombrar a los “Charrúas”, la gran potencia de la época, como sede. Ellos eran los bicampeones Olímpicos (Paris 1924 y Ámsterdam 1928) y además iban a construir un estadio especialmente para la ocasión: el Centenario. Esta decisión, por supuesto, fue tomada de muy mala manera por los aspirantes europeos. “¿Ir a Sudamérica? Ni locos. Si la mayoría de los participantes somos de aquí”, fue el argumento que esgrimieron para  boicotear el Mundial.

Sin embargo, el mandatario se mantuvo firme en su postura, lo que produjo que ninguno finalmente se presentará en la cita máxima de este deporte. Los únicos europeos que arribaron hasta ‘estos confines’ fueron Francia -de donde era oriundo Rimet-, Bélgica, Yugoslavia y Rumania.

Este último participante fue el más llamativo y con la historia más excéntrica de todas. Unos meses antes de la Copa del Mundo, este país vivía grandes momentos de cambios. Carol II, quien había renunciado al trono en 1925 para fugarse con su amante – Magda Lupescu-, decidió regresar al ver los problemas que estaba teniendo su hijo Miguel I para gobernar.

Rey Carol II

El Rey Carol II vuelve al trono

Asume oficialmente el 8 de junio de 1930 y, casi como primera medida, decidió que Rumania tenía que estar en el Mundial. Mientras la mayoría se bajaba del certamen, Carol II insistió fervientemente en asistir.

Pese a su obstinación, el panorama no era muy alentador. El campeonato iniciaba el 13 de julio (poco más de un mes) y la práctica de este deporte era casi nula en su país. La Selección rumana solamente contaba con un puñado de partidos oficiales y uno de los últimos antecedentes había sido la goleada sufrida en los Juegos Olímpicos del ’24, donde cayó por 6 a 0 ante Holanda.

Sin embargo, el deseo del Rey era tal que él mismo fue el encargado de convencer a Rimet para que los dejaran participar. Y lo consiguió, pero a tres días del cierre de inscripción. Carol II asumió el rol de entrenador y él mismo eligió y convocó a los jugadores.

La gran mayoría del plantel que armó trabajaba para una petrolera inglesa, la cual le negó los permisos para ausentarse tanto tiempo de la empresa. Pero, al parecer, este hombre no entendía de negativas. Mandó de inmediato un decreto para que se les otorgue la “libertad” y la garantía que conservarían sus empleos para poder llevárselos a Uruguay.

Carol, sabiendo que el viaje en barco era largo –aproximadamente 16 días- y consciente de que sus jugadores no tenían mucho rodaje juntos, aprovechó la estadía en altamar para entrenarlos y ponerlos a punto en el aspecto físico. Ya en tierra, y junto a Octav Luchide -alguien que más o menos entendía-, los dirigió en la competición.

Como era de esperarse, la actuación del elenco “tricolori” no fue la mejor; pero tampoco fue decepcionante teniendo en cuenta este contexto.

En su estreno venció de buena manera a Perú. El 14 de julio, en el estadio ‘Pocitos’ –actualmente no existe-, se impuso por 3 a 1 con tantos de Adalbert Desu –a los 50 segundos-, Ștefan Barbu y Constantin Stanciu (Luis de Souza Ferreira había puesto el empate de manera transitoria para los “incaicos”).

El 21, en el mítico ‘Centenario’, llegó la hora de la verdad. Rumania se enfrentaba al anfitrión y gran candidato al título: Uruguay. Ambos habían vencido en su estreno y solamente el primero del grupo pasaba a las semifinales.

Con un campo de juego totalmente adverso, los rumanos recibieron una dura paliza al ser goleados por 4 a 0 con goles de Pablo Dorado, Héctor Scarone, Juan Peregrino Anselmo y José Pedro Cea.

Lo que sigue, es historia conocida. Uruguay llegó a la final , en la que terminó doblegando a Argentina y se coronó como el primer campeón. Pero, sin dudas, una de las mejores ‘historias mínimas’ –y poco conocida- de los mundiales es la de este extravagante Rey y su ‘amor’ por el fútbol. El primer y único caso de un Rey-Entrenador en la historia de la mundiales.