Ventajas y desventajas de asistir a un taller literario

#LeerYEscribirBA

Opinan: Abelardo Castillo, Guillermo Martínez, Maximiliano Tomás, Mario Sampaolesi y Nicolás Mavrakis

En un contexto donde los concursos de cuentos suelen recibir de mil hasta tres mil originales, no debe resultar extraño que existan decenas de lugares donde se canalice el impulso de las personas a escribir.

Incluso, hay una variedad enorme de talleres literarios, que van desde el típico lugar donde se comparten lecturas y producciones propias, hasta talleres temáticos como: De la palabra a la imagen, ¿Cómo buscar historias mínimas en grandes temas? o hasta un taller para chicos.

Sin embargo, ¿cuáles son los beneficios reales de asistir a un espacio como éstos? Sobre este tema, #LeerYEscribirBA habló con reconocidos escritores y talleristas.

Abelardo Castillo no sólo es un prestigioso escritor, si no que desde hace años dicta uno de los míticos talleres literarios de Buenos Aires. Al consultarle sobre las ventajas de participar en un taller, afirma:

“En un sentido estricto, te voy a ser sincero, te digo que ninguna. Es lo primero que digo a quienes asisten. ¿A qué taller fueron Borges, Cortázar o Marechal? ¿A qué taller fueron los grandes escritores europeos que uno admira? Lo talleres no sirven para nada. Mirado así, nadie puede enseñar a escribir. Se aprende a escribir con los libros de la propia biblioteca. Los escritores aprenden con sus propios errores, y con los escritores que admiran y detestan.

Sobre las posibles ventajas de los talleres, Abelardo Castillo reflexiona: “Los jóvenes que asisten, se pueden reunir con autores de la misma generación. Estos hombres muy jóvenes encuentran algo así como sus propios pares. Entre sus pares, está quien da el taller. Pero a veces, éste no se asume como par, si no como un iluminado que enseña a quien está en la oscuridad”.

Finalmente, Castillo sentencia: “Lo esencial es que nadie puede enseñar a otro, si alguien tiene condiciones literarias puede aprender a escribir de cualquiera”.

Guillermo Martínez es matemático y escritor, autor las novelas Crímenes imperceptibles y La muerte lenta de Luciana B., entre otros. Martínez dicta su Taller express de cuento en la Fundación Tomás Eloy Martínez. Sobre su experiencia, relata:

Yo creo que hay varias ventajas: principalmente encontrar un grupo de gente que le da una atmósfera a una tarea muy solitaria. Cuando uno encuentra a pares, se siente rodeado de gente afín. Con intercambiar, compartir, aprender de los errores de los demás, se logra una separación conceptual de lo que se ve como algo intocable”.

En referencia a los beneficios más fácticos, asegura: “Por otra parte, hay algunos errores comunes, que tiene todos los principiantes, que un buen tallerista puede detectar enseguida”.

Al interrogarlo sobre las posibles desventajas, Martínez advierte: “El riesgo es permanecer demasiado tiempo. Cada taller genera sus lineamientos, más o menos explícitos. Con elogios y críticas, va moldeando lo que es esperable de cada uno de los participantes. Los que están mucho tiempo, en general, no rompen con lo que es aceptado dentro del taller”.

Mario Sampaolesi, autor de Cielo primitivo y La vida es perfecta, entre otros, dicta el Taller de Poesía de la Biblioteca Nacional.

Sobre su tarea analiza: “A la manera de los talleres del renacimiento, el contacto es a través de la experiencia. El tallerista incorpora a través del tiempo las herramientas y una metodología de trabajo, y ese conocimiento empírico le dará las bases necesarias con las que a posteriori desarrollará su propia literatura”.

Acerca de los posibles aspectos negativos, remarca uno en particular: “Existe la posibilidad de que el orientador promueva otros tantos seguidores de su obra o repetidores de la misma”.

Maximiliano Tomas es periodista de cultura, cronista y dicta un taller literario de cuento.

Sobre la actividad que lleva a cabo, afirma: “Un taller, o al menos eso es lo que pretendo que suceda en el mío, suele ser un

ámbito de estímulo a la creación, de intercambio de opiniones e ideas, de recomendaciones de lecturas, y decorrecciones y sugerencias acerca de los textos que cada integrante produce: todas relaciones que impactan sobre la manera de escribir pero también, si se saben aprovechar, tienden a generar sociabilidad”.

Nicolás Mavrakis es periodista, autor del libro de cuentos No alimenten al troll, lleva adelante el blog en infobae.com #BorgesdelFuturo y dicta distintos talleres (Literatura y kirchnerismo; #LitChick) en el Centro de estudios Contemporáneos.

Sobre su función de coordinador en un espacio de creatividad literaria, asegura: “Creo que es importante construir lecturas. La idea de que se puede escribir siguiendo impulsos singulares y voluntariosos es torpe; se puede escribir si antes se ha leído. Un buen taller literario es el que ofrece las lecturas mínimas y elementales para tomarse la parte de la escritura con un mínimo de seriedad.

Sobre esta misma línea, Mavrakis explica: “El aspecto negativo debe ser el de los talleres que juegan con la idea de lo literario como si se tratara de una impulsividad romántica, irreflexiva y genuina, en la que cualquiera con las “ganas” de escribir queda habilitado a hacerlo”.

Finalmente, Mavrakis concluye: “Eso está bien para las señoras que comparten actividades como tomar el té y tejer bufandas, pero no es literatura”.