Papá Noel ha muerto

#MadreFreelancer

“¡En mis hijos quiero reparar el ser hijo de mis padres; y en todo el porvenir quiero reparar este presente!”

Así hablaba Zaratustra.

 

Fin de año es una época en la que nos toca cumplir con la moral regalera navideña. Mi bebé, que tiene pocos meses, todavía no se da cuenta de nada, pero igual le compré un sonajero de los Backyardigans y un chupete como regalos para el arbolito.

Mientras daba rienda suelta a la compra compulsiva, pensaba qué le voy a decir a hijo cuando sea la hora de introducirlo en la mentira de Papá Noel. Me han dicho que es hermosa la ilusión de un chico que cree en un señor del Polo Norte que le trae regalos; que no le va a poder decir a nadie en el colegio que el tipo no existe y se va a angustiar y, por último, que si todo es una mierda, para qué hacérselo saber desde tan chiquito.

Hordas de ateos hiperescolarizados haciendo que sus hijos escriban cartas a un personaje cristiano vestido a la moda que Coca Cola le impuso en los años treinta: como imagen al menos es contradictoria. Me dirán que es una tradición, que es lindo. En cambio yo creo que no estaría nada mal plantear que “Papá Noel ha muerto” y declarar que el marketing pseudoreligioso ya no es una guía práctica para nuestras fiestas.

Seamos la generación de los Súper Padres, que no se apoyan en mentiras para educar a sus hijos sino que, aunque solitarios e incomprendidos, intentamos ubicarlos del lado de la razón. Como de comprar cosas no vamos a zafar en esta vida, si la economía lo permite, pongamos en valor el factor sorpresa y hagamos regalos en cualquier momento del año.