Si el mundo se hubiera acabado, no tendría que cargar tantas cosas

#MadreFreelancer

En enero me tomo vacaciones, las primeras con bebé. Nos vamos a un balneario uruguayo poco conocido en el que mi familia materna tiene una casa. Me aterra pensar en toda la parafernalia que tengo que llevar. Antes, me iba con una modesta muda de ropa porque allí no hacés más que dormir, comer, tomar Pilsen e ir a la playa.

La lista de cosas para bebé consta de: pañales para quince días, porque no sé que tipo de pañales hay en Uruguay, y si a veces no consigo el talle adecuado en una cadena de farmacias de acá, no creo que en Punta Colorada me vaya mejor; leche líquida de 0 a 6 meses para una semana, el monstruo toma casi un litro por día y la leche en polvo le cae mal, cuando se acabe algo que la supla voy a encontrar; cochecito plegable que pesa otro tanto; cosmética del bebé como por ejemplo protector solar factor quinientos, repelente de mosquitos no tóxico y toallas húmedas limpiaculos.

El mismo bebé cuenta como bártulo porque todavía es un muñeco, que si bien ya interactúa con humanos y también con algunos de sus peluches a través de sonrisas y ecolalias, aún no camina ni se mantiene sentado por si solo.

Otra de las cosas que tengo que llevar, -y esto no tiene que ver con bebé sino con mi condición de trabajadora freelance de la escritura- es la lapotop para terminar algunos laburitos y rogar que me caigan más sobre la marcha, aprovechando los múltiples brazos familiares que en casa no tengo y que me van a ayudar con bebé por ¡diez días enteros!

Lo difícil de ser una madre separada en viaje con hijo sub uno es que no están las manos del padre que me ayuden con la carga y tendré que recurrir a mis encantos femeninos para que los señores de los medios de transporte me auxilien. Como ya lo dije en mi primer post MILF, puedo ser una madre con actitud sexuada, así que no creo que tenga problemas.