Por: Mariana Skiadaressis
La inestabilidad del mundo que nos rodea genera mucha ansiedad en las personas. Las configuraciones sociales y laborales rígidas están en vías de extinción y cada uno debe ingeniárselas para armar un sistema propio que funcione. Por un lado, esta situación es fuente de mucha libertad, pero por otro, nos da miedo no saber qué nos depara el futuro.
La falta de fijeza de las formas me recuerda al concepto de modernidad líquida de Bauman, -concepto que aún no decido si está bueno o es una interpretación simplona de la realidad. Quizás estamos asistiendo a un cambio de paradigma y nos encontramos en el medio de la transición. Quizás el nuevo paradigma no sea más que una falta de paradigma o la proliferación de microparadigmas paralelos.
Si toda la filosofía occidental no se hubiera centrado en Parménides y la maldita inmovilidad de su Uno, hoy seríamos más felices porque sabríamos que todo fluye. En la historia de las ideas, nunca nadie soportó pensar al devenir como algo plástico y ahora estamos todos tomando Clonazepam.
Disculpen este post tan corto, pero me está esperando Heráclito para ir a tomar una Pilsen.
Salut!