La seducción en tres etapas: del living a la cama

 Las tres etapas de la seducción

Una mujer no tiene sexo con un hombre sólo porque éste despertó su interés, le pareció lindo o le cayó simpático. Los hombres, en cambio, somos bastante más básicos: vemos a una mujer, nos atrae y la deseamos. Ellas tienen otro tipo de necesidades y filtros. El juego de la seducción se divide en tres etapas necesarias para atravesar exitosamente esas barreras: (A)tracción, (C)onfort y (S)educción.

 La atracción inicial, el interés

A1: La fase inicial consiste en comenzar una interacción con una mujer o con un grupo de ellas.

Muy pocas veces sucederá que ellas inicien una interacción con no­sotros. Y aunque existen técnicas para lograr llevarlas a esa situación, son muchas las mujeres que nunca se aproximarían a un desconocido con la intención de seducirlo. La mayor parte de las veces, seremos nosotros los encargados de comenzar a interactuar. Para eso, utiliza­remos una frase a la que denominaremos opener o abridor. Incorpo­raremos algunos openers con alto grado de efectividad, mediante el recurso de fusionar nuestra vida e intereses con los tópicos de con­ versación que adoran las mujeres. Una vez que hayamos internali­zado el proceso podremos improvisar.

De este modo, también lograremos dejar atrás el miedo y la ansiedad, y aprenderemos a obtener la atención de ellas en apenas algunos mi­nutos. Utilizaremos técnicas que nos permitan pasar a ser nosotros el objeto de deseo. Éstas abarcan tanto el lenguaje corporal como la expresión facial e incluso lo que hacemos tiempo antes de empezar siquiera la interacción.

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A2: Fase media de la etapa de Atracción, en la que el hombre genera interés en el grupo por medio de DAVs (demostraciones de alto valor), mientras se muestra poco interesado en su objetivo (la mujer que desea en el grupo). En esta etapa también la mujer comienza a mostrar indicadores de interés (IDIs), que aprenderemos a detectar.

Ese desinterés inicial masculino permitirá luego, en la fase siguiente, crear conexión. En ese contexto, ella sentirá que se ha ganado la vali­dación a través de la interacción mantenida y no sólo porque es linda.

 A3: Una vez que ella demuestra interés, él también revela el suyo y co­mienza a generarse una conexión.

Contabilizados los primeros tres o cuatro IDIs, daremos por sentado que en ella hay una intención real de hablar con nosotros. Cuanta mayor habilidad adquiramos en las dos primeras fases, menor esfuerzo deberemos realizar. El mejor seductor es el que menos habla. Las muje­res adoran hablar. Nosotros usaremos esto en beneficio propio.

El error más común entre los hombres es buscar una conexión per­sonal con una mujer sin que ésta se haya mostrado interesada en tenerla. Ahora bien, si deja ver su interés, espera que queramos saber algo de ella. Si no lo hacemos, pensará que sólo nos atrae su físico.

En esta fase es cuando comenzamos a validarla y mostrar un interés directo por conocerla. Si lo hacemos correctamente, podremos estar a solas en la etapa de Confort.

 El Confort

Debemos considerar esta etapa como la ocasión de conversar con la mujer más profundamente, con una mayor conexión íntima. Hay que tener en cuenta que, por lo general, cada etapa de Confort se desarrolla en un lugar diferente. El beso puede ocurrir en cualquier fase, desde que ella nos dio los tres IDIs hasta el final del Confort. Existen numerosas técnicas que evitan que fra­casemos en esa instancia y elevan la temperatura hasta el punto de que es ella quien pide que la besemos.

 C1: Aunque el beso puede darse frente a sus amigos o amigas, gene­ralmente las mujeres prefieren besar a un hombre en una situación íntima, a solas, sin ser vistas por su grupo. Por eso, una vez que la mujer mostró interés por nosotros, es hora de tener un momento a solas para conocernos mejor. Puede que no nos vayamos con ella esa noche; tal vez consigamos su número de teléfono y pensemos en verla otro día. Sea como fuere, ¿acaso querrá vernos otro día si nunca tuvimos un momento de cierta intimidad? Ella necesita sentirse lo suficientemente cómoda a solas con nosotros como para estar segura de querer volver a vernos. Esto es lo que llamamos aislamiento: tener un momento los dos, alejados de su grupo de pertenencia. Muchas veces, nos vendrá bien la ayuda de un amigo (al que llamaremos Ala) para entretener a quienes la acompañan, mientras nos aislamos.

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C2: Si C1 está ubicado dentro de la locación donde la conocimos pero algo alejado de los grupos de amigos de ambos, C2 será un sitio in­termedio entre el ámbito en el que tendremos sexo y el lugar donde nos vimos por primera vez. Estamos hablando de las famosas citas que no siempre existen, ya que es probable que conozcamos a una mujer y esa misma noche terminemos en la cama con ella. Pero, como

dijimos, es menester prepararse para atravesar todas las situaciones posibles. Muchas mujeres tienen como regla no tener sexo con un hombre en la primera noche, ¡aunque siempre podrán hacer una ex­cepción con nosotros!

Hay mucho que aprender para diagramar un buen plan de citas, fuera de la clásica cena bajo la luz de las velas. Lo ideal es uno que incluya varios lugares interesantes sin resultar eterno, y que su itine­rario surja en el devenir del encuentro.

C3: En esta fase ya estamos cerca del lugar en donde pretendemos tener sexo. Así como no es conveniente haber conversado con ella sólo frente a sus amigas y luego directamente invitarla a salir por teléfono (porque aún no se sintió lo suficientemente cómoda con nosotros), tampoco es eficaz tratar de llevarla de la cita a la cama sin escalas: sería un salto abrupto que podría hacerla sentir incómoda. Un ámbito recomendable, en esta fase, es un sillón de nuestra casa o de la de ella o quizás el automóvil, si es que pensamos ir a un hotel.

Lo importante es que sólo a partir de esta instancia podemos empe­zar la escalada de juegos eróticos previos al sexo. Si hiciéramos esto en el aislamiento (C1) o en una cita (C2), estaríamos comportándonos inadecuadamente y aniquilando nuestras posibilidades de terminar en la cama con ella. Las mujeres odian a los hombres desesperados.

Pero en C3 podemos empezar a escalar sexualmente para que el paso a la cama sea gradual. Dar unos masajes o sentarla en nuestras pier­nas para ver un video suelen ser buenas opciones. Todo a su debido tiempo.

La Seducción

Ésta es la etapa sexual. Una mujer que disfrutó sexualmente con un hombre es muy probable que quiera vernlo nuevamente. Así que procuraremos que resulte una experiencia realmente placentera si queremos estar otra vez con ella.

Debemos tener en cuenta que todas las mujeres sienten cierta ansiedad en el momento previo a tener sexo con un hombre. Esto tiene un origen biológico: durante millones de años, el sexo estuvo ligado a la reproducción. El embarazo, para una mujer, significa abocarse casi exclusivamente al cuidado de su cría durante por lo menos dos años. En cambio, los hombres, a pesar de las normas culturales, podemos concluir el acto sexual e irnos sin ningún tipo de carga.

S1 es el comienzo del juego sexual y S2 será ese momento –que puede existir o no– en el que ella quiera desacelerar la subida de temperatura. Puede que suceda incluso estando ambos ya desnudos, en la cama porque, aun así, ella no se siente segura de tener sexo con nosotros. Muchos hombres hemos pasado por esa situación. Aprenderemos en qué consiste ese sentimiento femenino y, sobre todo, qué hacer para que en ese momento ella sienta más ganas de tener sexo con nosotros que de cualquier otra cosa.

S3: Es el momento sexual propiamente dicho, en el que la experiencia es nuestra mejor amiga. En esta fase final del juego, la conexión y la confianza que construimos desde el comienzo de la interacción nos permitirán explorar una relación más libre de prejuicios y limitacio­nes. Lo más importante es recordar siempre que estamos yendo a la cama con una persona de otro sexo, que siente y vive la experiencia a su manera.

 

* Fragmento del libro “El Juego de la Seducción. Todo lo que un hombre debe saber sobre las mujeres”. Adaptado para INFOBAE.COM con autorización de la editorial DibuksLos primeros capítulos pueden descargarse gratis en la web de la editorial.

+ Información sobre el libro.

Seducción: la forma más efectiva de iniciar una conversación

Iniciar una conversación fluida con una mujer que no nos conoce puede ser complicado si no tenemos en cuenta determinados factores. Como ya vimos, las mujeres atractivas están socialmente más demandadas que los hombres. Por ende, su valor social es más alto. Es una realidad con la que debemos lidiar: ellas reciben constantemente propuestas sexuales, nosotros no. Si tenemos esto en cuenta, basaremos nuestras técnicas de seducción en anticipar el pensamiento femenino; buscaremos ponernos en su lugar y estar siempre un paso adelante. ¿Qué es lo primero que piensa una mujer cuando se le acerca un hombre que no conoce para hablarle? Lo resumiremos en tres preguntas que circulan por su cabeza cuando esto sucede: “¿Otro más? ¿Qué quiere? ¿Cuánto tiempo va a estar aquí?”

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 Si somos “uno más”, automáticamente nos descartará. Si demostramos interés sexual en las primeras frases de la interacción, también quedaremos rápidamente fuera del juego. Si damos a entender que pretendemos quedarnos mucho tiempo, sin duda se preguntará “¿Cómo me lo saco de encima?”.

Sin embargo, con algunos recursos bien utilizados es muy fácil lograr que, en escasos segundos, sean ellas quienes deseen nuestra compañía.

No podemos ni queremos ser “uno más”, así que debemos buscar la forma de aproximarnos y resaltar rápidamente. No es difícil, porque la mayor parte de los hombres dice casi siempre lo mismo. Quizás cambien las palabras, pero en esencia siempre comunican “soy uno más y ¡quiero algo con vos!”.

Éstas son algunas de las frases más típicas que se utilizan para transmitir ese mensaje estéril:

–¿Cómo te llamás?

–¿Nos conocemos?

–¿Estás sola?

–¿Tenés novio?

–¿Vamos a tomar algo?

–¡Me enamoré!

–Sos hermosa, qué lindos ojos tenés.

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 Son frases hechas que las mujeres escuchan una y otra vez en una noche cualquiera. Más allá de las variantes formales, en la cabeza de ellas se traducen todas con un simple: “Me calentás, ¿querés tener sexo conmigo?”. Dado que reciben decenas de aperturas de este tipo por noche, en el 99% de los casos no les importará quién las emita: el rechazo será la respuesta automática, casi como un acto reflejo. Si nos acercamos con un “¿Estás sola?” o, peor, con un nefasto “¡Qué lindos ojos tenés!”, sin duda seremos uno más entre el montón de hombres necesitados de sexo. Y una mujer no puede decir que sí a todos los que quieren algo con ella. Entonces, a los que se acerquen con el mismo cuento de siempre, los descartará de inmediato. Pero bastará con que llegue uno con algo diferente, para que obtenga de inmediato una oportunidad.

Volvamos a la cabeza de la mujer. Si bien casi todas ellas reciben propuestas sexuales constantemente, la gran mayoría se queja de que los hombres interesantes escasean. Si no comprendemos esto, no entenderemos en absoluto a las mujeres; debemos recordarlo siempre al comienzo de una interacción. Para que una mujer (o un grupo de mujeres) acepte interactuar con nosotros y logremos evitar el rechazo inicial, tendremos que desactivar sus reflejos. No es tan difícil. Sólo debemos emitir las señales correctas en los primeros segundos de interacción, de modo tal que ellas sientan: a) que nuestro tiempo es muy valioso y nos quedaremos allí sólo en la medida en que ellas ganen nuestra atención, b) que no tenemos un interés sexual inmediato y c) que, por el contrario, hay una razón diferente y genuina que nos lleva a aproximamos.

Existen dos técnicas muy importantes que logran generar ese efecto en la mente femenina. Las aprenderemos con ejemplos clásicos pero, con el tiempo, cada uno deberá adecuarlas a su forma de ser.

La Falsa Limitación Temporal (FLT)

Para lograr nuestro primer objetivo, utilizaremos una técnica que fue sistematizada por primera vez en Venusian Arts1, el libro escrito por Mystery . En su forma más básica, la FLT puede reducirse a una sola frase: “Chicas, tengo un minuto…”. Con el tiempo, aprenderemos a comunicar esto físicamente, pero es bueno que practiquemos primero su forma verbal.

El objetivo de la FLT es desactivar el escudo de protección de las mujeres; que ellas estén dispuestas a iniciar una interacción. Si nos aproximamos diciendo: “Chicas, tengo dos horas para abordar un tema, ¿me ayudan?”, seremos descartados de inmediato. Nadie inicia una interacción con esa frase, pero casi todos generan una respuesta de rechazo cuando pronuncian cualquiera de las frases hechas que antes mencionamos (“¿Cómo te llamás?”, “¿Nos conocemos?”, etcétera). Quien lo hace, se muestra dispuesto a permanecer en ese lugar hasta lograr su objetivo sin importarle cuánto tiempo le demande y lo más probable es que, justamente por eso, sea descartado de inmediato.

La FLT comunica todo lo contrario: “Estoy de paso, en realidad me tengo que ir pero esto que estamos hablando me parece interesante”. Eso predispone mejor al grupo para escucharnos. Y al observar que las mujeres responden satisfactoriamente a nuestra frase inicial, sabremos que ya no somos “uno más” para ellas.

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El opener

Con la FLT, comunicamos que nuestro tiempo también es valioso y que sólo estaremos con ellas siempre y cuando logren atraer nuestra atención. Ahora, debemos transmitirles los puntos b y c. Y eso haremos con el opener o abridor.

Ya hemos mencionado que en cualquier opener es fundamental no demostrar un interés sexual inmediato. Al iniciar una interacción, debemos salir del conjunto de los “desesperados por el sexo” y comenzar a revelarnos más bien como uno de esos hombres interesantes que escasean. Las preguntas situacionales, como “¿Dónde queda el baño?” o “¿Tienen fuego?” quizá habiliten un diálogo mínimo pero, en definitiva, no impedirán que sigamos siendo un “don nadie” para ellas. Para iniciar exitosamente una interacción, buscaremos openers que, unidos a la FLT, constituyan temas de conversación interesantes y que, a la vez, nos permitan mostrarnos tal cual somos y dar a conocer esas particularidades que nos hacen únicos y muestran nuestro VSR.

Existen decenas de openers “enlatados”, es decir, líneas de diálogo que se han probado como efectivas para iniciar una interacción con desconocidas. Aquí van algunas:

–Necesito una opinión femenina: ¿quién miente más, el hombre o la mujer?

–Ayúdenme con esto: ¿cómo le digo que no a una mujer sin lastimarla?

–¿Qué le regalarían a una mujer de XX años?

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¿Por que estas técnicas resultan tan efectivas para empezar una conversación?

Como vimos en los cuatro openers que usamos como ejemplo, los temas que plantean justifican el hecho de que nos aproximemos a hablar con una o varias mujeres. Son tópicos para cuyo abordaje requerimos una visión del sexo femenino. Este tipo de opener se clasifica como “Abridor de opinión femenina”.

Ahora bien, hasta aquí logramos captar la atención del grupo: empezamos con una FLT seguida de un opener que despertó el interés de las mujeres. Nos hemos anticipado a ellas y pasado con éxito la primera etapa, cumpliendo las tres reglas fundamentales para comenzar una interacción:

1. No demostrar un interés sexual inmediato.

2. Exponer una razón genuina por la que nos aproximamos.

3. Transmitir la idea de que nuestro tiempo es valioso.

 

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. Fragmento del libro “El Juego de la Seducción. Todo lo que un hombre debe saber sobre las mujeres”. Adaptado para INFOBAE.COM con autorización de la editorial DibuksLos primeros capítulos pueden descargarse gratis en la web de la editorial.

+ Información sobre el libro.

 

El lenguaje corporal: claves para mejorar en la seducción

Los estudios demuestran que aproximadamente el 80% de la comunicación entre humanos es no verbal: no se trata de qué decimos, sino cómo lo hacemos. Nuestro lenguaje corporal, nuestra expresión facial y nuestra mirada serán los tres elementos fundamentales de lo que los científicos que estudian la seducción llaman delivery.

Tener el control de nuestro delivery siempre nos permitirá transmitir correctamente lo que deseamos e interpretar a la perfección lo que sienten los demás de forma instantánea. También podemos usar estos conocimientos para expresar con nuestro cuerpo las emociones que queramos en cada momento.

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Transmitir correctamente lo que deseamos

Muchas veces decimos algo y no encontramos la reacción que esperábamos del otro lado. Un simple “¿Sabés qué? A partir de este momento, no te soporto” puede ser una incitación a la pelea, si lo decimos seriamente, o resultar muy gracioso y divertido, si lo expresamos con una sonrisa. También es posible, por ejemplo, que queramos demostrar desinterés por una mujer pero que nuestro lenguaje corporal esté expresando lo opuesto. O, por el contrario, que deseemos mostrar interés en alguien y enviemos señales confusas con un lenguaje físico cerrado.

Interpretar lo que siente otra persona

Puede que una mujer no nos haya dicho nada, pero haya adoptado un lenguaje corporal positivo en relación con nosotros. Muchos indicadores de interés (IDIs) de las mujeres son no verbales: quien no los nota, desperdicia buenas oportunidades.

También podemos actuar sobre el delivery de ella a nuestro favor. Por ejemplo: es casi imposible besar por primera vez a una mujer que está de brazos cruzados. Pero es posible que los haya cruzado inconscientemente porque tiene frío o por comodidad, aunque tenga ganas de besarnos. ¿Qué podemos hacer, entonces? Pedirle que nos sostenga algo es una buena manera de relajarle los brazos antes de besarla.

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Cargar nuestro cuerpo y mente de las emociones correctas

En su libro How to make anyone fall in love with you1, Leil Lowndes nos relata un experimento muy interesante: un grupo de voluntarios vio un mismo cortometraje. A algunos se les pidió que sostuvieran un lápiz entre los dientes mientras lo hacían; de esa manera vieron el film con una sonrisa forzada. A la otra mitad del público se le hizo ver el mismo cortometraje sosteniendo un lápiz entre el labio y la nariz, con lo cual la expresión de sus rostros fue forzadamente seria. El resultado fue que quienes vieron el cortometraje sonriendo lo encontraron significativamente más divertido que quienes permanecieron serios. Este experimento es un ejemplo de cómo la mente recibe emocionalmente las señales que el cuerpo le envía. Si sonreímos, la pasaremos mejor que si estamos serios. Si llegamos a una fiesta después de haber permanecido serios todo el día, lo más probable es que veamos todo desde una óptica menos alegre. A veces, es necesario que nos forcemos a reír: nuestra mente toma nota de eso y libera endorfinas, que nos hacen sentirnos mejor.

 

Los tres elementos del delivery

La expresión facial:

No hay razón para no pasarla bien si estamos en una situación social. La sonrisa lo es todo en el lenguaje gestual. Por otra parte, si queremos ser parte de un grupo y que éste desee lo mismo respecto de nosotros, debemos aportar emociones positivas. Si sus integrantes se están divirtiendo y nosotros llegamos con una expresión seria, lo más probable es que quieran expulsarnos elegantemente, porque les estaremos bajando la energía. La regla general es sonreír e integrarse a los grupos, siempre con un nivel de energía levemente más alto que el de ellos. Si el grupo está sentado hablando tranquilamente, no podemos entrar saltando y bailando porque chocaríamos con su estado anímico. En ese caso, bastará con una leve sonrisa y un hablar pausado. Si ellos están riendo, sacándose fotos o bailando, podremos interactuar más enérgicamente. En cualquier situación, siempre recibiremos mejor atención si sonreímos y nuestro rostro transmite alegría.

La mirada:

La mayor parte de los hombres intenta hacer contacto visual con las mujeres lindas y, cuando ellas le devuelven la mirada, dirigen la suya hacia otro lado. Aunque esto funcione en las películas, en la vida real lo mejor es hacer todo lo contrario. Procurar permanentemente establecer contacto visual transmite la impresión de que estamos aburridos y buscamos algo mejor para hacer. Si estamos con amigos, ¿por qué procuramos encontrar otra mirada en lugar de fijarla en ellos?

 La regla es que primero tenemos que pasarla bien nosotros y luego podremos proporcionarles buenos momentos a otros.

Si estamos disfrutando de un momento con alguien, miraremos a esa persona a los ojos. Si no la miramos, es porque no nos importa lo que dice. Y si nos dedicamos a mirar a otras personas, es que lo que estamos haciendo en ese momento no nos divierte. Y nadie quiere hablar con alguien aburrido. No busquemos intencionadamente contacto visual con mujeres aún desconocidas: disfrutemos de la actividad presente. Cuando estemos con amigos, debemos hablar frente a frente con ellos. Así lo hacen las mujeres: si charlan con una amiga, la están mirando a ella. Y, cuando queramos, podemos hablar con un grupo nuevo, pero sin haber estado observándolo previamente durante algunos minutos.

Por supuesto, cuando iniciemos interacción con una persona o un grupo debemos buscar contacto visual. Si hablamos con un conjunto de personas, debemos mirarlas a todas alternativamente. Si no, alguien puede sentirse excluido, por lo que es probable que intente expulsarnos o que el grupo se retire. O, en el mejor de los casos, la interacción decaerá porque no todos se sienten a gusto. Por eso, al acercarnos a un grupo debemos tratar de integrar a todos con la mirada desde el primer momento; es una señal de respeto y atención.

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El lenguaje corporal:

El elemento principal a considerar es si el lenguaje corporal es abierto o cerrado a la interacción. Todos los cruces, sean de brazos o de piernas, suelen transmitir un lenguaje corporal cerrado. Esto es instintivo y representa un símbolo de defensa: cuando nos cruzamos de brazos, inconscientemente intentamos proteger nuestros órganos vitales (corazón, pulmones, etc.); cuando cruzamos las piernas, procuramos resguardar nuestro órgano de reproducción. Por lo tanto, es necesario evitar cruzar las extremidades si participamos de una interacción que nos resulta agradable, ya que a veces lo hacemos sin darnos cuenta, por reflejo o por cansancio, y transmitimos una señal confusa a los demás.

Llevarse las manos a los bolsillos tampoco es una buena opción, pues da la impresión de que ocultamos algo. En todo caso, debemos dejar los pulgares afuera o bien colgados de ellos, con el resto de los dedos a la vista.

Por otra parte, si bebemos algo es importante cuidar de no sostener el vaso a la altura del pecho o cerca de la boca, como suele hacer la mayor parte de la gente. De ese modo, mostramos más interés por la bebida que por la persona que tenemos frente a nosotros. Simplemente, sostendremos el trago junto a la cadera y lo llevaremos a la boca sólo cuando deseemos beber, regresándolo de inmediato al lugar apropiado.

¿Cómo pararnos? Si descansamos el peso del cuerpo sobre una pierna, estamos transmitiendo sensación de cansancio. Es común que alternemos el peso entre una y otra pierna si estamos agotados, pero la fatiga no resulta atractiva. Lo mejor es pararse con el peso repartido en ambas piernas y mantenerlas separadas a la distancia del ancho de hombros. Lo mismo debemos hacer al caminar.

La espalda recta transmite seguridad. Hay que procurar no encorvarse porque, además, de ese modo perdemos varios centímetros de estatura. Y la altura es atractiva: desde niños la asociamos con la autoridad y la seguridad. Arriba está quien nos protege. No conviene desaprovechar ni un centímetro de talla.

El mejor ejercicio para practicar cómo caminar erguidos consiste en apoyar primero los talones contra una pared, luego los glúteos, después los hombros y, por último, la cabeza. Y entonces salir caminando así, sin cambiar de posición. Puede parecer exagerado, pero de ese modo estaremos avanzando erguidos, proyectando estatura. Una vez más: la altura es atractiva, así que más allá de cuánto midamos, no dejemos que nuestro lenguaje corporal nos encoja. En resumen, ¡pararse derecho, levantar el mentón, sonreír y mirar a la gente a los ojos mientras les hablamos!

El lenguaje corporal en la aproximación

Es muy importante tener en cuenta cómo debe ser nuestro lenguaje corporal en el momento de la aproximación. Ya hemos visto todo lo relacionado con la mirada, la expresión facial (sonrisa) y los movimientos del cuerpo cuando estamos con nuestros amigos.

En cuanto al lenguaje corporal en la aproximación, es preciso considerar lo siguiente: la dirección de nuestro interés siempre estará señalada por la orientación de nuestro pecho. Por eso, cuando describimos la forma de pararnos al charlar con un amigo, afirmamos que debemos hacerlo frente a frente, con nuestro pecho en dirección al suyo para que resulte evidente que estamos interesados en esa conversación.

Ahora bien, cuando iniciamos una interacción con un grupo de desconocidos, debemos calibrar nuestro interés. Si expresamos demasiado, puede ser que nuestros interlocutores se sientan invadidos. Si una mujer está sola y nos aproximamos a ella de frente e intentamos iniciar la conversación de ese modo, posiblemente sienta que invadimos muy rápidamente su burbuja personal. Lo mismo ocurre si entramos frontalmente en un grupo.

El mejor lenguaje corporal para iniciar una interacción con desconocidos comprende estos pasos: no caminar directamente hacia ellos; hacerlo como si fuésemos a pasar por un costado y, al llegar a su lado, iniciar la interacción girando la cabeza por encima de nuestro hombro mientras el pecho mantiene la dirección que tenía. Para comenzar el diálogo, sólo hay que girar la cabeza. De esta manera, no se invade el espacio del otro o del grupo y todos se sienten más cómodos al inicio de la interacción. Este lenguaje corporal debe mantenerse sólo durante unos segundos. La mejor forma de saber cómo cambiarlo es observar el lenguaje corporal del grupo o la persona y actuar en espejo. Si ellos giran y apuntan su torso hacia nosotros, haremos lo mismo. Si la charla no se interrumpe, esto no demorará más que unos segundos. Recomendamos colocarse frente a un espejo y ensayar todas estas indicaciones: pararse erguido, sonreír e, incluso, practicar la secuencia, girando la cabeza por encima del hombro para iniciar una interacción.

Recordemos una vez más que el lenguaje no verbal representa el 80% de nuestra comunicación. Un buen dominio del lenguaje corporal será siempre mucho más efectivo que cualquier expresión enunciada, aunque se trate de la frase más ingeniosa que se nos pueda ocurrir.

1. Lowndes, Leil (1996), How to make anyone fall in love with you, Chicago, Contemporary Books.

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. Fragmento del libro “El Juego de la Seducción. Todo lo que un hombre debe saber sobre las mujeres”. Adaptado para INFOBAE.COM con autorización de la editorial Dibuks. Los primeros capítulos pueden descargarse gratis en la web de la editorial.

Seducción: cómo mantener una conversación divertida

No hay dudas de que el humor es uno de los componentes que más contribuye a generar una situación de acercamiento y atracción sexual. En una situación de levante, ya sea en un bar o en una fiesta, es difícil imaginar que una conversación aburrida y monocromática termine en la cama.

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Sin embargo, es importante entender que una cosa es ser divertido, y otra muy diferente, hacer “el payaso”. Los “payasos” suelen captar la atención de las mujeres pero solo por un tiempo limitado y rara vez alcanzan el objetivo de irse acompañados.

En su libro “Seductor Infalible”, Germán Muhlenberg analiza algunas estrategias para mantener la conversación fuera del pantano del aburrimiento y avanzar en la seducción con onda:

Malinterpretar lo que las mujeres digan. Por ejemplo, cuando ella dice “hagámoslo” (en cualquier contexto), le decimos: “creo que estás yendo demasiado rápido”.

Buscar insinuaciones sexuales. Si ella dice que tiene frío: “hey, no te voy a abrazar”. Si dice que tiene calor, “¡Es que estás muy cerca de mí!”. Si ella dice: ¿cuantos tenés?, “¿Estamos hablando de centímetros?”

Exagerar lo que dice o hace. “Esa cartera es enorme, ¿llevas un arma?”. O si ella tiene un trago de color verde: “ese trago parece radiactivo”. Si ella dice hoy tengo el pelo horrible, “bueno yo no quería decírtelo antes” (ojo de exagerar con cuestiones corporales o con la edad; si dice que está gorda, mejor no decirle que parece una ballena).

Conectar situaciones de manera divertida con elementos de la cultura popular. Ya sean programas de tv, películas, libros, etc.

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Otra buena manera para burlarse es encadenar una crítica dura (jugando) con un elogio sincero. Por ejemplo, “esos zapatos amarillos te hacen lucir como la payasita más atractiva del mundo” o, si la ves indecisa por algo, le decís: “tanta indecisión te va a traer problemas en la vida, siempre me pareciste muy inteligente”. Es una combinación de amargo-dulce. Puede generar un buen impacto y no siempre es necesario que haya una relación entre la crítica y el elogio.

También utilizar el sarcasmo es bastante polarizante, y por ese mismo motivo puede ser chocante. Es humor irónico, no es hiriente en forma directa, sino subliminal, sin embargo pueden haber momentos en que sea de mal gusto. El sarcasmo es el más difícil de comunicar por mensaje de texto. Es conveniente tener cuidado con eso.

Es importante no ser excesivos, no estar intentando mantener la interacción, sino que sea algo que les resulte más o menos natural. En el humor, siempre funciona bien mantener una postura seria cuando hacemos un chiste y no reírnos tanto, sólo lo justo y necesario. Hacer chistes con el rostro serio genera un mayor impacto. También ayuda mucho leer libros o mirar videos de humoristas, y prestar atención a los puntos recién mencionados para crear humor. No está mal buscar chistes o frases, pero no es lo más importante.

Muchas veces puede que ellas se muestren enojadas. Es ahí cuando debemos aprender a diferenciar si lo hacen porque se sintieron ofendidas o porque intentan llamar nuestra atención. Otras pueden sonreír y haberse ofendido. No todas las bromas caen bien con cualquier chica o en cualquier situación. Por lo general si sobreactúan el enojo es porque vamos bien. Pero si ella realmente se molesta, quizás sea porque fuimos demasiado indiscretos. En ese caso, lo mejor es pedir disculpas y ya está.

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* Del libro Seductor Infalible: guía para desarrollar una personalidad atractiva, del escritor Germán Muhlenberg.  Los primeros capítulos pueden descargarse gratis en la web de la editorial.

Argentinos dan clases de seducción en España

Cuando en 2009 fundaron en Buenos Aires su academia LevantArt, difícilmente se hayan imaginado que sus servicios serían requeridos en el viejo continente. Cinco años después, Martín Rieznik y Mike Tabaschek se preparan para un ciclo de seminarios que tendrán lugar el mes próximo en Madrid y Barcelona.

Los autores del best-seller “El Juego de la Seducción” parecen haber captado la atención de los medios españoles, como podemos ver en los artículos publicados por los ABC y El Mundo:

Desde LavantArt apuestan por el aprendizaje de la seducción tal y como se aprende cualquier otra cosa, ya sea un deporte, o una actividad como bailar. «El curso es para ahorrar tiempo: si quieres bailar mejor, puedes probar por tu cuenta pero sin duda es mejor si contratas a un experto en baile. Lo mismo ocurre con la seducción, si quieres seducir lo mejor es contratar a un experto en la materia.» afirma Mike Tabaschek.

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Su manual de seducción, que explica capítulo a capítulo cada fase del levante, se encuentra desde su publicación en el ranking de los libros más vendidos. Con el formato de una guía práctica, los autores analizan el proceso de seducción en tres etapas. Atracción, Confort y Seducción (o sexo). Martín Rieznik, coautor del libro y director de la academia, nos explica brevemente de qué se trata cada etapa:

La fase inicial de Atracción consiste en comenzar una interacción con una mujer o con un grupo de ellas, generándoles interés por conocernos. La oferta de hombres es infinita para las mujeres, por lo que es tarea del hombre en esta primer etapa demostrar que es alguien con quien vale la pena continuar la conversación. Si los primeros segundos de interacción no son agradables, ellas van a quitárselo de encima lo antes posible. Si todo va bien, sólo una vez que ellas demuestran interés, el hombre también revela el suyo y comienza a generarse una conexión.

La etapa del Confort  comienza cuando la conversación se torna menos superficial, más profunda. Ya hay interés, ahora se trata de conectar. En esta etapa generalmente nos damos el primer beso. Esta conexión íntima puede extenderse durante minutos, horas o días.

Finalmente llega la etapa de Seducción propiamente dicha, la mujer comienza a sentirse atraída sexualmente, desea al hombre. Sube la temperatura y se consuma la relación sexual.

Las tres etapas de la Seducción

La explicación tienen sentido pero…¿funciona?

Según los resultados de un estudio realizado por el psicólogo alemán Andreas M. Baranowski, los hombres que estudian técnicas de seducción, ya sea asistiendo a cursos o leyendo información sobre el tema, triplicaron su tasa de efectividad con las mujeres y el 100% de dichos hombres declararon que habían mejorado su habilidad a partir del estudio (el trabajo completo publicado en inglés puede leerse aquí).

¿Billetera mata galán?

“Los que lo dicen son hombres incapaces de seducir a una mujer, que viven de cabaret y creen que una mujer es una máquina que se le pone plata para tener sexo”, sentenció Rieznik, para quien “la realidad es que las mujeres se sienten atraídas por la personalidad, no por la billetera. Incluso los estudios demuestran que todos tendemos a estar con gente de nuestro mismo nivel social y económico, en donde la billetera deja de ser un factor y se acentúan aún más la habilidad que uno posea”.

* Los primeros capítulos del libro El Juego de la Seducción pueden descargarse gratis desde la web de la editorial.

Las personas independientes son más atractivas

¿Sentís que la gente se aprovecha de vos o saca algún beneficio? ¿Tu pareja te controla en las salidas?  ¿O acaso sos vos quien la limita? ¿Siempre culpás a los demás por lo que te ocurre?  ¿Cumplís con las demandas de las mujeres para obtener otros beneficios? ¿Peleas con frecuencia?

Quien responde afirmativamente a varias de estas preguntas, normalmente no está marcando bien sus límites personales. Los límites se relacionan con la responsabilidad que toma uno por su estado emocional y por sus acciones. Límites bien marcados demuestran una identidad fuerte, saludable y no necesitada frente a los demás.

También genera un mayor respeto entre las personas. Las relaciones con mayor éxito son aquellas en las que cada uno asume su responsabilidad emocional y no culpa al otro por todo. Por el contrario, la mayor parte de las peleas se dan por culpar al otro de los problemas emocionales de uno mismo. Si cada uno asume la responsabilidad emocional, se convierte en una relación saludable y equilibrada. Los límites crean salud emocional y una alta autoestima. A su vez, salud emocional y autoestima nos sirven para construir límites personales. Es un círculo virtuoso. Una persona con límites fuertes entiende que puede afectar los sentimientos de otra persona, pero no determinar cómo esa persona se siente.

Hay dos tipos de personas con límites débiles: quienes permiten que los demás afecten demasiado sus emociones y quienes se hacen demasiado responsables de las emociones ajenas. Generalmente estos casos suelen complementarse muy bien ya que, o bien alguien asume la responsabilidad de las emociones o acciones del otro, o bien exige que otro asuma la responsabilidad de sus acciones.

Por ejemplo:

Hacer tareas que no te corresponden en el trabajo / No poder hacer tu trabajo sin la ayuda de otra persona.
Culpar a los demás porque las cosas no te salen bien / Que los demás te culpen por no poder hacer bien las cosas.

Las personas que carecen de límites generalmente cuentan con un alto nivel de necesidad emocional o codependencia, una demanda constante de amor y afecto. Este tipo de personas tienden a sacrificar su identidad y límites por la demanda de amor, lo cual se traduce en una persona poco atractiva. Hay quienes toman la responsabilidad de las emociones ajenas e intentan “solucionar” los problemas de sus parejas para así recibir el amor y afecto. Al mismo tiempo, hay quienes culpan a los demás por cómo se sienten y se “victimizan”; buscan el amor y el afecto en aquel que viene “en su rescate”.

Y aunque estos dos tipos de personas parecieran ser “el uno para el otro”, en la práctica lo único que consiguen es agravar sus problemas y empeorar la falta de límites del otro. Esto se transforma en un círculo vicioso de generar y arreglar problemas que no son reales sino que se forman por una búsqueda de amor propio. Ambas partes actúan de manera egoísta para recibir amor.

La correcta solución sería: por un lado la “víctima”, si realmente quiere al “protector”, debería decirle: “este es un problema que me corresponde y no es bueno que lo soluciones por mi”; si el “protector” quiere a la “víctima”, debería decirle: “creo que estás culpando a los demás por tus problemas y deberías solucionarlo”.

Por ejemplo, si tu novia te exige que borres a tus ex del Facebook, decirle: “Yo no estoy haciendo nada para que tengas celos y eliminar a mis ex no va a solucionar el problema. Vos sos responsable de sentirte celosa”. Si un amigo te culpa por no salir a fiestas, ya que vos no estás saliendo, decirle: “yo no soy responsable de que vos salgas o no. Hay veces que yo no puedo salir pero eso no te impide a vos hacerlo cuando quieras.” Si tu madre te culpa por sentirse sola; decirle: “yo te cuido y voy a estar siempre que lo necesites pero no puedo cambiar el hecho de que te sientas sola.”

Ahora bien, ¿esto determina que no se pueden hacer sacrificios por los demás o por quienes queremos?

No,  pero la diferencia está en si lo hacemos porque realmente queremos complacer al otro o porque tenemos miedo de las consecuencias. El verdadero interés es válido si lo hacemos sin expectativas. Una relación sana no se apoya en controlar las emociones de los otros, sino en compartir con los demás nuestro crecimiento y auto-realización.

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* Fragmento del libro especialmente adaptado para INFOBAE.COM con autorización de la editorial DIBUKS. Los primeros capítulos del libro pueden descargarse gratis desde la web de la editorial. (click aquí)

 

Cuando las opiniones de los demás no importan

* Por Germán Muhelnberg, autor de “Seductor Infalible: guía para desarrollar una personalidad atractiva

La mayoría de la gente tiende a tomarse las cosas personales y es de ahí donde nace la reactividad y sin embargo, ¿qué significa tomarse algo personal? Es una manera de valorar como algo real todo lo que los demás nos dicen o hacen.

Si nos insultan o agreden solemos tomarlo como algo personal. Las razones que esas personas tengan para hacerlo sí pueden ser personales, pero no para nosotros. Así también cuando nos insultan, nosotros podemos decidir si lo tomamos como algo personal. Cada persona vive en su propia burbuja, en su propia película, donde cada uno es su propio protagonista y los demás son sólo actores secundarios. Cada uno vive desde su propia perspectiva, cada uno adjudica o encarna valores según los propios. Como mencionamos anteriormente, cada uno usa su propia métrica para sí mismo y la proyecta en los demás. Si te lo tomás como algo personal, es porque en cierta forma estás de acuerdo con lo que te están diciendo. Es decir, estás aplicando la métrica del otro.

Muchas veces, ni siquiera las razones por las cuales una persona reacciona o hace algo tienen que ver con nosotros. Si viene un amigo a visitarnos, tal vez no sea porque somos muy importantes, sino porque quizás lo hacemos sentir importante a él, quizás se siente bien con nosotros, o se siente comprendido, pero siempre van a ser rasgos que completan su propio ser. De hecho si ese amigo decide venir a visitarnos para hacernos sentir bien, lo va a hacer por sus propios valores también. De esa manera se siente un buen amigo, o una mejor persona consigo mismo. Pero no lo juzguemos, cualquiera de nosotros hace lo mismo.

Si una persona nos dice “estás gordo”, es porque esa persona se juzgaría a sí misma gorda si estuviera en nuestro estado; pero esa es la métrica que tiene esa persona para determinar la gordura. Si uno lo toma como algo personal, realmente va a pensar que está gordo. Y en lugar de gordo, puede ser cualquier otro adjetivo: torpe, tonto, inútil, hermoso, generoso, amable o el calificativo que se nos ocurra. No tiene sentido prestarle atención a todo lo que nos dicen los demás.

Tampoco los elogios son tan personales, es sólo una valoración desde la perspectiva del otro. Para un criminal, uno puede ser una persona muy buena. Sin embargo, ¿eso nos hace una persona muy buena? Es mejor encontrar la valoración desde nuestra propia perspectiva, ¿qué pensamos que nos hace buenos, atractivos, felices?

Recuerdo que una noche conocí una chica que me fascinó. Pasé una noche increíble con ella y creo que ella sintió lo mismo conmigo. Creo no era una súper modelo profesional simplemente porque había decidido seguir otra carrera que ya ni recuerdo. No sólo tenía dibujada una sonrisa en mi rostro sino también en mi cuello. Pero la historia no tuvo un final muy feliz. Al día siguiente, le mandé una solicitud en el facebook y un mensaje diciéndole que me había gustado conocerla. Horas más tarde, sin aceptar la solicitud de amistad, respondió algo así como “ayer tomé algo de más”. Creo que lo que la mayoría decodificaría de esta respuesta es: “no estaba interesada realmente en vos pero el alcohol me llevó a hacer cosas que no quería”.

Pensé que era una forma de justificación al sentir remordimiento por hacer un gran avance prematuro, y de todas formas no me tomé como algo personal su respuesta. Por más que lo hubiese tomado como un “no estoy interesada”, hubiese estado bien. Es su perspectiva, su manera de verlo. Esa manera es completamente independiente a la mía y sigo pensando que la pasamos muy bien.

Lo mismo ocurre con cualquier tipo de rechazo: vienen bajo los estándares de la otra persona. Muchas personas toman el “no” de otro como si tuviera un significado real para sí mismos.

Muchas veces me encuentro en situaciones en las que me dicen que nunca me enojo. Una vez un amigo le preguntó a mi madre si alguna vez yo me había enojado y ella respondió: “Alguna vez, de chiquito…” Lo cuento solo como una anécdota divertida, ya que en realidad sí me enojo y, por supuesto, me encuentro en situaciones que me afectan o en las que busco validación de los demás. Y todo esto es humano, es natural, y a todos nos pasa. Enojarse, así como estar triste, querer vengarse, sentir envidia, etc. Como dije antes, son todas emociones que se toman como malas, sin embargo no lo son en sí mismas. Simplemente nos informan sobre síntomas. Ignorar los síntomas sí que hace daño, es tóxico para el cuerpo, ya que nos genera malestar y significa que algo continúa sin estar resuelto.

A veces me gusta visualizarme como un monje shaolin o un diplomático. Alguien que sabe mediar con sus propias emociones. Me gusta tener esos personajes como visión. En las empresas más importantes del mundo buscan una proyección a su ideal de ser y la llaman “visión”. Es una manera de señalar la montaña que queremos escalar. El propósito de la visión es guiar al individuo para alcanzar el estado deseable en el futuro a largo plazo. La imagen del monje shaolin o la del diplomático forman parte de mi visión.

Entonces, ¿nada de lo que digan o hagan los demás debería influir sobre mí? Pues en realidad no, no debería influir. Y aunque es casi imposible, sí podemos crear umbrales, una tolerancia, una resistencia para que sea casi nulo el efecto del exterior. ¿Esto significa entonces que no tenemos ninguna responsabilidad sobre como afectamos a los demás?

En realidad sí, las palabras que decimos tienen un poder y una influencia sobre el resto, pueden generar un estado. Si lastimamos a alguien o lo hacemos sentir bien, tenemos parte de la responsabilidad. Sin embargo, parte de la responsabilidad es también de la otra persona. En cuánto deja afectarse por lo que decimos. Tomarnos las cosas personales es llevar un cartel que dice “permito que me lastimen”. Piensen en algo que les dicen y no les genera ningún efecto, por ejemplo si están leyendo en un lugar público y un desconocido les pregunta la hora, ustedes responden y siguen con su asunto. Al cabo de un rato ni se acuerdan que les preguntaron la hora. ¿Por qué esa situación no la tomamos como algo personal? Porque no vimos afectada nuestra persona o integridad en el asunto. Sin embargo, alguien podría llegar a tomarse personal que le pregunten la hora, y contestar  “¿Acaso me vio cara de sirviente que me pregunta la hora a mí?”. Probablemente, aquel que preguntó la hora no tenía ninguna intención de molestarlo, pero quien recibió la pregunta manifestó su propia inseguridad. Ahora, si nos insultan o elogian ¿por qué debería afectar nuestra integridad? ¿por qué debería ser tan importante lo que piensa otro sobre nosotros, incluso más importante de lo que pensamos nosotros?

Si alguien nos dice que somos increíbles, tampoco lo tomemos tan personal, pues ya tendríamos que saber que lo somos por nuestras propias validaciones y valores. Y si no lo creemos así, debemos hacer las cosas para que suceda y preguntarnos: ¿Qué nos hace pensar que una persona es increíble o maravillosa?

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* Fragmento del libro especialmente adaptado para INFOBAE.COM con autorización de la editorial DIBUKS. Los primeros capítulos del libro pueden descargarse gratis desde la web de la editorial. (click aquí)

 

Seducción: las tres características de una personalidad atractiva

Para entender como miden las mujeres el atractivo de un hombre, debemos tener en cuenta que el homo sapiens sapiens lleva en la Tierra aproximadamente 200.000 años; al menos durante 190.000 de ellos (un 95% del tiempo), éste ha vivido en pequeñas tribus. Esto quiere decir que, a lo largo de miles de años, nuestro cerebro se ha ido amoldando a la convivencia y la reproducción en pequeños grupos. Seguimos teniendo las mismas funciones cerebrales que poseían nuestros antepasados, habitantes de pequeñas comunidades. Sabemos que, aunque los cambios sociales y tecnológicos han sido vertiginosos en los últimos siglos, biológicamente el ser humano no ha cambiado prácticamente en nada.

Tratemos entonces de analizar cómo funcionaba la seducción en esas sociedades en las que se desarrolló el cerebro de nuestra especie. ¿Quién atraía más a las mujeres de una tribu? ¿Quién podía ofrecerles a ellas el mayor valor de supervivencia? Sin duda, en las sociedades primitivas esa persona era el jefe de la tribu.

¿Cuáles eran sus características principales? Era el líder, estaba en condiciones de proteger a sus seres queridos y tenía un alto grado de preselección. Estas tres características que generaban atracción en una mujer hace 200.000 años son las mismas que, nada casualmente, encienden los mecanismos de atracción de las mujeres en la actualidad y probablemente continúen haciéndolo en el futuro.

Analicemos entonces estas tres características que distinguían al líder tribal y veamos cómo podemos comunicarlas.

Liderazgo

El liderazgo es el rasgo de carácter más importante que posee alguien con alto valor de supervivencia; es el don social por excelencia.

Liderar no debe entenderse como sinónimo de poder y autoridad, sino más bien como la capacidad de conducirse en diferentes situaciones y de enfrentar eventuales desafíos.

Hay quienes creen que el liderazgo es la vocación de imponer a los demás los deseos y pareceres propios, cuando lo más importante para una mujer es que tengamos la facultad de afrontar distintas instancias y tomar decisiones más o menos complejas. Éstas son elecciones que, con frecuencia, afectarán a las personas que nos rodean.

En una situación de seducción, ante todo intentaremos liderar la interacción con la mujer. Si pedimos permiso para cada cosa que queremos hacer o decir, seremos percibidos como personas inseguras y no como líderes. “¿Te puedo contar algo?”, “¿Querés que nos veamos?” o “¿Adónde vamos?” son preguntas que muestran fragilidad en el carácter. Por el contrario, debemos tomar el control de la situación: “Escuchá esto, es increíble”, “Quiero verte” o bien “Vamos, te voy a hacer conocer tal lugar”.

Por otro lado, es importante transmitir que esa capacidad de liderazgo también está presente en nuestra vida diaria. Para eso, en las primeras fases del diálogo podremos mencionar con naturalidad algún evento de nuestra cotidianidad: una fiesta sorpresa que estemos organizando para un amigo, un viaje o un negocio nuevo o algo tan simple como haber sacado a pasear a nuestra hermana y su hijo.

Éstas son situaciones en las que lideramos positivamente y, si las relatamos con sutileza, lograremos que esa mujer sienta que sabemos lo que hacemos, que estamos siempre un paso adelante, que tenemos un plan ideado en el que la pasará bien. No queremos que piense que, al estar juntos, ella deberá ser quien afronte las situaciones complicadas porque nosotros vivimos estancados y nos paralizamos ante cualquier eventualidad.

Protección de los seres queridos

Esto significa, ni más ni menos, que somos capaces de compartir nuestro alto valor de supervivencia. A esto precisamente se refieren las mujeres cuando dicen sentirse atraídas por hombres románticos; el modo de comunicarlo no es andar regalando flores o bebidas por ahí.

Si a una mujer que apenas conocemos la invitamos con una copa, mostraremos que somos derrochadores de recursos y no protectores de seres queridos. No sabemos quién es ella y, sin embargo, ya le regalamos algo. La mujer busca hombres que potencialmente sean buenos compañeros de hogar, capaces de cuidar a su familia sin necesidad de gastar dinero innecesariamente para impresionar a alguien.

Existen diferentes formas de transmitir a una mujer que somos protectores. Con cierta práctica, lograremos hacerlo en el primer minuto de interacción, ya sea contándole que nuestra sobrina está a punto de cumplir años y queremos regalarle algo inolvidable o bien comentándole que la noche anterior llevamos al perro a la veterinaria a las dos de la mañana porque lo vimos mal.

Si uno no ha hecho nada de eso últimamente, ¡es momento de comenzar! Muchos Avens llevan en su teléfono algunas fotos con sus sobrinos, hijos, el bebé de un amigo o su mascota para poder mostrarlas en algún momento de la interacción. Que la protección de seres queridos se traduce en un alto valor de supervivencia explica que las mujeres no puedan dejar de mirar a un hombre que juega con un bebé. ¡Para una mujer, es casi como ver porno! No es algo que eligen, simplemente se sienten atraídas instintivamente por eso.

La preselección

El hombre virgen a los cuarenta años sólo puede resultar interesante en una película, como personaje de ficción. Para una mujer, que ya hayamos sido elegidos por otras mujeres constituye un ahorro de tiempo. Ella interpreta que si otras mujeres han estado con nosotros, será seguramente porque tenemos un alto VSR. De no haber sido así, no lo hubiéramos conseguido. En el capítulo sobre el escudo de protección, mencionamos que si nos aproximamos a un set del brazo de una mujer, el filtro femenino prácticamente se desvanece. Esto sucede por un motivo doble: por un lado, en un primer momento las mujeres a las que nos acercamos suponen que no estamos interesados sexualmente en ellas; por otro, al resultar obvio que ya hemos sido preseleccionados, nos convertimos en hombres de alto valor que merecen atravesar el escudo.

No es recomendable que hablemos de una ex novia con frecuencia, pues corremos el riesgo de que parezca que aún estamos apegados sentimentalmente a ella. Y a ninguna chica le interesa ser la segunda opción ni tener que competir con un recuerdo.Alcanza simplemente con que se perciba que hay mujeres en nuestro círculo social y que sabemos cómo tratarlas. Por supuesto, siempre es mejor demostrar esto con hechos. Si nos ven hablando con la más linda del lugar y observan que ella muestra interés en nosotros, la mayor parte de las mujeres presentes sentirá deseos de conocernos.

Recordemos ser sutiles: no es necesario presumir. La discreción es una virtud. Mucho más efectivo que decir “Acabo de salir del baño con esa chica” será que noten una marca de lápiz labial en nuestro cuello. Las mujeres son verdaderas especialistas en reconocer esos detalles y puede ser que, por una vez en la vida, esto juegue a nuestro favor.

EL juego de la Seduccion WEB
*Fragmento del manual “El juego de la seducción. Todo lo que un hombre debe saber sobre las mujeres”, de Martín Rieznik y Mike Tabaschek. Adaptado especialmente para INFOBAE.COM con la autorización de la editorial Dibuks . La primera parte del libro puede descargarse gratis en la web de la editorial.

 

Sinceridad: una herramienta poderosa para seducir

Cuando le comentamos algo inesperado a una chica, cuando le decimos a alguien que nos gusta, cuando expresamos nuestra opinión sobre un tema controversial, cuando le llamamos la atención a alguien por algo, estamos polarizando.

Polarizar es una manera honesta de expresarse y mostrar independencia emocional. Son acciones o frases que generan algo en los demás. Muchas veces polarizar genera sorpresa: una persona está esperando algo y se encuentra con otra. La polarización es una forma muy poderosa de generar atracción. Uno se expone a ser rechazado y a caerle mal a algunas personas, pero también consigue generar emociones y deseos en otras.

Como los demás conceptos de nuestro desarrollo personal, es importante no tomarlo exclusivamente como una técnica de levante, ya que dejaría de ser honesta la polarización. Polarizar, de hecho, está muy relacionado con la autenticidad, con no ser predecible, con hacerle sentir al otro una “montaña rusa” de sensaciones. Quienes no polarizan tienden a caer en conversaciones aburridas. A mucha gente no le gusta polarizar como una forma de evitar la confrontación y los temas controversiales, lo cual es una actitud pobre y poco atractiva. Intentan caerle bien a todo el mundo y lo que consiguen es no ser ni amados ni odiados por nadie. La realidad es que no se muestran como son, no se están exponiendo.

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No solo en la seducción es utilizada la polarización sino también en ventas, en las publicidades, en una película para atraparte con la trama (de hecho en los trailers de la película es donde más intentan polarizar mostrando las mejores partes de la película). El marketing intenta polarizarte y muchas de las frases de levante buscan polarizar. Una frase polarizadora podría ser: “ey, necesito una opinión… mi mejor amigo se separó ¿cuánto tiempo debería esperar para acostarme con su novia?”. Como se imaginarán, nunca me levanté una chica diciendo esto, pero ese no era verdaderamente el punto.

Efectivamente estaba polarizando, y  un 50% entendía que no hablaba en serio. Sin embargo, el fin estaba en exponerme al rechazo, priorizar mi perspectiva ante la situación. Hacer este tipo de ejercicio como precalentamiento me servía para desarrollar mi confianza y perder el temor al rechazo. Después todo resultaba más fácil.

Al demostrar interés o decir que algo nos gusta, estamos polarizando. Diciendo que algo nos disgusta, también. Esto no significa ponernos en posturas de capricho, decir siempre todo lo que se nos pasa por la cabeza o discutir con todo el mundo, sino en ser vulnerables y hablar honestamente; defender nuestros puntos de vista aunque eso nos exponga a un juicio negativo. Si algo no nos gusta, decirlo.

Si una chica nos da vueltas cuando la invitamos a salir, podemos ser claros y decirle: “si no estás interesada en que nos veamos, no hay drama”. Si te dice que sí, bien. Si te dice que no, también; no lleva a nada perder tiempo en alguien que no tiene verdadero interés. Es importante, sin embargo, ser comprensivo, respetuoso, ponerse en el lugar de la otra persona. No se trata de ser intolerante.

La confrontación, que a veces implica polarizar, está muy relacionada con la atracción y difícilmente podamos atraer a alguien si en algún momento no confrontamos. Alguien que no polariza, tiene miedo y es necesitado ante los demás, no será sincero por temor de molestar a una mujer. Probablemente, tampoco se animará a usar la ropa que le gusta por miedo a lo que piensen los demás.

Los hombres que no polarizan, normalmente caen en lo que se conoce como “zona de amigos”.  Puede que reciban la aprobación de las mujeres pero difícilmente generen atracción.  En cambio, quienes se exponen y expresan sus deseos honestamente sin buscar todo el tiempo validación externa, suelen despertar atracción e interés en los demás. Puede que mujeres que ni se interesaban por nosotros, de repente se vuelven altamente atraídas. Es importante entender que la polarización nos sirve para generar emociones y no podemos pretender que todo el mundo sienta atracción por nosotros. Debemos aprender a convivir con el rechazo de quienes no comparten nuestras opiniones, actitudes o puntos de vista. La recompensa será lograr relaciones más honestas con personas que realmente se interesen en nosotros.

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* Adaptado especialmente para INFOBAE.COM del libro Seductor Infalible: guía para desarrollar una personalidad atractiva, del escritor Germán Muhlenberg.  Los primeros capítulos pueden descargarse gratis en la web de la editorial.

Levante: cómo pasar de las palabras a la acción

No son pocas las oportunidades que se nos presentan, ya sea en un bar o en un boliche, de empezar una conversación con una chica que nos gusta. Utilizando algunas técnicas simples como la FLT y los openers, cualquier hombre puede con facilidad abrir decenas de conversaciones en una noche. Con un poco de práctica, descubriremos que despertar interés y generar atracción no requiere de una personalidad avasallante ni de una billetera sin límites. Más bien todo lo contrario. Pero para superar la fase de charla y pasar a la acción debemos entender algunos puntos importantes.

Hay mujeres – e incluso hombres – que tienen “reglas” establecidas a propósito de cuándo besar a alguien. Más de una vez, hemos escuchado decir a una mujer “Yo no beso a un hombre la primera noche”. Cierto. ¡Pero qué lindo es que la mujer que acabamos de besar diga: “Es la primera vez que beso a alguien en la primera noche”.

Y es que todos tenemos reglas, pero también podemos romperlas cuando es necesario. No debemos dejarnos llevar por los preconceptos: el momento del beso no puede ser acordado previamente; simplemente, aparece y nosotros debemos estar atentos a cuando eso ocurra. En general, como norma, podemos decir que si estamos incómodos o sentimos que ya deberíamos haberla besado, es porque podríamos estar haciéndolo en ese momento. Pero, como dijimos, veremos formas de verificar si la ocasión se presta al beso.

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Es importantísimo tener en cuenta que el beso es una etapa más de la escalada de kino, es decir, de la escalada de toques. El beso también es un toque, sólo que un poco más especial: de labio con labio, lengua con lengua. Si una mujer no está cómoda al darnos la mano, se sentirá aún más incómoda al besarnos. Tomar la mano de una mujer y observar su respuesta es un gran medidor para comprobar cómo reaccionaría ante un beso.

No es buena idea pedirle autorización a ella para hacerlo: eso transmite inseguridad. Puede que lo logremos de todos modos, pero habrá sido a costa de transmitir un bajo valor en ese momento. Si pedimos permiso, a sus ojos nos veremos como alguien que no se anima a tomar riesgos y que, además, no comprende a una mujer. Un hombre que sabe tratarla, no sólo percibe cuándo quiere ser besada, sino que también genera la ocasión para que eso ocurra.

Veamos diferentes maneras de testear si el momento es propicio para un beso. Imaginemos que estamos con ella, sentados, charlando a solas, y le decimos:

–¿Sabés qué? Hace como cinco minutos que muero de ganas de besarte…

Tengamos en claro que eso es muy diferente a decir algo como: Quiero besarte, pero no me animo, ¿puedo?”. En la primera frase que planteamos, no le estamos preguntando nada, simplemente le transmitimos un deseo nuestro; la segunda, en cambio, es una pregunta que manifiesta inseguridad.

–¿Sabés qué? Hace como cinco minutos que muero de ganas de besarte…

Si ella nos pregunta por qué no lo hacemos, es porque está esperando que la besemos. Entonces, hagámoslo. Pero, en general, ella no nos dirá eso. Probablemente se arme un silencio y debamos rellenarlo. La idea no es dar vueltas al asunto del beso, sino tan sólo ver su reacción. Si ella no dice nada, retomaremos el tema del que hablábamos o comenzaremos uno nuevo que nada tenga que ver con el beso. Lo importante es observar su reacción. ¿Cómo creemos que se comportaría una mujer si no quiere besarnos? Se levantaría y se iría lo antes posible. O, a lo sumo, muy seriamente nos diría que no lo desea. Eso mismo haríamos nosotros si una mujer que no nos atrae nos dijera, estando a solas, que quiere besarnos.

Todas las opciones restantes constituyen escenarios favorables a nuestro beso: que sonría, que se ponga nerviosa y cambie de tema, o hasta que nos diga que no quiere besarnos, pero lo haga sonriendo. O sea, en tanto no se vaya o nos plantee una negativa muy seria, estaremos en el buen camino. Será cuestión de besarla a los pocos segundos, sin más.

Errar es humano, besar también

Es importante tener en cuenta que, para la mujer, negarnos el primer beso a veces puede funcionar como un test. En muchos casos, ella pone a prueba nuestra persistencia. Si nos damos por vencidos ante su primera negativa, nos verá como incapaces de luchar por conseguir lo que quiere. En otros casos, puede que quiera indagar si realmente estamos interesados en ella.

La clave es no rendirse: si después de un intento de beso fallido ella continúa charlando con nosotros, es porque tiene cierto interés, ya que en caso contrario, hubiera escapado de la situación.

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En estas circunstancias es contraproducente intentar convencerla con argumentos racionales. Frases como “¿Por qué no?” o “¿No te gusto?” sólo harán que ella busque la forma de negarse más claramente y llegue a la conclusión de que no quiere nada con nosotros. Además, tampoco se trata de convencerla: lo que buscamos es que sus emociones jueguen a nuestro favor.

Un comentario sencillo como “te entiendo” o “cierto, no es el momento ni el lugar” es infrecuente en un hombre. Demostremos que la comprendemos y sigamos jugando en Confort. Si detectamos cuál fue nuestro error en el juego, tratemos de enmendarlo. Quizás fuimos demasiado rápido y no demostramos un interés real en ella, en conocerla. Será cuestión de reforzar nuestra conexión y generar valor único. Tal vez sus amigas estén mirando y quiera privacidad. Aislémosla. En todo caso, si la interacción siguió y ella realmente nos interesa, debemos volver a intentarlo; a veces, al segundo o tercer intento, desaparecen las barreras.

 

*Fragmento del manual “El juego de la seducción. Todo lo que un hombre debe saber sobre las mujeres”, de Martín Rieznik y Mike TabaschekAdaptado especialmente para INFOBAE.COM con la autorización de la editorial Dibuks . La primera parte del libro puede descargarse gratis en la web de la editorial.