Por: Paula Denis
“Edipo” y “Electra” son los dos complejos más frecuentes de la niñez, basados en la admiración para con sus padres. Centenares de libros de psicoanálisis explican estos procesos, pero aún no se ha escrito acerca del padre y su regresión a infante cuando padece algún cuadro clínico. El adulto se vuelve niño y exige un cuidado de nursery. Caprichos y berrinches que recaen sobre una persona para ser cumplidos: la hija mujer.
Hace algunas semanas mi papá fue hospitalizado y yo, la hija mujer, estuve a un pelito de la internación psiquiátrica. ¿Por qué? Porque parece ser que el efecto secundario de estar internado es volver loca a la hija, sacarla de su juicio, hacerla cometer delitos menores con tal de que el paciente se calme. Tomé la experiencia personal como ejemplo para dar a conocer esta nueva faceta de la adultez por lo que, lamentablemente, los hechos aquí citados están basados 100% en la vida real.
Situación 1: La comida.
- ¡Paula! ¿No me traés unas medialunas saladas para desayunar? Mirá lo que me traen acá, es incomible.
- Papá, hay que preguntarle a la nutricionista si podes.
- Pero traeme dos, dos no hace nada. ¡Ah! Y también unas palmeritas y pan… pero sin sal el pan eh. Escondelas en la cartera y después las guardo en el cajón, no digas nada.
Después de una semana de contrabando de panadería la enfermera comenta que los niveles de azúcar están dando altos. La situación culminó cuando pasé de canuto de un pollo a la parrilla con ensalada. Si, en la cartera.
Situación 2: El cuidado personal.
- ¿Trajiste la maquinita y la espuma?
- Si, Pá. Voy a jugar un rato a la peluquería de Don Mateo.
- Así no, de abajo para arriba. ¡Me estás afeitando como el culo! Me cortaste la cara, dame eso para acá.
Acto seguido, una enfermera se atreve a cortarle los cuatro pelos que le quedan en la cabeza. Cuando pudo verse al espejo investigó cual agente 007 quién había sido la artífice de semejante desastre y amenazó con enviarle una carta documento.
Situación 3: Intento de huida.
- ¡Paula! ¡Paula! Vení para acá, alcanzame las chinelas esas que están ahí, el joggin de Independiente y poneme perfume. ¿Vos tenés las tarjetas y todo?
- Tenés puesto el pijama. ¿Para qué te vas a cambiar?
- Me voy. Cuando me agarre fuerza la pierna izquierda me escapo por la ventana, a mi no me agarran más.
Persecución por el pasillo del sanatorio y el suero arrastrándose por el suelo. Resulta que no podes tomarte 30 segundos para lavarte las manos porque, aunque estén internados, las habilidades de escapismo están intactas.
Situación 4: El delirio
- Llamá a tu suegra al 5692 y decile que nos espere en el auto. Vamos a comer algo como la gente por favor.
- ¿Qué suegra, pá? No hay suegra y no hay tal auto.
- ¡Ay Dios mío! Siempre 5 para el peso, vos. Claro, si no te aguanta nadie.
Resulta que no alcanza con hacerte su esclava, sino que también aprovecha el efecto del sedante para meter el dedo en la llaga y recordarte que seguís soltera.