Por: Fernando Taveira
La historia de la selección europea se inicia en Italia ’34, y su debut no fue para nada favorable, dado que en su primera presentación fue derrota y despedida. Leopold Kielholz, en dos ocasiones, y Andre Abegglen sentenciaron la victoria de Suiza (3-2) que marginó del torneo al elenco conducido por el inglés Robert Glendenning. Los tantos convertidos por Kick Smit y Leen Vente sólo sirvieron para marcar una salida decorosa en su primera Copa del Mundo. Cuatro años más tarde, se repitió la misma situación en Francia, aunque la caída fue más dolorosa: tras igualar sin goles en los 90 minutos con Checoslovaquia, Josef Kostalek, Zeman y Oldrich Nejedly sellaron un 3 a 0 que marcó nuevamente la prematura eliminación “naranja”. Tuvieron que pasar cuatro décadas para que Holanda vuelva a una cita mundialista y revolucione el juego, la esencia y la belleza de un deporte que atrae a millones de espectadores.
Con el “Fútbol Total” comandado por Johan Cruyff, la “Naranja Mecánica” brilló en Alemania ‘74, aunque la consagración le fue esquiva. La primera ronda la superaron sin sobresaltos al vencer a Uruguay 2 a 0, a Bulgaria 4 a 1 y empatar con Suecia sin goles; mientras que en la segunda fase sus actuaciones encandilaron al globo: un humillante 4 a 0 sobre Argentina, seguidos de los triunfos ante la República Democrática Alemana y Brasil (ambos 2 a 0) depositaron al conjunto de Rinus Michels como principal candidato al título. Con 14 conquistas a su favor y sólo una en contra, nadie se podía imaginar un desenlace como el que ocurrió. El festejo de Johan Neeskens a los dos minutos de comenzado el choque decisivo avaló la unánime suposición, pero la potencia germana rompió todos los pronósticos: Paul Breitner y Gerd Muller llevaron a la República Federal de Alemania a levantar la Copa, no sería la primera vez que el dueño de casa le robe el sueño a los “Tulipanes”.
En la edición de 1978, con el austríaco Ernst Happel dando indicaciones y la notable ausencia de su máxima figura, los holandeses volvieron a disputar la final, aunque la solidez de su funcionamiento mermó considerablemente. En el Grupo 4 su debut fue muy prometedor, ya que golearon 3 a 0 a Irán, pero el empate con Perú (0-0) y la derrota con Escocia (3-2) generaron muchas dudas, aunque las fueron resolviendo a lo largo de la segunda etapa. Un apabullante 5 a 1 sobre Austria, una igualdad con Alemania (2 a 2) y una victoria ante Italia (2-1) le devolvieron las esperanzas a la potencia europea, pero el anhelo del título volvió a esfumarse cuando chocaron con Argentina. En un Monumental inundado de papelitos, Mario Alberto Kempes, quien festejó por duplicado, y Daniel Bertoni fueron los verdugos de un combinado que sólo pudo llegar al alargue gracias al gol de Dick Nanninga. Fue la única vez que perdieron con los albicelestes, de los ocho enfrentamientos que tuvieron.
La década del ‘80 resultó muy ambivalente para Holanda, porque el hecho de no conseguir la clasificación para las competiciones de España y México puede significar un verdadero fracaso. Sin embargo, la Eurocopa lograda en Alemania tuvo sabor a venganza: en las semifinales eliminaron a los locales, para acceder a una nueva final, en donde por fin pudieron quedarse con el trofeo. Fue 2 a 0 ante la Unión Soviética para cortar el maleficio de los subcampeonatos.
Su reaparición en el Mundial ocurrió en Italia ‘90, aunque su actuación quedó en el olvido. Tras empatar sus tres compromisos en el Grupo F (1-1 con Egipto, 0-0 con Inglaterra y 1-1 con Irlanda) su final lo marcó Alemania en la etapa de los 16 mejores. A pesar de contar con Ruud Gullit y Marco Van Basten en su ofensiva, Jürgen Klinsmann y Andreas Brehme le dieron la victoria al que sería el futuro campeón. El grito de Ronald Koeman, de penal, sólo sirvió para decorar un marcador que ya estaba liquidado de antemano.
Con una generación renovada, los de Dirk Nicolaas Advocaat pudieron dar un paso más en Estados Unidos, pero una vez más chocaron ante el campeón del mundo. Con las apariciones de los hermanos De Boer, Dennis Bergkamp y Marc Overmars, entre otros, los “Tulipanes” superaron a Arabia Saudita y Marruecos (ambos 2 a 1) y cayeron con Bélgica (1-0) en la fase inicial. Un 2 a 0 sobre Irlanda volvió a despertar ilusiones en un país que creía en la hazaña, pero Brasil terminó con el sueño en lo que fue un 3 a 2 apasionante: Romario y Bebeto habían puesto a los sudamericanos en ventaja, y la reacción europea llegó a través de Bergkamp y Aron Winter. Sin embargo, cuando parecía que iban a jugar media hora más de tiempo suplementario, Branco le puso cifras definitivas a uno de los duelos más entretenidos del certamen.
En la última cita del Siglo XX, la “Naranja Mecánica” volvió a su plenitud y subió un escalón más en su performance. Si bien en el Grupo E sólo pudieron sumar de a tres en la goleada sobre Corea del Sur (5-0), los empates con Bélgica (0-0) y México (2-2) depositaron al elenco de Guus Hiddink en la instancia definitoria. Las victorias frente a Yugoslavia y Argentina (las dos por 2 a 1) despertaron grandes expectativas, pero Brasil cerró el ciclo prometedor desde los doce pasos: tras igualar 1 a 1, el Scratch se impuso 4 a 2 en los penales y envió a los europeos a jugar con Croacia por el tercer puesto. Con el ánimo por el piso, la sorpresa de la competición se quedó con el bronce gracias a los tantos de Robert Prosinecki y Davor Suker (Boudewijn Zenden había empatado transitoriamente).
Sin participación en la Copa del Mundo de Asia, los Países Bajos volvieron en Alemania 2006, donde llegaron al cuarto partido. Un triunfo por la mínima diferencia ante Serbia y Montenegro, un 2 a 1 contra Costa de Marfil y una paridad absoluta con Argentina (0-0) llevaron al elenco de Marco Van Basten a jugar con Portugal los octavos de final. En Nuremberg, los de Luiz Felipe Scolari se quedaron con el boleto a cuartos, a través del tanto de Maniche. Luego, los lusitanos se transformarían en una de las revelaciones de la Copa al disputar los siete partidos.
Finalmente, en Sudáfrica 2010 una nueva desilusión privó a Holanda de su primer título. Con Bert Van Marwijk dando indicaciones, el equipo llegó a la final con puntaje ideal, ya que habían ganado en las seis presentaciones previas (2-0 a Dinamarca, 1-0 a Japón, 2-1 a Camerún, 2-1 a Eslovaquia, 2-1 a Brasil y 3-2 a Uruguay). Sin embargo, para el último duelo cambiaron su estilo y apostaron por el juego brusco. Sin sacarse ventajas en los 90 minutos iniciales, Andrés Iniesta rompió el marcador a 240 segundos del cierre. España, que nunca había conseguido levantar la Copa, se quedó con la gloria. Hoy, la selección “naranja” nuevamente está entre los cuatro mejores del mundo y buscará terminar con su maleficio cuando enfrente a la Argentina en las semifinales de Brasil 2014. En caso de conseguir su boleto al encuentro más importante habrá que ver cómo actúa Louis Van Gaal para espantar a los fantasmas del pasado.