Temprano, llegamos a la desembocadura de una laguna sobre el río. Anclamos, como es lógico, un poco aguas arriba. Lanzo con un señuelo largo de paleta corta, de los que se conocen con el nombre generalista de “minnows”. Baja poco más de un metro, pero, al segundo tiro, algo se lo lleva primero más a fondo y, luego, hacia arriba, saltando sobre la superficie. Es un pez raro, extraño. No lo vi nunca en los ríos argentinos. Se trata de la bicuda, probablemente el más veloz de los peces cazadores del Amazonas y, seguramente, uno de los más desafiantes para capturar. Obtuvimos varios en nuestra última salida hace un mes en el río Suiá Micu, en el Mato Grosso, y te contamos esta experiencia.
El nombre de esta especie responde a su configuración física: “bico” en portugués es “pico”, con lo que estamos frente a una “picuda”, por su boca grande y puntiaguda. Existen varias especies de bicudas con diferentes patrones de color y tamaño. Las más grandes superan el metro de largo y pesan, como mucho, unos seis kilos.
En la posada utilizamos botes de aluminio largos y angostos, con casi nulo calado, lo que les permite ingresar por lugares rasos y angostos. Llevan motor de popa y eléctrico, este último para acceder lo más silenciosamente posible a los sectores de pique en lugares bajos y de poca correntada, como las muchas lagunas subsidiarias del río Suiá Micu.
Generalmente, a la salida de estos espejos de agua que van drenando el líquido elemento hasta el inicio de la estación lluviosa en noviembre se encuentran estos peces de velocísimo pique, un toque fulminante que muchas veces no da tiempo de cañar.
Para esta pesca en baitcast es menester colocar la punta de la caña hacia abajo, apuntando al agua, para tener un buen arco para subir y aprovechar que la multifibra no se estira y lograr así una busca clavada.
Una vez enganchada, nada a toda velocidad buscando librarse del anzuelo o triple, saltando fuera del agua en repetidas ocasiones con el mismo propósito, al que muchas veces llega antes que nosotros, siempre, la liberemos inmediatamente luego de alguna fotografía. Es un pez muy sensible de modo que nunca conviene manosear ni demorarlo fuera del agua, aunque para quitarle el señuelo siempre debe usarse una pinza de puntas largas por el riesgo de los dientes y las puntas filosas de los triples.
Muchas veces, la bicuda sigue al señuelo sin atacarlo, como si midiera su recorrido para la estocada final. Esto nos pone los pelos de punta a los pescadores. A veces acelerando el señuelo se logra incitar la arremetida.
La experiencia de algunos amigos brasileños que pescaron muchas bicudas dice que, en muchos casos, acorralan a un cardumen de peces chicos y arremeten contra él. Cuando una caza un pez, como no lo traga de primera sino que lo deja en su pico, sale afuera del agua huyendo de las demás que pretenden birlárselo. En ese escape muestra la fuerza de sus músculos, pues parece que caminara con la aleta caudal solo apoyada en el agua y el resto del cuerpo afuera.
En noviembre de 2013 visitaremos nuevamente el Amazonas, pero para pescar tucunarés y aruanás, Dios mediante. Si querés conocer este paraíso de la pesca, acompáñame en esta salida o las del 2014 en búsqueda de tantas emociones que brindan estos ríos recónditos del Brasil. Para más datos: nespesca@sion.com, 011-4322-0355.
Néstor Saavedra
para Tur Aire Libre
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