Durante mucho tiempo solo se pensó en el reel como en un aparato para juntar prolijamente la línea que se había tirado al agua. Con el tiempo, la tecnología fue agregándole, además de una belleza estética, algunos auxiliares para el pescador deportivo.
En la historia de la pesca, los primeros reeles se inspiraron en la tabla con la que se enrollaba a mano la línea. Eran muy simples y del formato que hoy se conoce como rotativo, dado que la bobina, transversal a la posición de la caña, gira, gracias a una manivela o manija. No traían devanador para acomodar prolijamente el ingreso de línea al eje, tarea que cumplía el aficionado con su dedo mientras rebobinaba.
La sencilla multiplicación que permitía que el carretel girara tres o cuatro vueltas por cada vuelta de manija fue suplantada por el tiempo por sistemas más complejos de engranajes que han logrado casi duplicar estos resultados. El clásico formato cilíndrico, que aún conservan los reeles grandes, especialmente los que se emplean para la pesca de mar y de trolling, fue suplantado en muchos modelos más chicos por el “bajo perfil”, reeles achatados, más cómodos de empuñar cuando se trata de pescas en las que se lo debe tener constantemente en la mano como el baitcast.
En la medida en que la pesca iba tornándose más fina, con menores implementos, comenzó a prevalecer en nuestro país el reel frontal, debido también a que se forman mucho menos galletas al lanzar. En los últimos años, sin embargo, el baitcast comenzó a tener gran auge en la Argentina, entre otras razones, por la influencia de la pesca en Brasil y los Estados Unidos, generada por los medios de difusión masivos y los viajes de los pescadores criollos a esas latitudes. Así comenzó a crecer la venta de reeles rotativos de bajo perfil, como nunca antes había sucedido.
Los rotativos de mayor calidad cuentan con tres frenos que ayudan a prevenir la galleta.
En el lateral opuesto al de la manija y detrás de la tapa se encuentra el freno centrífugo: unas pequeñas pesas dispuestas concéntricamente en número par. Cuando se las desliza hacia el centro, el eje gira más libremente mientras que, colocadas cerca del diámetro mayor, frenan la bobina por el principio de la fuerza centrífuga.
En su lugar, algunos reeles poseen un freno magnético (por imanes), que se maneja sin necesidad de levantar la tapa: cuando se lo coloca en cero se encuentra la bobina totalmente libre; por el contrario, en diez, está sumamente frenada y el tiro quedará muy corto, pues será imposible moverla.
Los reeles Quantum combinan características de ambos frenos: son centrífugos, pero se regulan desde afuera y con una notable precisión, que minimiza las desagradables galletas.
Otro freno se debe calibrar antes de cada lanzamiento. Cada vez que cambiamos el señuelo o peso que arrojemos hay que poner la caña a 45 grados y soltar la traba de la bobina como si fuéramos a lanzar. La línea debe salir suavemente sin trabarse ni caer de golpe. Si no es así hay que ajustar o liberar este freno girando la perilla redonda que se encuentra en el mismo lado de la manija.
Existe también el clásico freno de estrella, ubicada también la parte lateral, que se utiliza para regular la salida de línea toda vez que el pez la exija. A medida que se aprieta un tornillo presiona el costado de bobina, permitiendo que salga, o no, la línea. Se lo puede calibrar enganchando la punta de la línea madre a una balanza y permitiendo que salga del carretel a aproximadamente un tercio de la resistencia total de la línea empleada. Por ejemplo, si resiste hasta nueve kilos, permitir que salga línea cuando la balanza indique tres kilos. Otra manera de calibrarlo es tironeando del extremo de la línea y colocando la caña en posición angular de pelea con un pez, permtir que salga línea cuando la vara esté en un 75 por ciento, aproximadamente, de su curvatura máxima. Obviamente que esta manera de regular es más práctica, pero también menos precisa.
Néstor Saavedra
para Tur Aire Libre
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