Muchas veces, a la modalidad que empleamos para pescar hay que agregarle un factor fundamental para conseguir obtener algunas piezas: el tesón. Es verdad que, cuanto más pulimos la técnica, conociendo a fondo el ámbito, el equipo y el pez, y practicando mucho, mejores posibilidades tendremos de realizar una buena pesca. Sin embargo, a veces con eso no alcanza. La experiencia siguiente demuestra que, bajo determinadas circunstancias, lo que triunfa es la insistencia.
Roberto Ayala es un gran amigo. Nos une la pasión por la pesca. Consiguió permiso para entrar en una estancia privada de Marcos Paz y quedó asombrado, en su primera visita, por la gran calidad y cantidad de tarariras. Entonces nos invitó a Pablo Bofill y a mí. La pesca era tan buena, que comimos unos ricos ravioles en casa de Roberto y, luego del mediodía, partimos tranquilamente.
Comenzamos a vadear silenciosamente, arrastrando los pies sobre un fondo con poco barro, bastante firme, salvo una zona de pequeños pozos. Con ansiedad arribamos al sector donde Roberto había sacado los “monstruos” y comenzamos a ver un tremendo movimiento en el agua, pero las tarariras huían de los señuelos que les ofrecíamos. Como estábamos en una gran playa de no más de medio metro de profundidad eran fácilmente distinguibles las corridas hacia un costado y otro. Pablo logró engañar una con un Lucky 13 chico al que apenas lo tomó un ejemplar chico con la punta de la boca.
Luego de unas dos horas de pesca, el resultado era magro, pero nos inquietaba la gran cantidad de taruchas que le daban un pequeño mordisco al señuelo sin atacarlo con la violencia que caracteriza a esta especie. A veces lo seguían y, a un par de metros de la caña, daban media vuelta y se quedaban allí quietitas. Increíble.
En lugar de desanimarnos y abandonar ese rincón de 50 metros cuadrados, continuamos probando, cambiando señuelos, recogiendo a distinta velocidad, dando golpes con la punta de la caña, siempre en baitcasting. Y tuvimos premio.
Pablo logró clavar un lindo ejemplar con un “pulpito” de Alfer´s, luego de haber tenido varios toques veloces. Roberto, con un Spin Fish de la misma marca y cuchara perforada por el eje (Vibrax), logró otra linda tarucha que rondaba el kilo y medio. Con el mismo señuelo pero con cuchara con estribo me di el gusto de sacar un taruchón de cerca de tres kilos.
En resumen, no recuerdo en 40 años de pesca ver tantas tarariras, de tan buen tamaño y que se nieguen tanto a atacar los señuelos. Para que noten la abundancia: robé una muy grande, ¡de la cola! Pescamos solo cuatro, en unas cuatro horas de pesca, pero fue un gran triunfo: de no haber sido insistentes, el resultado hubiese sido cero. Y, además, para qué negarlo: nos encanta que las tarariras nos provoquen ofreciendo dificultades. Es más: volveremos.
Tengan en cuenta este tema: mejorar la técnica, cambiar muchos señuelos, pero nunca cejar fácilmente. Sirve para otras pescas también.
Néstor Saavedra
para Tur Aire Libre
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