“Las mujeres deben dedicarse a las cosas de la casa y los chicos. La pesca es para hombres, cosa de machos. Si les tienen asco a los pescados. ¿Qué va a hacer una mujer en la lancha? ¿Y si le agarra ganas de ir al baño?”
Estas y otras frases parecidas ya pertenecen, afortunadamente, a la prehistoria de la pesca moderna, porque, como en otros deportes (fútbol, boxeo, automovilismo…) y otras áreas de la vida cotidiana (hasta la presidencia de un país), la mujer ocupa posiciones impensadas no muchos años atrás.
Claro que todavía hay mucho camino para recorrer en cuanto a la correcta inserción de la mujer en el ámbito de la pesca deportiva en nuestro país. Durante años, las más osadas acompañaban a sus esposos o padres, como lo atestiguan las fotos antiguas del Club de Pescadores de Buenos Aires. Instituciones como esta comenzaron con las competencias y crearon la categoría Damas, que aún se mantiene en muchos torneos. Sin embargo eran muy raras las mujeres que iban a pescar por su cuenta fuera de estas oportunidades. Con el tiempo, el sexo débil (nombre que se presta a muchas discusiones pero por el cual eran llamadas las mujeres) comenzó a ganar nuevos espacios y hoy día muchas damas recorren distintos pesqueros de nuestro país y el mundo sin ser acompañantes de algún caballero. Van a pescar por su cuenta y ganas.
¿Y cómo son pescando? Tuve la oportunidad de pescar con algunas mujeres apasionadas por este deporte y puedo asegurar que son iguales o mejores que muchos hombres que conocí pescando. Claro que les cuesta manejar equipos pesados, pero acomodándolos a su resistencia aprovechan al máximo las oportunidades.
He pescado con chicas que no querían parar ni para comer y, luego de todo un día de pesca de dorados, por ejemplo, preguntaron si podíamos seguir un rato más a la noche. Recuerdo alguna pelear un surubí de 40 kilos a trolling hasta quedar exhausta pero sin ceder ni un instante la caña, pese a que el guía le ofrecía ayuda.
Al hablar de guía aquí conviene hacer una aclaración. Cada vez existen guías más capacitados para la atención de las damas que concurren solas a pescar. Para con cualquier cliente debe tenerse ciertas normas de cortesía, pero mucho más con una dama. Lo mismo sucede con la estética del baquiano y su lancha: braguetas abiertas, mocos en la cara, eructos y otros gases espantan hasta a la mujer más pescadora del mundo. Y este es un aspecto que deben pulir los prestadores de servicios, si quieren captar el creciente mundo femenino: lanchas limpias, adornadas (sin que esto signifique un estorbo para pescar), ropas apropiadas, lenguaje adecuado, respeto sin ser fríos, amabilidad sin ser cargosos. ¿Cómo solucionar lo que para los varones no es un problema: orinar en la lancha? Sencillamente estando cerca de una costa, donde, si la mujer precisa, pueda bajarse. Debe ser una orilla limpia de alimañas, de piso firme, pero tampoco, de ser posible, despoblada de árboles o arbustos donde pueda esconderse.
En otras notas les contaré de una organización que se dedican a realizar excursiones exclusivamente para mujeres. ¿Qué opinan, chicas? Y caballeros…
Néstor Saavedra
para Tur Aire Libre
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