Cuando uno lo ve desde los puentes de las rutas que salen de Rosario hacia el norte piensa que es imposible que en este río haya tarariras. Las grandes barrancas se han formado por los impetuosos torrentes que causan desmedidas lluvias en el sur de Córdoba (donde nace y discurre como río Tercero) y Santa Fe. ¿Qué tararira puede vivir en un río que se ve sin playas con aguas profundas y correntosas? Pero, las apariencias engañan.
El Carcarañá, a él me refería, tiene pocos lugares de aguas mansas y rasas, pero, gracias a la baquía de Leandro Romagnoli y Marcos Borgatti, pude conocerlos. Ingresamos al campo de un tío del segundo a la altura del pueblo de Lucio V. López y encontramos dos rinconcitos con muy buena pesca. El primero, una pequeña olla por donde desaguaba un zanjón; el segundo, una costa con pequeñísimas bahías reparadas de las aguas rápidas que pasaban por el centro del cauce esquivando piedras a la manera, casi, de un río de montaña.
Lo cierto es que, con un poco de técnicas de baitcast, pudimos aprovechar ambos minipesqueros. Para el primero usamos ranitas y ratitas de goma blanda, trayéndolas lentamente por la superficie. Los ataques, piques y clavadas se sucedieron hasta que la pequeña cancha de unos 30 metros cuadrados quedó muy alterada. Todas las tarariras, como lo proclamamos desde esta tribuna periodística, fueron devueltas a su medio luego de quitarles los señuelos ayudados por un boga grip y una pinza de puntas largas.
En el otro minipesquero, Marcos, acostumbrado a la lectura de este curso, vio a las taruchas, gracias a la transparencia de las aguas. Entonces, desde lejos empezamos a probar señuelos, siendo los más atractivos para las dentadas el Highlander grande lastrado, y el Sea Min y Ratan Snake de Tech, regulando la velocidad para que, saliendo de la zona correntosa, ingresaran lentamente a las aguas más quietas.
Utilizamos cañas rápidas y medias, de no más de 2,10 metros de largo, con reeles rotativos chicos cargados con multifilamento con un remate de un corto cable de acero con snap fuerte (esto es importante, porque son animales potentes que abren cualquier mosquetón débil).
Indudablemente debe haber otros lugares de acceso público donde pescar las tarariras de este río, como las áreas de campings, por caso, en Pueblo Andino. El buen tamaño nos invita a seguir investigándolo. Se puede sondear con alguna embarcación pequeña, como un kakay o canoa, pero hay que tener muchísimo cuidado ya que, en ciertos sectores, es playo y muy veloz, lo que puede causar un accidente.
Néstor Saavedra
para Tur Aire Libre
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