En algunos estados de los Estados Unidos pescar una cantidad excesiva de peces y repartirlos entre vecinos es considerado crimen de desperdicio, sujeto a multas. Justifican la medida en que esto implica menos venta de licencias de pesca y elementos de pesca, es decir, genera menos recursos en un sector comercial tan importante que, hacia 1996, por ejemplo, empleaba más personas que General Motors en todas sus fábricas en el mundo entero.
Con leyes o sin leyes, devolver un pez al agua es un placer y un deber moral más que una obligación. No digo que, cuando lo permite la legislación y la abundancia de una especie (como el pejerrey o el bagre amarillo), no se pueda matar uno o varios para comerlos (nunca para tirarlos). Digo que realizar matanzas indiscriminadas riñe contra el espíritu deportivo de este pasatiempo. Y justificarlas con temas como “los pescadores comerciales son los verdaderos depredadores” es como un chico que tenga como prototipo de su vida a un tremendo delincuente y que cada vez tenga peores conductas sin llegar a las máximas aberraciones sobre la base del estilo de vida “miren que hago menos que Fulano”.
Decálogo práctico
Retornar un pez a su medio no es una tarea sencilla, pero tampoco tan complicada. Algunos pocos consejos para saber qué hacer y qué no hacer para devolver un pez.
- Luchá con el pez lo menos posible sin comprometer el placer de la pesca. No es cuestión de traerlo por el aire y aburrirse, pero tampoco de someterlo a un estrés destructor, ya que aumentará el ácido láctico en el cuerpo y le será imposible la recuperación.
- No usés bichero a no ser que se lo clavés en la parte inferior de la mandíbula de adentro hacia afuera, lugar donde la herida es menor y se recupera pronto, según ha sido demostrado en los Estados Unidos y Brasil con especies como el bass y el tucunaré, respectivamente.
- Si el pez tiene el anzuelo tragado y no hay cómo sacárselo, cortá la línea y devolvelo de inmediato. El proceso de oxidación de los anzuelos termina por destruirlos. No demorés mucho tiempo en intentar quitarle el cuerpo extraño sin lastimarlo, porque resulta muy dañino para el pez estar mucho fuera del agua.
- El uso de anzuelos sin rebaba ayuda mucho a la devolución y también si, por desgracia, se lo clava un ser humano.
- Asegurá el pez por el cuerpo y no toqués sus branquias. Si es posible sacate la foto con el pez en posición horizontal y dentro del agua.
- No dejés que el pez tome contacto con tierra.
- No pasés las manos o un trapo por el cuerpo del pez, pues le retirarás el moco protector y con ello contraerá hongos y enfermedades.
- Dejá que el pez descanse en el agua y, si es necesario reanimalo moviéndolo de atrás hacia adelante para que el agua entre por los opérculos. A veces la misma corriente contribuye a este ejercicio. No lo arrojés por el aire.
- Si se trata de un pez marino de profundidad (más de ocho o nueve metros), como el falso salmón de mar, es probable que la descompresión reviente su vejiga natatoria y que sus entrañas salgan por boca y ano. Lo mejor es tratar de levantarlo lo más lentamente posible para que no sufra un cambio brusco de presión. Si la vejiga natatoria escapa del cuerpo, hay una forma de pincharla y devolverlo al agua con vida, pero es un trámite algo complejo.
- Animá a otros pescadores y a los guías a practicar el catch and release para la preservación de las especies. Esta práctica no salvará nunca el dañado stock de muchas especies, pero ayuda a tomar conciencia y es un gesto diferente en un mundo que se burla de la muerte de los peces. Devolvé todos los peces que no vayas a comer, incluso los lastimados. Mejor que mueran en su medio y sirvan de alimento a otros peces, que matarlos vos.
Néstor Saavedra
para TurAireLibre
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