¿Querés pescar cerca de Buenos Aires, sin pisar ni un metro de camino de tierra e, incluso, pudiendo dejar amigos o familiares a un paso conociendo una ciudad histórica mientras vos te divertís? Entonces, San Miguel del Monte te espera.
Entre el Congreso y esta ciudad solo median 110 kilómetros, casi todos por autopista, a excepción de dos insólitos tramos, precisamente cuando la vía roza Cañuelas y Monte. Increíblemente, mostrando la habitual desidia de nuestros gobiernos, en lugar de tener una autopista continua, esta se interrumpe por unos kilómetros, con curvas, contracurvas y hasta barrera en el kilómetro 65, y, ya llegando a la laguna, bordea la ciudad de Monte con dos curvas de noventa grados. Cómo no se rectifica esta traza desde el cruce con la ruta 41 hasta la laguna Las Perdices es de no entender. Parece que la modernidad no llega para algunas cosas.
En Monte se pueden pescar carpas, alguna tarariras y, en esta época más fría del año, pejerreyes. Estos no pican fácilmente, porque se encuentran a mucha profundidad, pero, curiosamente, no toman tampoco casi nunca las líneas de fondo. La técnica, según me explicaba el guía Coco Cóccaro, con quien me embarqué, consiste en usas las boyas más chicas que se pueda, para no ofrecer resistencia cuando el pejerrey va a comer, y brazoladas muy largas, que apenas queden suspendidas unos cinco a diez centímetros del fondo.
Para ello, mi amigo Pablo González, gerente de Ventas de Tech, quien me acompañó en la salida, ató un anzuelo a una tanza de 0,30 mm, le enganchó un pequeño plomo y, cuando tocó fondo, cortó lo que había sacado del carretel, menos unos diez centímetros, y lo enganchó la boya. Luego probó que la boya se hundiera unos diez centímetros, con el plomo en el anzuelo, y allí cortó el largo de la brazolada. De esa forma, cuando se le sacara el peso, la carnada (pequeñas mojarras vivas) nadaría en el lugar correcto.
Hay que estar muy atentos al pique, porque no es franco y como se da muy lejos de la boya (casi dos metros) la reacción siempre es un poco demorada. Exige concentración y hay que tomarlo como un desafío. Precisamente en nuestra visita, el guía nos contaba que nadie se le había animado a esta laguna y muchos decían que no se pescaba nada. Claro, usando la tradicional técnica de garetear o anclar, con tres boyas medianas y brazoladas de no más de ochenta centímetros, directamente en este momento no se pesca.
Con esta técnica refinada, lindo ejercicio para la paciencia, pescamos anclados en un par de lugares a la altura del Club San Huberto, logrando sacar muchos pejerreyes, la mayoría menores a los 25 centímetros que exige el reglamento de pesca bonaerense, pero algunos que los sobrepasaban. Coco guía también en la vecina laguna Las Perdices, donde nos cuenta que la pesca está mucho más activa. Es una buena opción viajando también a Monte, ya que ambas se encuentran solo separadas por una compuerta. Ya visitaremos esta segunda y les contaremos los resultados.
El día se presentó muy lindo para esta pesca, soleado, muy frío y con poco viento. Los botes los alquilamos en el parador El Ciclon y a Coco, además de ubicarlo en Facebook por su nombre, lo pueden llamar al 02226-15-685-549. Si se quedan a dormir una noche para aprovechar a conocer el Rancho de Rosas, el museo local, andar a caballo en derredor de la laguna o degustar un buen asado de campo, les recomendamos pernoctar a orillas del espejo en Posada La Posta, avenida Costanera y Las Perdices, 02271-443-380.
Néstor Saavedra
para TurAireLibre
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