Cada año, el pejerrey que ingresa al río de la Plata sorprende a millones de pescadores por su conducta. Seguramente, estas variaciones tienen que ver con el estado del agua (temperatura y color) y la presión de pesca. El caso es que, en el invierno 2014, hubo una gran proliferación de peces chicos, menos matungos en la mayor parte de la temporada y, a diferencia de otros años, una intensa trepada por los grandes ríos que desembocan en el estuario, lo que permitió muy buenas pescas hasta Concepción del Uruguay, por el río Uruguay, y hasta Rosario por el río Paraná.
Para comprobar este fenómeno nos embarcamos con el guía Jorge Cot, saliendo desde Puerto Ruiz, el viejo amarradero de barcos hoy devenido en punto de partida de lanchas pescadoras. Puerto Ruiz está a apenas unos diez kilómetros de Gualeguay por camino firme.
Desde Buenos Aires son unos 250 kilómetros pasando por los puentes de Zárate y Brazo Largo. La autopista llega a Ceibas y luego son unos 80 kilómetros de ruta en buen estado, salvo el cruce del ferrocarril que debe tomarse en baja velocidad.
Con la cómoda embarcación de Jorge llegamos, por el río Gualeguay hasta el Paraná. Justo en la boca se inicia el Ibicuy mientras que aguas arriba al mismo curso se lo conoce como Pavón. Antes de salir del Gualeguay probamos una corta gareteada pero el viento sur nos tiraba rápidamente contra la costa derecha, por lo que, luego de tener un solo pique, decidimos cambiar de lugar.
A un par de centenares de metros de la boca, ya sobre el río Ibicuy comenzamos una larga gareteada que nos dio algunos pejerreyes. Sin embargo, lo mejor tuvo lugar en la boca de una laguna, completamente desbordada por la alta cota. Junto con Roberto Ayala, que me acompañó en la jornada, logramos muy buenos piques, usando boyas tipo lágrima y variando los tamaños y colores de acuerdo con la vista de cada pescador.
La carnada fue la clásica mojarra viva: si son pequeñas conviene encarnar de a dos en cada anzuelo pinchándola en la cola para darle mayor movilidad. Un dato importante: usar anzuelos grandes, 1/0 en más, de modo de seleccionar las mejores piezas y que los pejerreyes chicos no se claven y lastimen. No obstante la mayoría de las piezas que capturamos pasaban holgadamente la medida de 25 centímetros.
Lamentablemente, la ley de Fauna de Entre Ríos permite transportar solo diez pejerreyes por auto. A mi gusto es un número muy amarrete, pero seguramente los encargados de legislar habrán tomado en cuenta estudios en las cuencas del Paraná y del Uruguay, que pertenecen a este estado.
El pique del pejerrey del Ibicuy es más “desconfiado” que el del pejerrey de río en general. Obliga a estar muy atento con la caña para clavarlo, luego de tensar el multifilamento quitando así la panza que evita el certero golpe con la caña. La mayoría de los peces nadaban entre los 15 y los 30 centímetros y presentaron una lucha muy potente, nadando rápidamente hacia los costados. El pejerrey de río está acostumbrado a oponerse a la correntada y a predadores como el dorado, por lo que tiene una natación rápida y vigorosa.
Mientras se mantuvo el viento del sur a unos 15/20 kilómetros por hora, la pesca fue realmente muy buena, muy interesante. La clave fue contar con un ancla de capa (simplemente, una bolsa grande de las que se usan para colocar la arena) cuyos tiros estaban atados a una soga en la parte central de la amura.
Como ya en esta época, los pejerreyes están volviendo al mar en un nuevo ciclo de su vida, conviene contactar al guía Jorge Cot para informarse al respecto: 03444-15-507-366, cotjorge@hotmail.com. Si no hay pejerreyes, Gualeguay cuenta con la posibilidad, dependiendo de la altura del agua y el paso de carnada, de capturar dorados, y, si los campos no están anegados, de conseguir buenas tarariras. Además Jorge alquila una hermosa casa para poder alojarse con amigos o familiares en una zona muy tranquila de la ciudad.
Néstor Saavedra
para TurAireLibre
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