El Paraná es uno de los cursos fluviales más largos de América, con sus 4.500 kilómetros de extensión. Nace en Brasil con el nombre de río Grande y al recibir las aguas del Paranaíba cambia su denominación para llamarse de ahí en adelante “Paraná”, voz indígena que significa “pariente del mar” y que encaja perfectamente con la impresión que producen sus remolinos, correntadas, anchura y oleaje cuando sopla viento.
Toma color argentino cuando recibe las aguas del Iguazú (“agua grande” en guaraní) a la altura de la boya 1927. A los efectos de un análisis más ordenado, Roberto Zapico Antuña, uno de los más estudiosos periodistas especializados en pesca deportiva, dividía al Paraná en tres segmentos: Alto Paraná, Paraná Medio y Paraná Inferior.
Alto Paraná
Desde la boca del Iguazú, el Paraná baja encajonado entre altas barrancas y con aguas muy limpias. Es la zona en que alcanza mayor profundidad, superando los cien metros. Las costas son selváticas y de una belleza casi desconocida.
La erección de las represas de Itaipú (aguas arriba del Iguazú) y de Yacyretá (aguas abajo de Posadas) ha reducido notablemente la pesca, dado que la mayoría de los habitantes de la fauna íctica son peces de piracema, es decir que necesitan trepar el río para reproducirse. En este segmento, por lo tanto, los grandes dorados, surubíes, pira pitáes y manguruyúes del ayer han quedado en la historia, pese a que todavía se ven armados, grandes bogas, morenas y pacúes en algunas zonas. Afortunadamente, desde hace unos años volvieron a verse buenos dorados.
La pesca más calificada se circunscribe a Montecarlo, Puerto Rico, Corpus y Posadas. Enormes islas de piedra son el lugar de acecho de los dorados en los tres primeros puertos. Especialmente aguas abajo de Puerto Maní, las correderas de las islas de Corpus son un buen pesquero, muy poco difundido.
En el área posadeña, la pesca variada tiene un sitio de privilegio. El río corre mucho más lento y se ensancha por su endicamiento. Muchas islas y costas ya han quedado bajo las aguas y, por tanto, se requiere de mucha baquía para navegar en busca de una interesante gama de peces.
Entre Ituzaingó y Empedrado, ya en territorio correntino, el Paraná sigue siendo atravesado por innumerables formaciones rocosas, que acumulan grandes bancos de arena. Tanto en las caídas de estos bancos (veriles) como en los laterales de las piedras, donde el agua se acelera y los peces cazadores encuentran oxígeno y facilidad de atrapar a sus víctimas que luchan contra semejante corriente, aparecen los portes más robustos del pez de escamas más grande de esta cuenca, el dorado. El tercero de los principales actores de esta franja fluvial, que se destaca también por ser la única en que el río corre de este a oeste, es el pacú, caracínido que habita principalmente los arroyos festoneados por árboles cuyos frutos apetece. Ituzaingó, Itá Ibaté y Paso de la Patria son los principales puntos de partida para realizar exitosas jornadas en esta porción del Alto Paraná.
Paraná Medio
Aguas abajo de Empedrado, las rocas sumergidas comienzan a escasear. Por lo tanto, los peces buscan su alimento en otros sectores, preferentemente las caídas de los bancos y las desembocaduras de arroyos que desaguan lagunas interiores por donde sale la carnada (mojarras, sábalos, bagres, bogas, etc.). Este último lugar, cuando sale agua “negra”, es decir aquella que se destaca del líquido marrón del cauce central por su transparencia, resulta el ambiente ideal para los que pescan con mosca o con spinning o baitcast, no tanto por los grandes tamaños que ofrece, como por la variedad de peces y cantidad de piques, dada la presencia estable de los cardúmenes. En lugares de este tipo nos hemos topado con chafalotes, lachas, dorados, manduvés, tres puntos, manduvás y dentudos, entre otras especies. Sin embargo, la mayoría de los guías locales practica la pesca con carnada, principalmente de dorados y surubíes que encuentran en las aguas más quietas un excelente lugar para reproducirse.
El Paraná Medio llega hasta Diamante, donde las barrancas orientales “pasan” a la provincia de Buenos Aires, invirtiéndose también la ubicación de bañados, esteros y cañadones que hasta esta ciudad entrerriana se encontraban principalmente en la margen santafesina del río. Ciudades como Bella Vista, Goya, Reconquista, Esquina, La Paz, Santa Elena y Piedras Blancas cuentan con la infraestructura necesaria para pasar un excelente día de pesca e incluso para que los acompañantes que no gustan de las cañas también se entretengan. Ultimamente se le han sumado las ciudades apostadas a orillas el río Coronda, como Sauce Viejo, Arocena o Puerto Aragón, con buena oferta de variada y tarariras, en este último caso, en verano.
Paraná Inferior
A partir de las elevaciones de Punta Gorda, donde Urquiza cruzó con su ejército a mediados del siglo pasado, comienza el Delta del Paraná, uno de los más bellos del mundo. El “pariente del mar” se abre en infinidad de brazos, algunos muy anchos y correntosos como el Guazú, el Pavón-Ibicuy o el de las Palmas, y otros de menor caudal y mayor concentración de especies forrajeras.
Tradicionalmente, la pesca en esta zona se redujo a los intentos costeros y la variada, en la que se destacan los grandes patíes. Cuando hubo grandes inundaciones ingresaron cardúmenes de dorados y surubíes. Tomando como base lugares como San Nicolás, Gualeguay, Rosario, Baradero o San Pedro pueden conseguirse muy buenos servicios de guías con lanchas. Otra vedete de la zona es la tararira, noble luchador que habita las costas de aguas cálidas donde espera al acecho a insectos, ranas y pequeños peces.
Néstor Saavedra
para TurAireLibre
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