Con esta policía no se juega….

#PorQuéParís

Entre las muchas cosas que pueden llamar la atención de quien recorre las calles de París está el impresionante despliegue de los llamados CRS, una fuerza de orden y antimotines con la cual es frecuente toparse en ocasión de manifestaciones y otros acontecimientos públicos.

La Policía vigilando un acto político
Plaza del Panteón, Barrio Latino

Los manifestantes suelen hacerlos objeto de sus cánticos -nada amables, por cierto- pero estas Compañías Republicanas de Seguridad (CRS) imponen respeto y aseguran el orden en la calle. Una policía a la que nadie degrada porque es un instrumento de la autoridad del Estado y del monopolio de la fuerza pública que éste debe ejercer en cualquier país que se precie de tener un sistema republicano.

En las fotos que ilustran este post, el motivo del despliegue era un acto de unos pocos ultranacionalistas en la plaza del Panteón, pleno Barrio Latino, en una zona muy transitada de la Capital Francesa.

Los manifestantes, unos 200, no causaron ningún problema.

La finalidad del despliegue de CRS era por lo tanto antes que nada disuasiva. Pero no por ello menos impactante en su modalidad y en el equipamiento de cada hombre, como puede apreciarse en las fotos. Un equipo ofensivo y disuasivo que los coloca a salvo de cualquier eventual desborde.

Estas Compañías Republicanas de Seguridad son un cuerpo de la Policía Nacional creado por el general De Gaulle en 1944. Son fuerzas de muy rápido despliegue en el terreno y su principal función es el mantenimiento del orden y de la seguridad en grandes acontecimientos oficiales (cumbres, visitas de Estado, desplazamientos de altos funcionarios), espectáculos y encuentros deportivos, manifestaciones y conflictos sociales (huelgas, piquetes, etc). También efectúan tareas de salvataje y vigilancia de playas en cooperación con la Gendarmería, seguridad rutera, entre otras.

Sinceramente, la visión del despliegue de los CRS, su equipamiento y su forma de actuar no pueden menos que despertar cierta envidia en un observador argentino: es un espectáculo que no vemos en nuestro país, donde la Policía carece de formación, equipamiento, método, doctrina de acción y, sobre todo, de autoridad –puesto que es sistemáticamente denigrada por el poder político que la debe conducir-; aquí orden es mala palabra y toda acción policial está asociada al autoritarismo.

Entre el desborde y la inacción, las fuerzas de seguridad en la Argentina son constantemente desautorizadas por quienes deben servirse de ellas para garantizar la tranquilidad ciudadana. Para que la gente pueda manifestar pacíficamente y dentro de la ley y para impedir los excesos a los que suelen ser proclives algunos de los que salen a la calle a protestar. En tiempos en que muchos funcionarios se rasgan las vestiduras porque uno de ellos fue blanco de la furia de un grupo de pasajeros en un transporte público, deberían reflexionar sobre la sensación de indefensión en que se encuentran los ciudadanos de a pie cuando ven ocupado –y frecuentemente degradado- el espacio público, cortada la circulación, escrachadas instituciones e individuos por personas que, cebadas por la impunidad, se extralimitan en la protesta.