¿Tú también, Francia?

#PorQuéParís

Confieso mi nostalgia por una de las sociedades con menor grado de moralina que conocí. Una en la cual, en palabras de mi amigo G.-L., los escándalos de dinero eran considerados mucho más graves que los de faldas.

Donde la gente siempre fue reacia a entrometerse en las sábanas de los hombres públicos. Idem de las mujeres que, en Francia, en materia de amor y sexo, son verdaderamente iguales en derecho al otro género. No existe la hipocresía de condenar en “ellas” lo que se elogia en “ellos”.

Un país tan reacio a la inquisición sexual como proclive a la discreción, pero en el cual, por el contrario, el alarde de riqueza, la sospecha aunque más no sea leve de algún usufructo monetario habilitado por la posición política fueron siempre mucho más descalificantes que los deslices carnales. Como debe ser. Y no como sucede en otras sociedades, mucho más hipócritas, donde una mentirilla sobre un pecado carnal puede ser más grave que la venalidad en el poder.

Mazarine con su padre, François Mitterrand

Juntas, la esposa legal y la hija extramatrimonial del fallecido presidente francés, François Mitterrand

Durante los 14 años de mandato presidencial del socialista François Mitterrand, en todos los mentideros políticos y periodísticos se sabía que con su esposa legal mantenía una relación amistosa y nada más y que tenía una familia paralela y una hija natural. Una historia que, en cualquier otro país, hubiera hecho las delicias de la prensa, sin mencionar que hubiera servido como obstáculo tal vez insalvable en su carrera política. Cuando, hacia el fin de su mandato, él mismo presentó en sociedad a su hija Mazarine, a nadie escandalizó. La vida privada no tiene nada que ver con las competencias. Menos gustó que hubiese ocultado el diagnóstico de cáncer obligando a su médico a falsear informes, pero ése sí era un dato que podía tener repercusión en su trabajo.

Cuando en el año 2008 Dominique Strauss Kahn, entonces todavía director general del FMI, tuvo sus primeros “problemitas” de faldas en el organismo que dirigía –un romance fugaz con una colega-, la clase política y la prensa francesa fueron casi unánimes en defenderlo. “Tanto lío por nada”, podría ser la síntesis de lo que dijeron. Hasta hubo burlas a la “América puritana”. Y, por supuesto, denuncias de complot.

Dominique Strauss-Kahn

Una de las razones de la caída de popularidad del ex presidente Nicolas Sarkozy fue precisamente que rompió con esa tradición de discreción, exponiendo públicamente su escandalosa ruptura matrimonial –su esposa lo dejó pocos días antes de asumir él la presidencia para irse con su amante- y su casi inmediato casamiento con una celebrity, Carla Bruni, lo que lo instaló definitivamente en la prensa del corazón.

En todas partes se cuecen habas, se dirá. Pero en Francia se lo hacía menos. Sin embargo, en los últimos años, hubo un fuerte avance de lo que ellos mismos llaman “pipolisation” (por la palabra inglesa people) y nosotros farandulización de la política.

Ahora, lo sucedido con el anuncio inminente de la salida de un libro escrito por una supuesta amante de Dominique Strauss Kahn ya supera todos los límites.

Sobre todo, causa sorpresa ver a medios reputadamente serios  –y además progresistas- como la revista Le Nouvel Observateur y el diario Libération fomentar el más crudo exhibicionismo y linchamiento público de una persona promocionando la salida del escrito de una jurista –medio argentina para colmo – que dice haber tenido un “romance” el año pasado con Strauss-Kahn al sólo efecto de escribir este libro.

La tendencia a buscar notoriedad mediante la biografía no autorizada de alguna celebridad no es nueva pero aquí el descaro alcanza un récord. Sin la menor vergüenza, Nouvelobs, como lo llaman allá, promociona el libro de este modo: “Magníficamente escrito, jamás exhibicionista (sic), a la vez relato íntimo y experiencia intelectual: en ‘Bella y Bestia’, Marcela Iacub relata….”

Cabe señalar que el economista caído en desgracia no es mencionado por su nombre en el libro, seguramente como artilugio para eludir la acción penal, pero la revista se encarga de ventilar que se trata de él. ¿Qué gracia tendría si no? Esa es justamente la finalidad: vender un capítulo más de la escabrosa historia que acabó con la carrera del hombre mejor colocado para ocupar la presidencia de Francia.

La ex esposa de Strauss-Kahn, Anne Sinclair, de quien también se ocupa anónimamente Iacub en su libro, escribió una carta al director de la revista, Laurent Joffrin, preguntándole: “¿Cómo, por razones mercantiles, el Nouvel Observateur ha podido descender tan bajo en la abyección?”.

Un ex secretario de redacción del Nouvelobs, Claude Askolovitch, se lamentó: “Hacer un chiquero con sus ‘encamadas’ (sic) se ha vuelo una norma, y exhibir ese chiquero en la primera plana, como el Obs, que fue mi casa y un sitio que extraño, profundamente, y con título de revista frívola, ‘Mi historia con DSK’, es la medida exacta del momento (…). Ya no hay freno en las revelaciones. Ni la inteligencia de una mujer, o su ternura, ni la dignidad de un diario que se pretendía de (Jean-Paul) Sartre y (Albert) Camus. Todo está permitido y todas las pequeñas violaciones, no la violación de otro sino de lo que uno es, y el simple sentido común y la simple humanidad desparecen. Lo que todos sabemos, instintivamente. Que ningún amante merece verse expuesto a la lubricidad pública; que no se tiene sexo para contarlo; que no se ama para engañar”.